Son ya algunos años al frente de este blog y puedo deciros
que después de este tiempo dispongo de estadísticas fiables. Me refiero a los
correos con peticiones de ayuda, confesiones, dudas, experiencias…
Aproximadamente un 50% de esos correos son falsos y van directamente a la
papelera. Pero el 50% restante es lo que me hace mantener el blog abierto.
Comprobar que un correo apesta a verdad, que las imágenes no son robadas si
no auténticas, vivir el encuentro con la pareja, disfrutar la oportunidad de entrevistarles,
de ser testigo y a veces protagonista… esas sensaciones amigos, son especiales.
Hace dos años recibí un correo de un tal Luis. En el primer
correo me envío fotos de su esposa y confesó su papel de auténtico cornudo y marido ejemplar.
¿Recuerdas Luis? “Alberto, empezamos en esto hace casi un año y mi mujer me
cornea con asiduidad, más o menos una o dos veces por semana, es totalmente
consentido por mi parte”. Mi olfato aseguraba que era un correo sincero, nada
que ver con los cantamañanas que mandan experiencias sin sentido y fotos
robadas o realizadas a alguna profesional. Luis se abría, “…ya raramente
tenemos relaciones sexuales completas, únicamente le hago sexo oral y ella
fomenta que me alivie yo mismo, he encontrado en la masturbación un placer que
nunca creí llegar a disfrutar”. Luis me preguntaba si les podía ayudar. Mi
instinto no me falló y tras alguna protocolaria comprobación pasé a ser testigo
y humilde colaborador de su proceso.
Ha pasado tiempo y han tenido lugar algunos hechos que
vosotros, queridos lectores, conoceréis puntualmente. De momento os dejo la primera
confesión de Luis, un marido bueno.
Laura siempre fue una mujer de bandera. Tiene 36 años, mide 178. Es rubia con el pelo largo y ojos azules, pesa 54kg, 100 de pecho, piernas largas y cuerpo musculado. |
EL DESPUNTE Y "ALGO MÁS"
Hola Alberto:
Hace un tiempo me
pediste que te relatara mi historia. Aquí te cuento los detalles e hitos del
crecimiento de mis cuernos. Cuernos que han traído la satisfacción y la
felicidad a muchos hombres, pero en particular a mí, a Laura mi esposa y a su
macho principal, Eduardo.
Como nos conoces en
persona, sabrás que la historia es cierta y puedes ponernos cara a Laura y a mí.
Empezaré por describirnos como pareja. Yo tengo 43 años y soy funcionario del
Estado del grupo superior en Murcia. Creo que nada en mi aspecto podría revelar
que en realidad soy un cornudo de tomo y lomo. Soy alto, mido 187cm, peso 95kg,
con una calvicie incipiente y con una dotación media, (15cm).
Laura siempre fue
una mujer de bandera. Tiene 36 años, mide 178. Es rubia con el pelo largo y
ojos azules, pesa 54kg, 100 de pecho, piernas largas y cuerpo musculado. Es
enfermera de profesión aunque actualmente es ayudante personal de su amante. Es
aficionada triatleta, deporte que practica con asiduidad.
Ambos perdimos la virginidad
en relaciones anteriores, ella con 16 y yo con 22. Nos conocimos hace 18 años en
Valencia y nos casamos tras 6 años de noviazgo, tenemos dos hijos pequeños
varones de 5 y 7 años y en principio nada en nuestra vida podría adelantar que
nos meteríamos en este mundo que ha cambiado radicalmente el modo de percibir
nuestra relación de pareja y con el mundo que nos rodea.
Aunque en realidad
creo que ambos llevábamos dentro el deseo de una relación cornuda desde jóvenes
(especialmente Laura) como quedará reflejado más adelante todo empezó una tarde
de febrero hace ya 4 años, cuando empecé a notar que Laura recuperaba su figura
tras el último embarazo pero nuestra relación a nivel sexual solo podía ser
denominada de bulímica.
Empleo este término
porque llevábamos mucho tiempo en el que en el sexo pasábamos una semana a diez días con una altísima actividad sexual y posteriormente pasaba de un mes a dos
sin ningún tipo de sexo. Esa situación tuvo una repercusión básica en mí. Pase
de masturbarme de manera esporádica como muchos hombres, a hacerlo de manera
muy frecuente al principio comenzando a ser asiduo de páginas porno hasta
convertirme en un verdadero devorador de porno y en un incipiente pajillero,
dedicando en aquel entonces un mínimo de dos horas diarias a autosatisfacerme.
El caso es que
aquella tarde observé a Laura sentada en el sofá de nuestro salón. Mostraba su
belleza natural, pero su rostro estaba cansado, pensativo y lo que era peor,
aburrido. Los niños dormían la siesta. Me senté a su lado y le pregunté que le
ocurría, si se sentía feliz con nuestra vida, si le llenaba nuestra relación y
vida juntos. Me miró aun pensativa y me dijo “Si, cielo, te amo… solo pensaba
en cómo era todo antes de conocerte y en cuando éramos novios”.
“¿Y como era?”.- pregunté
yo.
“Distinto, ya sabes,
los chicos y los hombres siempre me miraban… me gustaba aquello… que un chico
no supiera que tenía novio e intentara ligar, no te lo tomes a mal me alagaban y me hacían feliz esos juegos”.- dijo ella.
No entendía nada, un
ligero dolor pinchó mi corazón, pero mi amor por ella es inquebrantable. Intenté entenderla, averiguar cuál era su deseo más enterrado.
“Cielo, ¿qué
ocurre?, ¿no te hago feliz?”
“Claro que sí. Sé
que te desvives por mí, haces todo lo que está en tu mano por mí y es más de lo
que tienen la mayoría, es solo que falta algo más.”
Algo más... esas
palabras resonaron en mi interior y sembraron el germen de una sensación nueva,
poderosa que se levantó dentro de mí junto con los celos y las dudas de que era
lo que realmente quería decir.
“No te entiendo,
Laura, ¿qué es lo que quieres?”
“Nada, no lo puedes
entender, no lo entiendo ni yo”.- dijo finalmente.
Los ecos de la
conversación quedaron flotando en el aire y en mi interior. Sentía la amargura
de la duda por no hacerla feliz, quizás se alejaba de mi de algún modo y eso me
hacía sentir algo más. Puedo asegurar que no entendía nada pero creo que en mi
fuero interno deseé que fuera así que se alejara de mí para ser feliz y aunque
no sabía que era, en ese momento tuve mi primera erección cornuda.
Algo más… ¿Qué me
había querido decir? No pude de dejar de pensar en ello en toda la tarde, ni en
toda la noche… La erección estaba allí, no se iba, aquella noche me levante a
ver porno. Me pajeé y me corrí enseguida. Llegó una corta paz. No sabía que era,
qué sentía, pero el pensamiento se fue abriendo dentro de mi transformándome ¿quería decir que deseaba echar una cana al aire?, de nuevo la misma sensación.
Duro, como una piedra, como hacía años que no sentía mi pene y había tenido el
orgasmo hacía menos de dos horas.
Fui y volví al
trabajo al día siguiente, habiendo dormido poco y con la misma idea. Me
masturbé en el baño del trabajo. Joder!... Me parecía increíble que ella de
algún modo lo propusiera, y aún era peor, yo lo aceptaba. NO!!, me resistía.
Era una locura, podía perderla y esa misma idea me excitaba, era la madre de
mis hijos, ¿qué me pasaba?
Volví a casa, ella
estaba esperándome, con la comida hecha, preciosa, vestida como si aún fuera
casi adolescente, zapatos de tacón, medias negras, minifalda azul, y camisa
blanca abierta, con un leve maquillaje que la hacía perfecta, la tentación de
cualquier hombre. La miré, la aprecié como mi mayor tesoro, pero en mi
observación añadí un detalle: pensé en como la verían otros hombres, otros
padres en el colegio, el cartero, los vecinos, con su estilo atrevido y algo
descocado. La besé con deseo, le toqué las tetas y el culo, pero ella, con
delicadeza me retiró las manos. Sonrió mostrando sus dientes perfectos y me
llevo a sentarnos en la mesa para comer, con calma, con seguridad, templando
mis ánimos y mandando.
Las palabras se
atropellaban en mi cabeza. “He estado pensando en lo de ayer, Laura”.- dije.
“Ah!, no te
preocupes más por eso, tonto, me sentía algo melancólica con tiempos pasados,
eso es todo”.
“No sé, me pareció
algo más…”
¿”Algo más?... ¿qué
te pareció”?
“Laura… tú… (De
nuevo apareció esa sensación en mi entrepierna)… tienes un amante?”
¡¿Qué?... ¿estás
loco?!, espetó ella.
“No es solo, que…
ayer me pareció que querías vivir una aventura, echar una cana al aire al
menos". Ella me miraba extrañada, pero me dejaba seguir… “ya sabes que yo
siempre te apoyo en todo y no sé todo esto es muy fuerte ¿es lo que quieres?
¿Te gustaría?”
“Joder, Luis, te he
sido siempre fiel desde que nos casamos, ¿cómo me vienes con eso ahora?”
“Por eso, cielo,
quizás estés cansada de hacerlo conmigo siempre”, tu eres una mujer muy guapa y
nuestras relaciones sexuales son esporádicas, aunque cuando lo hacemos, te
desatas…”
“Bueno”, dijo ella,
“es verdad que ya no me follas como antes, ahora soy yo la que hace todo el
trabajo, eres muy pasivo y sabes que me gustan los hombres activos y vigorosos,
pero no estoy insatisfecha” Acababa de confesar
que algo no iba bien en nuestras relaciones sexuales, no le gustaba mi actitud
sexual, mi polla redobló su dureza “… pero desde luego
no tengo ningún amante”.
La conversación
terminó. Ella se mostró taciturna el resto de la comida y no volvimos a
hablarlo hasta unos días más tarde.
El pensamiento se
había instalado de cualquier modo dentro de mí, y poco a poco lo incorporé a
mis fantasías. Empecé a explorar páginas de contenido cuckold y a masturbarme
con el contenido de esos relatos, comics y películas cada vez de manera más
frecuente. Empecé a invertir unas 3 horas en unas interminables pajas
nocturnas. Deseaba saber más e hice mis consultas en esas páginas, así como a
psicólogos profesionales. La mayoría de los que estaban en ese mundo me
animaban a estimular e introducir a mi mujer a una relación cornuda. Lo
increíble es que algunos psicólogos también.
Sin embargo, al
terminar descartaba todas esas ideas como absurdas… pero estas volvían a mi
cabeza a las pocas horas.
A las tres semanas
aproximadamente me encontraba masturbándome en la cama, pensando que Laura
dormía plácidamente a mi lado, entonces sentí su mano acariciándome los
testículos.
“No pares”.- me
dijo.
Yo estaba muy
sorprendido… “a ti no te gusta que haga esto”…
“Sé que lo haces
desde hace un tiempo… ya no me importa tanto… yo ahora también lo hago”
“¿En quién
piensas?”.- le pregunté con miedo, “a veces en ti, pero no eres tu… a veces en
nadie… ¿y tú?”
“Antes en otras
chicas… ahora en ti con otros… ¿lo harías?
“No lo sé, mi amor,
quizás si”
Exploté. Fue una
corrida fuerte, lechosa, larga. Nos empapó a ambos. Me pidió que le comiera el
coño. Estaba muy excitada y tampoco tardó en correrse.
A los postres, Laura se fue al baño y se quitó las bragas. Estaban empapadas, no habían estado así desde antes de casarse, chorreando. Tras el postre bajaron a la habitación, besándose como dos adolescentes. El metió la mano bajo el vestido y comprobó que estaba expuesto.
“¿Estás decidida?”
“Totalmente Eduardo, no deseo serle fiel a Luis nunca más… jamás lo volveré a ser, y le engañaré si es preciso”.
Al llegar, Laura admiró el lujo y la comodidad de la habitación un instante. Se levantó el vestido por encima de la cintura y se puso a 4 patas sobre la cama mostrando su sexo a Eduardo. El comenzó a devorarlo lamiendo su clítoris y su ojete con ansia. El primer orgasmo le llegó pronto a Laura, pero no le satisfizo lo suficiente, necesitaba polla. El la cogió de la cintura y le elevo el culo para preparar la penetración. Su polla entro suavemente, sin dificultad en una vagina absolutamente lubricada que deseaba ser poseída. Laura dio un suspiro profundo, en él estaba el deseo y el alivio de volver a sentirse hembra. Eduardo comenzó su rítmico bombeo fuerte, preciso, constante, con la adecuada presión para elevar al máximo el placer que sentía Laura, después cambiaron. Él le arrancó el vestido y se desnudó por completo, ella permanecía solo con el sujetador, abierta de piernas, desparramada en la cama. La volvió a embestir mirándola a los ojos. Así como dos recién enamorados follaron durante una eternidad. Ella sintiéndose cada vez más suya y el sabiéndose el nuevo macho de mi esposa. Ella se levantó y le hizo sentarse en la cama, sentándose a continuación sobre su polla. Sintiéndose tremendamente empalada por aquel enorme miembro viril mientras él le comía las tetas. Botaban en perfecta combinación, el moviendo la pelvis y ella saltando salvajemente sobre su verga. Laura agarró su cabeza mientras sentía que el orgasmo comenzaba a apoderarse de ella, al tiempo que sentía la polla de Eduardo llena dentro de ella a punto de explotar. Él le avisó del orgasmo que le sobrevenía y ella explotó de placer al tiempo que su nuevo compañero sexual.
Laura besó apasionadamente a Eduardo y le pidió un minuto para hacer una llamada de teléfono. Eran las cinco y cuarto de la tarde cuando me llamó.
Yo estaba en la cama de mi hotel. Pajeándome como el cornudo que deseaba ser, esperando impaciente noticias de mis cuernos. No veía la hora de escuchar la confesión de su primera infidelidad matrimonial de su boca. El teléfono estaba a mi izquierda para poderlo coger sin soltar mi polla que manejaba con la derecha, apuñalándome con placer continuamente. Sonó el teléfono y lo cogí.
“¿Si?”
“Luis, ya he consumado mi infidelidad. Eres un cornudo oficialmente. Ha sido increíble, Eduardo es en la cama todo lo que tú no eres. Nunca te volveré a ser a fiel. Sé que siempre querré otros hombres en mi vida. Espero que tengas la polla en la mano, ese es el único sexo que tendrás de ahora en adelante, cabronazo y quiero que te acostumbres”.
“Laura… ahhhh!, uummmmm, yo…, agghh”
La relación sería cornuda, nunca swinger, porque ella no se fiaba de las otras chicas
A lo largo de los
meses siguientes se convirtió en nuestro tema de conversación principal. Lo
hablábamos en la cama y terminábamos masturbándonos mutuamente y lo hablábamos
fuera lejos de oídos indiscretos. Poco a poco nos fuimos convenciendo de que no
pasaba nada si ella era infiel una vez y que no era necesario que yo también lo
fuera. El argumento principal que apoyaba esta teoría salió a la luz allá por
el mes de mayo.
Una noche mientras
yo me pajeaba y ella me acariciaba los huevos me confesó que ella temía
compartirme pero que yo no tenía nada que temer, porque ya había pasado.
Ella me confesó que
me había sido infiel de novios,… una sola vez cuando aún llevábamos poco tiempo
juntos. Durante mi paja me explico su infidelidad con todo detalle y yo estallé
de placer. Al finalizar señaló que ella se dio cuenta de que me quería a mí. Yo
no tenía una prueba equivalente y ella no se atrevía a dejarme probar de ningún
modo. Por tanto quedo patente que la relación sería cornuda, nunca swinger,
porque ella no se fiaba de las otras chicas.
Una semana después
supe, al insistir en que quizás podíamos probar algo swinger por estar más
extendido ese comportamiento, que habían sido 3 las veces que me puso los
cuernos de novios. Al mes descubrí que sus infidelidades fueron habituales y casi
semanales a lo largo de los 6 años de noviazgo, incluido el día anterior a la
boda. Estaba muy preocupada, me confesó primero, por si nunca volvía a poder
estar con un hombre diferente a mí. Era la primera semana de julio. Después
reconoció que no solo estaba preparada para acostarse con otros hombres, sino
que no veía el momento y que solo esperaba encontrar el adecuado para el
re-estreno. Yo me baje los pantalones y me masturbé de pie delante de ella.
Ella se empezó a reír y me dijo que me iba a hacer un cornudo enorme, que era
cuestión de tiempo y paciencia, que era lo que deseaba desde siempre y que en
parte se casó conmigo por ser lo suficientemente “pringado”. Fue otro de mis
orgasmos más memorables antes de que me crecieran los gigantescos cuernos que
ahora luzco.
Es importante decir
que en estos meses tuve contacto con otro cornudo que fue nuestro mentor a lo
largo del proceso. Es algo mayor que nosotros, están ambos en los 50 y llevaban
años de experiencia. Nuestras conversaciones por chat y teléfono con el fueron
eliminando nuestros miedos y le estamos muy agradecidos. Lo cierto es que
tuteló todo de algún modo hasta que se consumó.
La estrategia que
empleamos para elegir al macho fue dar de alta a mi mujer en varias páginas de
contactos. La preferida para nosotros por el estilo de los hombres era Ashley
Madison, sin embargo abrimos perfiles en varias más.
Descartamos a
bastantes hombres, tanto por nivel cultural como por nivel físico. Aunque con
alguno llegó a tener sexo telefónico. Yo alentaba esos contactos y me pajeaba
mientras ella hacía lo propio para demostrarle sin lugar a dudas mi
predisposición. Ella me sonreía y me hacía la señal de los cuernos. Finalmente
fue a través de Ashley donde conocimos a Eduardo, nuestro corneador, amante y jefe
actual de mi mujer así como dueño de nuestro domicilio.
Eduardo picó la
curiosidad de Laura desde el primer momento. Tras intercambiar algunas fotos,
en la que a ella le pareció un hombre atractivo, algo mayor que yo, pero con
una forma física de un chico de 25 y estupendamente dotado, le propuso realizar
una pequeña locura, que consistía en que le acompañara en un pequeño viaje de
negocios a Madrid. Apenas hablaron unas pocas veces por teléfono, pero ella
terminó mojada en cada ocasión y solicitándome sexo oral. Eduardo no tuvo que
insistir mucho. Laura aceptó en dos días. Lo que hicimos fue coger una
habitación en un hotel de Madrid donde ella se prepararía para la cita y donde
yo esperaría toda la noche. El por su parte cogió para él y mi mujer una habitación
en el Eurostar Building de Madrid, que es donde se terminó consumando todo. La
cita comenzaría a las 2 de la tarde. Comerían juntos en el restaurante que
tiene el hotel en el último piso para conocerse y decir dar el paso final.
Cuando llegamos a
nuestro hotel en Madrid por la mañana, un NH cerca de José Abascal, Laura me
hizo desnudar. Quería comprobar mi nivel de aceptación sobre lo que iba a
ocurrir. Mientras se preparaba para el me permitió masturbarme sin orgasmar.
También tuve la fortuna de darle los últimos retoques en la depilación de su
pubis. Pude observar que estaba totalmente mojada y muy excitada, su clítoris
estaba hinchado y aunque apenas se lo rocé gimió de excitación. Entonces me
dijo:
“Cariño, no me
penetras desde enero, hoy mi coño tendrá un nuevo dueño y ya no me harás falta
en la cama… sin embargo recuerda que te querré siempre… cerca de mí”, me besó
con pasión pero se separó pronto sonriendo y bajito dijo… cornudo!!
Entonces empecé a
apuñalarme la polla como un loco hasta que terminó de arreglarse Laura.
Mi mujer se puso un
vestido ceñido azul para la cita, le quedaba perfecto. Era verano y estaba
morena, y el color hacia juego con sus ojos. Llevaba zapatos de tacón de
rejilla negros y lencería de Victoria Secret, todo nuevo comprado para la
ocasión. Cuando terminó de arreglarse empecé a vestirme yo aunque apenas podía
dejar la paja. Tenía que llevar a Laura en coche a la cita y quería ser
puntual. Me puse un pantalón de lino sin ropa interior y una simple camiseta
blanca. Mi erección era evidente y Laura no dejó de sobarme la polla en todo el
camino subiendo por la Castellana. Finalmente llegamos al hotel. Paré unos
metros alejado de la puerta en la calle de atrás. “Luis es el momento, si me
dejas ir ahora fluiré libremente en el sexo con otros hombres, no intentaré
mantener ningún control sobre lo que nos suceda salvo que te quiero… tener
cerca…, si me pides que no vaya nunca más hablaremos de esto y volveremos a
nuestra vida, mi amor”
Y me beso dulcemente
en los labios.
“Laura, te lo ruego,
ve con él, lo necesitamos, lo deseamos”
Echó una risotada
corta y dijo, “muchas gracias cornudo”, estampó un beso de nuevo en los labios
salió del coche e hizo la señal de los cuernos.
Yo observaba como
ella se dirigía a los brazos de otro hombre con una tremenda erección, cuando
Laura estaba a punto de cruzar el umbral del hotel, un hombre, Eduardo salió a
su encuentro. Estaba lejos y no pude ver nada de él, salvo su porte atlético.
Se besaron brevemente en la boca tras un instante y entraron juntos.
Yo arranque el coche
y me fui para mi hotel a esperar a las 7 de la tarde para llevarle una maletita
con vestidos para la noche y la mañana siguiente.
No pude comer y
evidentemente parte de lo que cuento a continuación me fue referido por Laura
al día siguiente.
Laura se fue al baño y se quitó las bragas. Estaban empapadas, no habían estado así desde antes de casarse, chorreando. |
A los postres, Laura se fue al baño y se quitó las bragas. Estaban empapadas, no habían estado así desde antes de casarse, chorreando. Tras el postre bajaron a la habitación, besándose como dos adolescentes. El metió la mano bajo el vestido y comprobó que estaba expuesto.
“¿Estás decidida?”
“Totalmente Eduardo, no deseo serle fiel a Luis nunca más… jamás lo volveré a ser, y le engañaré si es preciso”.
Al llegar, Laura admiró el lujo y la comodidad de la habitación un instante. Se levantó el vestido por encima de la cintura y se puso a 4 patas sobre la cama mostrando su sexo a Eduardo. El comenzó a devorarlo lamiendo su clítoris y su ojete con ansia. El primer orgasmo le llegó pronto a Laura, pero no le satisfizo lo suficiente, necesitaba polla. El la cogió de la cintura y le elevo el culo para preparar la penetración. Su polla entro suavemente, sin dificultad en una vagina absolutamente lubricada que deseaba ser poseída. Laura dio un suspiro profundo, en él estaba el deseo y el alivio de volver a sentirse hembra. Eduardo comenzó su rítmico bombeo fuerte, preciso, constante, con la adecuada presión para elevar al máximo el placer que sentía Laura, después cambiaron. Él le arrancó el vestido y se desnudó por completo, ella permanecía solo con el sujetador, abierta de piernas, desparramada en la cama. La volvió a embestir mirándola a los ojos. Así como dos recién enamorados follaron durante una eternidad. Ella sintiéndose cada vez más suya y el sabiéndose el nuevo macho de mi esposa. Ella se levantó y le hizo sentarse en la cama, sentándose a continuación sobre su polla. Sintiéndose tremendamente empalada por aquel enorme miembro viril mientras él le comía las tetas. Botaban en perfecta combinación, el moviendo la pelvis y ella saltando salvajemente sobre su verga. Laura agarró su cabeza mientras sentía que el orgasmo comenzaba a apoderarse de ella, al tiempo que sentía la polla de Eduardo llena dentro de ella a punto de explotar. Él le avisó del orgasmo que le sobrevenía y ella explotó de placer al tiempo que su nuevo compañero sexual.
Laura besó apasionadamente a Eduardo y le pidió un minuto para hacer una llamada de teléfono. Eran las cinco y cuarto de la tarde cuando me llamó.
Yo estaba en la cama de mi hotel. Pajeándome como el cornudo que deseaba ser, esperando impaciente noticias de mis cuernos. No veía la hora de escuchar la confesión de su primera infidelidad matrimonial de su boca. El teléfono estaba a mi izquierda para poderlo coger sin soltar mi polla que manejaba con la derecha, apuñalándome con placer continuamente. Sonó el teléfono y lo cogí.
“¿Si?”
“Luis, ya he consumado mi infidelidad. Eres un cornudo oficialmente. Ha sido increíble, Eduardo es en la cama todo lo que tú no eres. Nunca te volveré a ser a fiel. Sé que siempre querré otros hombres en mi vida. Espero que tengas la polla en la mano, ese es el único sexo que tendrás de ahora en adelante, cabronazo y quiero que te acostumbres”.
“Laura… ahhhh!, uummmmm, yo…, agghh”
Exploté de placer en
un orgasmo como nunca antes había tenido. Largos chorros de semen caliente fueron
escupidos por mi polla, cayendo sobre mi cara y el cabecero de la cama del
hotel. Una parte entro directa en mi boca al tenerla abierta por el orgasmo.
Sentí su sabor y su calidez… me encantó. A la vez lágrimas brotaron de mis
ojos, había perdido una parte de Laura, seguramente para siempre… celos, dudas,
envidia de Eduardo que la había hecho suya, sensaciones que me golpearon con
amargura en esos primeros momentos.
Intenté hablar con
Laura aunque la lefa y las sensaciones no
me permitían ordenar mis pensamientos.
“Pero... ¿qué, cómo?”
“Calla cornudo… esta
noche durante la cena te vuelvo a llamar... vamos a seguir follando, acuérdate
de traerme la maletita a las 7, habitación 2502, ya te contaré todo mañana
cuando vuelva. Gracias... un beso”
Colgó.
Entonces, junto con
aquellas sensaciones negativas, sentí otra cosa… paz, liberación… era yo mismo
al fin. Un cornudo casado con una puta maravillosa. Dentro de mí se abrió una
sensación de bienestar. Era correcto y natural todo lo que había sucedido. Mi
erección cogió un nuevo impulso. Deseaba servir a Laura. Ella tenía un macho de
su elección y a mí me tocaba facilitar sus encuentros y mantenerme en un
segundo plano para ella. Me sentía feliz.
Continúe
apuñalándome hasta las seis y media. Me vestí, cogí la maleta, y me fui al
coche a obedecer. Iba a llevar la ropa a mi mujer para que estuviera guapa
durante la cena con su amante. Me sentía un pringado, una sonrisa se pintaba en
mi cara. Mientras iba para el
hotel mi Laura y Eduardo estuvieron practicando sexo oral. Laura me dijo que de
novios era lo que más le gustaba hacer cuando me ponía los cuernos y
clasificaba a los hombres por el sabor de su semen. Yo le pregunté en su día
por qué no me la chupaba a mi tan a menudo, me dijo que el sabor del mío era
demasiado salado y que prefería otros más dulces.
Laura me contó cómo
se la estuvo mamando, chupándole los huevos, metiéndoselos de uno en uno en la
boca, para posteriormente meterse su verga y rodear con la lengua la parte de
atrás del prepucio. Lo cierto es que es una maestra en esa técnica. Cuando me
lo hacía siempre me decía que me iba a “ordeñar”. Lo cierto es que su habilidad
le permite notar cuando se va a correr su amante, y mantiene el placer de su
compañero sexual durante mucho tiempo. Otra de sus habilidades es el beso
negro, técnica que ejecuta con habilidad.
El por su parte le
correspondió igualmente. Era un macho veterano, experto en satisfacer hembras y
Laura estaba necesitada. La hizo correrse dos veces con su boca. A cada
orgasmo, Laura se sentía más enganchada con su nuevo macho y más libre y puta.
Llegue al hotel y me
dirigí a recepción.
“Buenas tardes,
traigo esta maleta para Laura Liberal García que está en la habitación 2502”.
“No nos consta
registrada”.
“Oh, sí, está
acompañando a Don Eduardo… ya sabe”.
“Sí, claro” la
recepcionista esbozó una mueca, pensando que se trataba de alguna zorra de lujo
“¿de parte de quien digo que es?”
“De su marido”.
Los ojos de la chica
se abrieron como platos.
“Ahora mismo llamo”.
“Muy bien… yo he de
marchar”
Alberto, aquella vez
fue mi primera vez en que reconocí que era un cornudo a un desconocido. Me
sentí salir del armario, me embargo una tremenda paz. También tuve una enorme
erección de nuevo, al no poder evitar pensar que en ese momento en el piso 25
del hotel un hombre se estaba beneficiando a mi esposa, que había sido fiel
desde el día de la boda hasta ese mismo momento… y que afortunadamente no lo
sería nunca más… porque Alberto, deberías explicar a todos los aspirantes a
cornudos, que cuando la hembra encuentra un macho de verdad como Eduardo, se
emputece, y una hembra emputecida no necesita el consentimiento de su marido
para follar y le engañará si no se lo concede. Por eso una vez dado el paso, no
hay vuelta atrás y es un asunto que merece la pena tratar.
“Por favor, Laura, déjame follarte”
Yo volví al hotel.
Sobre las 9 se fueron a cenar. Alrededor de las 10:30 Laura me llamó de nuevo.
“Hola, Luis... estoy
en el baño, hemos ido a cenar al Restaurante Kabuki, la comida estaba
buenísima, es un perfecto caballero. Hoy te voy a seguir poniendo los cuernos
hasta tarde”.
“Pero Laura, quiero
que mañana vengas pronto...”
“Calla cornudo, estoy mojada durante toda la cena, este hombre sabe cómo tratar a una señorita,
y tú tienes que hacerte pajas y no dar por culo. No me llames, ya iré yo. Un
besito.”
La noté libre, como
si no fuera mía y eso me redoblo la erección. Estuve machacándomela hasta que
quedé dormido.
Por lo que Laura me refirió
posteriormente, cuando llegaron al hotel volvieron a follar. La variedad de posturas
y coordinación de ambos, su enorme sintonía en el sexo se hizo evidente entre
ambos por la manera en la que se miran a los ojos y la intensidad de las
acometidas que Eduardo le proporcionaba a Laura con su herramienta. Los
orgasmos de él eran siempre en su coño y eso es algo que a ella le vuelve
loca.
Yo me quedé dormido
con la polla en la mano. Me despertó su llamada a las 08:00 diciéndome que venía
para mi hotel, después del polvo mañanero. Que se llevaba su semilla dentro, otra erección y de nuevo inicié mi masturbación. No sé si lo he dicho pero
desde las 5 de la tarde, hora de inicio de mis cuernos, no había vuelto a
orgasmar.
Laura volvió a las
09:30.
Llevaba puesto un
vestido blanco señal de pureza y una sonrisa de satisfacción y felicidad se dibujaba
en su cara cuando abrí la puerta.
“Ha sido fantástico,
Luis. Gracias, gracias mi cornudo, nunca te volveré a ser fiel”, me dijo
besándome en la cara.
Yo caí de rodillas, olí su coño recién follado, aún caliente por la actividad mantenida. La cogí en
mis brazos y la puse de pie en la cama y le quité las bragas, estaban muy
mojadas, un líquido blanquecino bajaba aún por uno de sus muslos. Tumbé a
Laura en la cama y empecé a lamer. Fue la primera vez que lamí la semilla de un
macho. Sabía distinto, dulce, fuerte, como crema pastelera. Mi polla se puso
tiesa dura como el acero, las venas resaltaban claramente sobre la piel, quería
seguir masturbándome pero no podía dejar de lamer. Laura empezó a jadear y a reír...
“Lame cornudo, chupa,
así, uuummm, ahh, así, cabrón cómeme el coño, saborea el semen de un macho de
verdad, no como tú.”
Finalmente, Laura se
corrió, entre tremendos gritos y risas de placer. Cuando terminó yo estaba de
rodillas en la cama, con mi polla, dura como una barra de acero a la altura de
sus tetas, mirándola con deseo. Ella alargó la mano hacia mis testículos y
comenzó a acariciarlos suavemente. Yo le dije
“Por favor, Laura,
déjame follarte.” Sonrió
maliciosamente.
“No, cornudo, pajeate para mi, derrámate en mis tetas, ya no eres hombre para mi coño”.
Mi mano, volvió a mi
polla compulsivamente y en pocos segundos revente gritando como un cerdo,
mientras ella rompía en carcajadas de nuevo.
Así fue mi primer
día como cornudo, en verano del 2011. Desde entonces todo ha sido ir bajando en
el plano varonil a un verdadero cornudo, mientras Laura se emputecía más y más.
No creo que haya tenido más de 10 relaciones completas con Laura desde entonces
y la última fue hace más de un año.
Ya sabes la
situación actual, pero iré revelando el camino que recorrí poco a poco para que
todos los cornudos y corneadores de la página puedan disfrutar descubriendo
como una esposa puta, puede transformar a su marido.
Luis, tienes que hacerlo. Je, je je. Pronto publicaré la continuación, Luis os dará todos los detalles y yo ampliaré el contenido. Queda todavía mucho contar.
Nos alegramos muchísimo de que sean tan felices y ayas podido satisfacer las necesidades de tú mujer, pero en lo personal, creo que es un tanto excesivo lo que te deja de lado de su vida sexual, pero es sólo mi opinión perrsonal, de nuevo mi más sincera enhorabuena por poder compartir algo así con su pareja y que estén bien satisfechas todas las partes implicadas, un saludo, deseoso de la continuación...
ResponderEliminarSiempre he dicho que en estos casos, el marido cornudo es el que más disfruta ya que está en una situación permanente de fantasía y no solo física. Aunque en el caso de Luis como el dice "se apuñala" una barbaridad.
ResponderEliminarQueremos fotos de la hermosa rubia con su amante!!
ResponderEliminarUn poco de paciencia. En la continuación de esta entrada, que se publicará oportunamente, y en una entrevista (muy fuerte) a la protagonista, tendrás ocasión de disfrutar de su belleza en compañía de alguno de sus corneadores.
EliminarSaludos Cordiales. Alberto Toro.
Buenos días, y muchas gracias por todos los testimonios tanto de Luis, como de otros que hemos leido en esta pagina, lo cual ha animado a mi pareja en esta tematica que tanto tiempo llevo soñando demostrando que los cornudos (de todas las tendencias) no somos bichos raros y viendo las situaciones vividas, por fin espero mis brotes craneales, jajajajja. Un saludo
EliminarBuenos días, y muchas gracias por todos los testimonios tanto de Luis, como de otros que hemos leido en esta pagina, lo cual ha animado a mi pareja en esta tematica que tanto tiempo llevo soñando demostrando que los cornudos (de todas las tendencias) no somos bichos raros y viendo las situaciones vividas, por fin espero mis brotes craneales, jajajajja. Un saludo
EliminarEs una historia bestial. Me ha alucinado! Deseando ver siguientes publicaciones Alberto. Gracias. Yo no sueño con esa misma situación para mí, busco algo ligeramente diferente. Pero de cualquier manera me ha puesto muy bruto. Debería llevarse al cine como una buena peli de temática cuckold. Tiene todos los ingredientes para ser una buena historia.
ResponderEliminarFelicidades a Luis y Laura. No tengo palabras para lo rica que está tu mujer, Luis. De hacerse esa hipotética pelicula ella debería interpretar a la protagonista. Y así de paso se liaba pero bien con un actorazo cachitas que la tuviese empapadita todo el día (y la noche, jeje)
Felicidades por el par de cachos que llevas, amigo. Sin duda hay quien nace para martillo u quien nace para clavo. So cabrón.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios. Laura esta de vacaciones con Eduardo. Creo que es ella la que más disfruta del giro que le dio a nuestra vida sacando la zorra que lleva dentro. También reconozco que yo cambié y la amo por lo que me hizo y en qué me ha transformado.
ResponderEliminarLuis, me alegra saber que te animas a contestar por aquí a algunos de los comentarios. Tus respuestas, tus reflexiones… serán de gran utilidad para muchos de los lectores del blog y seguro que más de uno o una, se deciden a dar el paso tras leer vuestra experiencia.
EliminarNo olvides darle a Laura un beso de mi parte. Aún recuerdo el aroma que dejó su coño en mis dedos.
Alberto Toro.
Muchas felicitaciones Luis y gracias por contarnos tu experiencia. Un saludo desde Colombia, aspiro llegar a vivir algo similar con mi esposa.
ResponderEliminarJavier
Espectacular relato, gracias Luis por compartir la experiencia, espero vivir algo similar con mi esposa. Un abrazo desde Colombia.
ResponderEliminarQue parte de Colombia vives
EliminarUna pregunta para Luis, "el cabrón", en qué piensas cuando te pajeas?
ResponderEliminarLa verdad es que depende. Si estoy presente mientras la follan, reacciono de manera compulsiva ante lo que veo.
EliminarCuando no estoy presente pienso en que estará sintiendo Laura. Si el macho que la cubre la hace sentir plena y alcanza por fin la felicidad que ansía y no le puedo dar.
Me reconforta sobre manera que me haya sustituido del todo por su amante y que éste le permita disfrutar de su sexualidad además de sacar provecho de ella.
Se que a veces me miente por el placer de engañar y que quedo como un cabrón patético como dices, y el saberme objeto de su burla y mentira me excita al pensar que no lo hace con Eduardo u otros hombres que conoce y lo que significa.
Sois increíbles Luis, ojalá compartas con nosotr@s más de vuestras experiencias.
EliminarHolaamigos impactante experien cia y exitante les comento qe somos una psreja normal mi esposa ze muestra renuente a estos temas le comenteqe me exkitaba qe la miraran y qe fantaseaba qe le hasian el amor me tacho de loco y ayi qedo pero hace dias le e ncontre conversacion es cachondas y le mandaron unafotode un pene ella dormia y yo lei el me nsaje decia para ti hermosa senti ezitacion y celos pero no reclame ycuando duerme leo su conversacion cachonday me exita en vez de molestatme ceeen qe es nesesario qe le reclasme??
Eliminargracias luis por compartir tus experiencias.la vida como cornudo es mas placentera de lo que algunos creen .
ResponderEliminarHola Luis:
ResponderEliminares un placer tener un cornudo real y autentico paisano.
¿Aparte de Eduardo tiene otros amantes fijos o exporadicos?
Seria todo un placer ponerte una nueva cornamenta.
Sólo adelantaros que en breve publicaré la segunda parte del testimonio de Luis, marido cornudo de Laura. Evolución.
ResponderEliminarUna historia fantástica que me recuerda a la mía propia incluso por ser murcianos...
ResponderEliminarMagnifico, da gusto saber que no soy el único paisano de Murcia al que le gusta ser cornudo, en mi caso consentidor y activo, no obstante muy morboso vuestra forma de vida Luis, una reverencia.
ResponderEliminarEs curioso que nunca se aluda aquí al enorme masoquismo necesario para llegar a los extremos de degradación de Luis y sí, en cambio, el jaleamiento por algunos y sobre todo por el autor de este blog que me parece un sádico de primera para que Luis y los que son como él, acaben de deslizarse del todo hasta el fondo de ese pozo de mierda. De tu mujer, Luis, prefiero ni hablar porque no creo que lo valga.
ResponderEliminarNos encantarían más relatos y fotos de la pareja que nos causa más morbo de la red, sois increíbles.
ResponderEliminarHola a todos bueno yo ya llevaba desde hace años diciéndole a mi esposa q quería comiera con alguien desde q teníamos 24 y 19 pero ella siempre se negó y hace como tres años en su trabajo un compañero d ella la acosa y ahora ella me confesos quiere sentir sms pene ya tenemos 47 y 43 y me pidió permiso y yo se lo Di y la verdad parece q esta semana lo va a hacer y nos sentimos seguros d lo q va a hacer pero queremos conocer un lugar donde se pueda cojer on varios espero q aya parejas q nos proporcione o nos quiera iniciar espero propuestas queremos q sea en el entró d naucaloan
ResponderEliminarHola a todos bueno yo ya llevaba desde hace años diciéndole a mi esposa q quería comiera con alguien desde q teníamos 24 y 19 pero ella siempre se negó y hace como tres años en su trabajo un compañero d ella la acosa y ahora ella me confesos quiere sentir sms pene ya tenemos 47 y 43 y me pidió permiso y yo se lo Di y la verdad parece q esta semana lo va a hacer y nos sentimos seguros d lo q va a hacer pero queremos conocer un lugar donde se pueda cojer on varios espero q aya parejas q nos proporcione o nos quiera iniciar espero propuestas queremos q sea en el entró d naucaloan
ResponderEliminar