Reflexiones personales de la esposa-reina de un auténtico cornudo consentidor "proactivo" sobre las prácticas sexuales cuckold

Seguro que a alguno de vosotros os ha pasado, mis queridos lectores, y os habéis encontrado en alguna red social con alguien o con alguna pareja con la que coincidisteis años atrás. Estas pasadas Navidades, trasteando por una de esas redes contacté con un viejo conocido. Intercambiamos los saludos de rigor y pronto entramos a hablar del asunto. Su condición de marido cornudo había evolucionado en la misma proporción que el grado alcanzado por su esposa-reina en soltura y dominación. La conclusión es que a este viejo amigo le habían salido unos frondosos y erectos cuernos de alce. Tras comentar algunas de sus aventuras me hizo referencia a una reflexión que su esposa-reina había escrito a consecuencia del universo cuckold.

Recojo a continuación la citada reflexión para vuestra información. Salvo alguna corrección ortográfica y de erratas me he decidido a publicarla manteniendo el texto tal cual me lo han enviado. Yo no estoy de acuerdo en todos los puntos pero si es cierto que el hecho de que el cornudo suba a un altar a su mujer puede convertir a esta en ama hija de puta que le haga la vida imposible pero como dice esta amiga: “sarna con gusto no pica”. Y es que amigos, ¿dónde está el limite de una fantasía corna a otra de tinte sadomaso?

Os voy a pedir un favor, en lugar de subir comentarios como: “te dejo mi whatpp y me avisas” o “yo tengo una situación similar quiero contactar contigo” (que habréis visto que muchos de este tipo de comentarios no publico ya que no aportan nada y al ser anónimos tienen poca credibilidad) prefiero los que aportéis reflexiones personales o experiencias que contribuyan a un debate fructífero para estas prácticas sexuales.

Mi primer comentario al respecto y que puede ser un punto de debate, a colación de lo que opina esta amiga, es que no se puede hablar de blanco y negro en una relación cuckold, dentro de ella cabe una amplia escala de grises que puede ir desde el tonteo en alguna ocasión por parte de una pareja y jugar con esta fantasía a llevar la práctica a un grado de máxima pureza y de plena humillación del macho ex-alfa. Leer, reflexionar y opinar.


Reflexiones personales de la esposa-reina de un auténtico cornudo consentidor

El mantener una relación cornuda te permite desarrollarte totalmente como mujer, vivir experiencias nuevas en todos los órdenes y conocer mejor a los hombres.

Los maridos, por su parte, encuentran su identidad sexual que en muchos casos ha estado oculta. Ser cornudo es una opción sexual como la de homosexual, bisexual, heterosexual, etc. Este tipo de relación no la pueden disfrutar todos. Ellos tienen que tener una predisposición natural para llevar cuernos, un cornudo no se hace, nace con esa condición que se despierta cuando conoce a la pareja perfecta. Actualmente hay muchos más hombres predispuestos a llevar cuernos de lo que parece, hombres que asumen su condición sexual.

Hay corneadores que en realidad estaban pidiendo a gritos unos buenos cuernos y cuando conocen a su mujer perfecta, dejan la condición de macho Alfa para ser los mejores cornudos, para ellos no existen otras mujeres, en su cabeza solo existe la imagen de su amada siendo cubierta y llenada por otros machos Alfa asumiendo de esta manera su condición sexual y permitiendo llegar a límites insospechados a su mujer.

Un marido cornudo puede dejar de pensar por sí mismo y si su mujer quiere puede pasar a un plano donde él acepta solo disfrutar de ella en las limpiezas después de ser cubierta por sus amantes.

En cuanto a los celos, las mujeres que están en este tipo de vida son por norma general celosas y no están dispuestas a compartir ni a su marido ni a su amante salvo estando ellas presentes, pero nunca compartirán a sus esposos con otras, disfrutarán viendo a sus maridos preparando a sus amantes y siendo penetrados por estos. Por otra parte para un cornudo consentidor, los celos son parte inherente de su condición y para su excitación. Lo que no cabe duda es que en las parejas Cuckold su amor, aceptación y complicidad es total llegando a romper todos los tabúes y llegando a incluir en los juegos: cinturones de castidad, sumisión y la penetración con condón a sus esposos, recordándoles así su condición sexual y que la eyaculación sin medios de prevención solo está permitida a sus amantes, entre otras muchas prácticas.

Para muchas de las esposas la palabra CORNUDO es una palabra prohibida, por miedo a hacer daño y humillar a sus maridos, pero no hay que tener miedo a recordarles su condición, tanto oralmente como gráficamente porque nosotras somos las causantes de que su condición salga a la luz, ellos disfrutarán viéndonos con nuestros amantes, escuchando como gozamos y sobre todo limpiando lo que ellos nos depositen en nuestro interior.

Dejarles ver quien manda en casa

Cuando una mujer me pide consejo siempre le digo lo mismo, a las personas que les gustan las personas de su mismo sexo les llamamos gays o lesbianas, porque no llamar a nuestros maridos cornudos si su condición sexual es esa, seréis más felices si empezáis a entender que en casa tenéis a un marido muy especial y le debes tratar como lo que en verdad es. Dejarles ver quien manda en casa, que vuestro sexo y cuerpo solo es para vuestros amantes, preparaos para que todos y cada uno os deje su simiente dentro, dejar que vuestros esposos de vez en cuando estén presentes en vuestros encuentros sexuales y ser felices amando y llamando a vuestro marido por su nombre.

Ser un cornudo es una forma de sadomasoquismo, es una condición sexual, debemos entender que el placer se obtiene de ser humillado por su esposa y esta adopta un papel de dominación que refleja una compleja interacción de la liberación sexual femenina y económica, de la destrucción de la privacidad y el secretismo por la tecnología, de los matrimonios cambiantes y de los valores sexuales más liberales. Un cóctel magnificado en esta condición sexual

Estos hombres consideran a las mujeres unas reinas. Ellos piensan que la sangre que corre por nuestras arterias nos convierte en unos seres adorables, majestuosos, y calientes. Llevan toda la razón, las mujeres ya no somos solo las reinas de la casa. Las mujeres somos las reinas del sexo.

Somos la parte húmeda y fértil del planeta

Nuestra energía sexual es superior a la masculina. Tenemos un cuerpo sinuoso, redondo, aterciopelado, capaz de alcanzar el clímax no una, sino muchas veces. Por eso el corazón nos late más deprisa, pero se desgasta más despacio. Somos la parte húmeda y fértil del planeta.

Quisieron convertirnos en seres frígidos para mantener un orden social. Afirmaron que la virtud estaba en la virginidad, nos desearon castas y para ello se inventaron hasta cinturones, o incluso amputaron nuestro útero, o el clítoris, o los labios mayores y menores. Nos quemaron por hechiceras, por putas y por guarras, dijeron que éramos incapaces de disfrutar del sexo, pretendieron que la maternidad fuera nuestra única razón de ser. Escribieron en los libros sagrados que no teníamos alma.

En los años setenta unos científicos confirmaron que el orgasmo femenino existía. Y eso fue una revolución. Desde entonces, poco a poco, hemos ido ocupando el lugar que nos arrebataron. Bien lo saben aquellos hombres que disfrutan de sus reinas. ¿Cómo? Haciéndolas gozar a tope.

Hay muchas maneras de darnos placer así, pero una en especial nos ha dejado volar: cuckold. De hecho, la podríamos considerar como una práctica sexual extrema, puesto que se carga de un plumazo al menos un par de piedras angulares históricas de la relación de pareja en nuestras sociedades, a saber, el monopolio sexual y los celos.

El Cuckold o Matrimonio Cornudo es uno de los nombres que definen a estas parejas heterosexuales donde el varón es consciente de la superioridad sexual de su mujer y de su condición sexual donde no sólo la permite relaciones con otros, sino que la incita a mantenerlas. El marido cornudo debe ayudar a su esposa a ligar con otros hombres de manera proactiva, le deberá comprar ropa interior “especial” para la primera cita, actuará de chofer y acompañante al encuentro con el otro. Deberá esperarla de manera servicial, sin molestar, y estando siempre a disposición de su esposa o del amante de esta. Y luego incluso se postrará con devoción y deseo ante los restos de esa noche de pasión para dejar el sexo de su reina totalmente limpio.


Es evidente que un estilo de vida así puede resultar liberador para ellas... pero también para ellos. El marido deja de sentir la presión de comportarse como un macho alfa asumiendo su verdadera condición sexual. Su mujer se convierte en una figura a venerar, pero este tipo de veneración sexual altera las tradicionales relaciones de poder en la relación pasando todo el poder exclusivamente a ellas.

Cambiaron los tiempos y ahora son los chicos quienes tienen que portar los cinturones de castidad. Y hasta anillas y jaulas electrificadas para el pene que controlan sus más bajos instintos. Pero ya se sabe que sarna con gusto, no pica.


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