@CornudoFeliz, mi esposa suele decirme: “Mira como me coje, el sí sabe cómo, qué rico, su verga está riquísima, la tiene grande no como la tuya”

En el mes de marzo de 2011, vía twitter, tuve la ocasión de contactar con @CornudoFeliz. Muy pronto comprobé que se trataba de un cornudo consentidor auténtico y no otro de los muchos cantamañanas que circulan por la red con la fantasía de ser cabrones pero que no consiguen dar el paso y fantasean con identidades falsas y experiencias inventadas.

Después de conocer su historia le propuse hacerle una entrevista para el blog y que nos contara en primera persona su experiencia. La entrevista ha sido la más vista y leída en 2011 por los lectores del blog de corneadores, cornudos y esposas abiertas. Seguro que los lectores habituales recordáis su desgarrador testimonio: “Es mi esposa, pero también tu amante… atiéndela y disfrútala, tienen mi permiso. He aquí, un cornudo consentidor”.

Que lo que dice @CornudoFeliz es de interés para todos los que integramos esta comunidad es que alguna de sus reflexiones cornudas las incorporé directamente en el decálogo de este año: “10 Consejos para sacar de tu mujer la zorra que lleva dentro y para que tú puedas disfrutar del placer de ser un cornudo consentidor”. Vosotros, queridos lectores, habéis convertido este decálogo en una referencia para las esposas abiertas. De hecho, mucho de los comentarios, de las aclaraciones y dudas que habéis planteado a estos consejos me permitirán, próximamente, publicar el decálogo 2012, actualizado y revisado.

Por todo ello acabamos el año con una entrada que nuestro amigo @CornudoFeliz. Nos cuenta como conocieron a Ricardo, todo un corneador, no sabemos quién está más contento de tener a este macho como amante, si la esposa de @CornudoFeliz o el propio @CornudoFeliz. Podéis sacar vuestras propias conclusiones.



He descuidado un poco a Twitter, la carga de trabajo ha sido intensa pero espero compensar un poco mi ausencia con esta aportación ya que no sólo me gusta “contribuir a la causa” sino que escribir también me relaja (sobre todo en estos días) y como dicen por ahí: recordar es vivir.

Así que con la invitación de mi amigo @ToroCorneador, mando esta contribución a su blog y espero pueda ser de utilidad para todos aquellos cornudos consentidos y corneadores –en activo o que quieran serlo- y en general para todos aquellos cachondos que quieran echarle un vistazo a este estilo de vida.


Crónicas del @CornudoFeliz

Han sido días de jornadas interminables… viajes, reuniones, videoconferencias de madrugada y demás cuestiones de trabajo. Parecía que por fin mi esposa y yo tendríamos la oportunidad de salir juntos. El próximo viernes habíamos contemplado asistir a la última función de una obra de teatro que tiene muchas ganas de ver; pero como suele pasar en negociaciones de fin año, un imprevisto ha cambiado los planes. Pensé que mi esposa se molestaría al recibir la “mala” noticia ya que estaba muy entusiasmada, sin embargo, su respuesta fue indiferente. 

-Ah sí, ya me lo imaginaba… no te preocupes, voy con Ricardo-

De hecho, parecía estar aliviada de ir con Ricardo y no conmigo. En situaciones como esta es cuando viene muy bien tener a corneadores de confianza. Según me comentó, había puesto sobre aviso a varios de sus amantes por si yo le llegaba a cancelar y acertó en hacerlo. Decidió ir con Ricardo que es uno de sus amantes predilectos pero también uno de tres corneadores de confianza que tengo. Corneadores espontáneos de una sola noche van y vienen, pero los de confianza actualmente sólo son tres.



A Ricardo lo conoció hace tiempo en lo que mi esposa y yo llamamos “noche de miradas”, que consiste en llevarla a lugares públicos vestida muy sexy para atraer miradas y yo seguirla de lejos para poder excitarme viendo como los demás la observan con lujuria. Cuando Ricardo se le acercó a hacerle plática mientras mi esposa hojeaba algunas revistas en Sanborns, era evidente que hubo atracción y que Ricardo pudo sacarle una buena conversación. Procedieron a seguir charlando con un café en el restaurante del establecimiento y yo tomé asiento en una mesa a cierta distancia. Aunque no podía escuchar claramente lo que platicaban, las risas y las expresiones en sus rostros indicaban una buena química. Algunos minutos después, mi esposa le confesó todo: que era casada pero que a su marido le excitaba verla con otros y que andaba en busca de nuevos amantes para dicha aventura; después de cierta sorpresa y lleno de curiosidad, Ricardo le pidió más detalles. Mi esposa le expuso nuestra situación y le dijo que él había sido de su agrado y que si seguía interesado en pasarla bien con ella, dependía de él. Ricardo en un principio dudó de la situación y al parecer no estaba muy convencido pero a final de cuentas intercambiaron número telefónico y quedó de hablarle en unos días. Mi esposa pensó que no volveríamos a saber de él. 

–Es una lástima, es sumamente agradable y es guapo- comentó mi esposa en aquel entonces. 


Y suele suceder, que no todos los corneadores potenciales toman la proposición de la mejor manera. En el momento que mi esposa les dice de nuestro “vivant” sexual, muchos piensan que hay gato encerrado, otros que es algo desagradable, les da miedo o de plano sus intenciones con mi esposa son legítimas y hasta le proponen sacarla de “esta vida” (Ja Ja Ja!), pero es bueno para nosotros saber que tienen dudas y reservaciones, nos da una idea de con quien estamos tratando. 



Días después, Ricardo le habló a mi esposa y tras platicar un poco más acordaron una cita, conmigo incluido. Nos citamos en un agradable club de jazz. Al principio Ricardo se mostraba tenso, no era para menos pero aún con la tensión no dejaba de observar a mi esposa en ese corto, ajustado y escotado vestido negro que lucía espectacularmente y del que me jacté de haber escogido. En varias ocasiones atrapé a Ricardo observando detenidamente los atributos de mi esposa, algo que le provocaba soltar una sonrisa nerviosa a lo que yo respondía con aprobación tratando de tranquilizarlo. Al pasar los minutos, Ricardo pudo convencerse de que todo era genuino y una vez relajado, la plática fue muy amena y poco a poco fue dándole su completa atención a mi esposa, como debía ser. Fue fácil descifrar por qué a mi esposa le agradó Ricardo: un hombre de buen ver, ingenioso, seguro de sí mismo (una vez superada la idea del cornudismo consentido) con un toque de arrogancia y que la hacía reír a carcajadas con sus ocurrencias y comentarios. 



Como suele pasar, mi esposa dio el primer paso: pegándosele y tomando la mano de Ricardo para ponerla en su pierna. Ricardo volteó inmediatamente a mí, un gesto de consentimiento de mi parte fue suficiente para que la mano de Ricardo recorriera ampliamente su pierna. Poco a poco, su mano fue explorando otros lugares de mi esposa hasta llevarla a su vagina, mientras mi esposa sobaba su miembro por encima de su pantalón. El baterista de la banda de vez en cuando dirigía su mirada a nuestra mesa, apreciando la situación con una pícara sonrisa y sin perder ritmo alguno. Las caricias y manoseos entre mi esposa y Ricardo subían de intensidad discretamente hasta llegar a los besos. Aunque me encontraba al otro lado de la mesa, era como si yo poco a poco fuera desapareciendo, cada vez era menos relevante; ser ignorado para dar cabida a sus besos y manoseos provocaba en mí un exquisito torrente de adrenalina que sólo esa singular mezcla de celos y morbo puede brindar. 

-Bueno, creo que es hora de irnos a otro lugar no creen?- Propuso mi esposa, mientras Ricardo perdía la mirada en su rostro, como hechizado por ella.

-Si amor… o tú qué opinas Ricardo?- Le cuestioné… -Estoy a sus órdenes- contestó entusiasmado.


Dejamos el club, mi esposa y Ricardo subieron atrás en el auto. En el trayecto al hotel siguieron lo que habían interrumpido en la mesa del club. Para mí era difícil mantenerme concentrado en la carretera, resistirse a las imágenes del retrovisor era prácticamente imposible. Mi esposa empezó a desajustarle el cinturón y posteriormente escuché ése singular ruido que hace un zipper en su recorrido. Después, lo único que miraba en el retrovisor era el rostro de Ricardo con los ojos cerrados, haciendo muecas con sus labios. En la siguiente luz roja, eché un vistazo directo hacia atrás para ver como la cabeza de mi esposa se movía en un controlado sube-y-baja. 



Cuando por fin llegamos a nuestro hotel de costumbre, todo estaba listo, gracias al gerente que es amigo de confianza desde nuestros días de swingers principiantes. Ya en la habitación y mientras mi esposa se alistaba en el baño, parecía que regresaban los nervios de Ricardo, pero nada que unos tragos no pudieran remediar. Platicamos un poco, logrando ganarme aún más su confianza. Cuando mi esposa salió, me guiñó el ojo y se puso delante de Ricardo, pidiéndole que la desvistiera y así lo hizo. Me llevé una de las sillas a una esquina de la habitación y me puse cómodo. Cuando mi esposa quedó desnuda frente a Ricardo, siguieron los besos y manoseos, mientras ella le regresaba el favor de desvestirlo. Mi esposa hizo que Ricardo tomara asiento en la cama y le puso sus senos en su rostro, para que se diera un festín. Después mi esposa le dio un empujón juguetón, quedando Ricardo acostado, dejando a la vista una erección plena con la cual mi esposa procedió a hacer de las suyas. La mirada que ella me lanzaba mientras lamía y chupaba el pene de Ricardo provocaba en mí todo tipo de sensaciones; siempre que tiene el miembro de otro hombre en su boca y dirige su mirada a la mía, da como resultado una conexión tremendamente excitante para ambos, es indescriptible. Ricardo estuvo a punto de venirse, por lo cual le pidió a mi esposa dejarlo comerla un poco, ella le dio el gusto. Primero acostándose boca arriba y abriendo las piernas y después Ricardo la puso a gatas para comerla por detrás, no hubo rincón que la lengua de Ricardo no explorara en mi mujer, provocándole sensuales y suaves gemidos de placer. 

Ambos en cama, procedieron a fornicar en todas las posiciones, para su placer y el mío. Para ese entonces, yo ya me masturbaba en mi pequeño rincón de la habitación pero suele ser tan intensa la experiencia de ver a mi mujer con otros que es muy difícil controlarme y sólo me masturbaba por momentos. Por lo general, mientras mi esposa coje con otros me dice cosas humillantes, algo que en lo personal me excita mucho, pero todo depende de la vibra que exista en ese momento y esa vez no fue la excepción: “Mira como me coje! el sí sabe cómo! que rico!”, “su verga esta riquísima!, la tiene grande! no como la tuya!” y por su parte, los corneadores una vez que están cómodos con la idea (porque no pasa con todos) también me dicen cosas similares: “mira como goza tu mujer conmigo! Nunca podrás darle placer como yo le doy!”, “mira lo puta que es tu mujer… mira como lo disfruta!, le encanta mi verga!”, etc. En esa ocasión no fue el caso con Ricardo pero mi mujer estaba encantada en cómo la penetraba; hay ocasiones cuando los corneadores no suelen ser lo que aparentan o están incómodos y es obvio cuando mi mujer no está siendo complacida pero aun así trata de disimularlo para hacer lo mejor de la situación, para ser cortés y complacer al corneador a quién tratamos siempre como un invitado distinguido. 



Ricardo quería durar lo más posible y fueron varias las pausas que tuvieron para que no se viniera, pero llegó el momento que no pudo aguantarse más y procedió a venirse en el rostro de mi querida a petición de ella. Después de recibir hasta la última gota de semen, mi esposa suele acostumbrar a tomarse un buen par de minutos para que yo pueda apreciar como queda cubierta de ese blanco líquido viscoso, y con Ricardo los resultados siempre son interesantes. 

Después de esa noche, las citas con Ricardo se convirtieron en algo frecuente y nunca nos quedó mal. La química que mi esposa ha desarrollado con él es tremenda, se la pasan bárbaro. Para algunas citas no soy invitado pues mi esposa prefiere salir sola con él; si lo hace porque sabe que ese toque de humillación es excitante para mí o si lo hace por otra cosa no lo sé, hay una tensión sexual muy particular entre nosotros en ese aspecto, pero el resultado es el mismo y Ricardo se ha ajustado muy bien, ha entendido perfectamente su rol como corneador y sabe lo que tiene que hacer. 

Y mientras sigo refundido en cosas de trabajo, con la temporada navideña ya puedo ver algo de luz en cuanto a un buen descanso; mientras tanto, mi esposa tiene quien le atienda, como seguramente lo hará Ricardo este viernes. 

@CornudoFeliz

A continuación tenéis los enlaces para acceder a las anteriores entradas de @CornudoFeliz pero antes, incluye tu comentario. ¿Te gustaría ser un corneador de confianza de este amigo cabrón?


Un marido orgulloso de su mujer

Gloria nos envía un beso y el video que su marido realizó mientras un joven corneador introducía el estoque hasta la bola. 

A destacar: la belleza natural de esta maravillosa mujer, su soltura ante la cámara y, sobre todo, como el cornudo sin perderse detalle graba la escena y recibe, a través de la boca de Gloria, las embestidas del corneador. Sin duda, un marido orgulloso de su mujer. 

Gloria, sólo podemos decir que nos ha encantado el video, muchas gracias por tu colaboración. Esperamos más.


Cornudo: ¡No tires las radiografías de tu esposa¡



En estas fechas “tan señaladas”, muchas empresas recurren al tradicional calendario de chicas en pelota como una herramienta más para sus objetivos de marketing. Algunas empresas continúan esta tradición, muchos esperan ansiosos el calendario de Pirelli que recoge año tras año fotografías de algunas de las mujeres más bellas del mundo en poses sugerentes y parajes de ensueño. También hay empresas que superan lo tradicional, innovan y revolucionan los clásicos calendarios de pin ups. 



Así lo hizo el pasado año la empresa japonesa Eizo, que se dedica a realizar diagnósticos médicos por imágenes, es decir, las radiografías de toda la vida. En cada mes aparecía una modelo en una tradicional pose sensual y ligera de ropa, muy ligera, ya que la foto era una radiografía en ella la modelo nos muestra todo su interior. Sin duda, la idea es original, creativa y efectiva, el calendario ya ha dado muchas vueltas por el mundo. Muchos han opinado que estas imágenes denigran a la mujer y otros, sin embargo, han encontrado un punto de erotismo. Vosotros podéis opinar aquí.



Seguro que muchos de nuestros amigos lectores ya estarán pensando en coger la radiografía de su reina para enviarla a este blog y poner los dientes largos a los muchos corneadores que admiran la soltura de esas bellas esposas que nos siguen, que por cierto, cada vez son más. 

Como diría el imitador de Matías Prat: “estas chicas… lo enseñan, todo”.






Feliz Calendario Nuevo.







Carla y Paolo vacaciones en Martinica con guía corneador

El año pasado Carla y Paolo eligieron como destino para unas cortas vacaciones la isla de Martinica. Un enclave isleño en pleno Caribe y que fue descubierto por Cristóbal Colón en 1502. Unos cuantos años después, en 1635, esta isla montañosa de origen volcánico, pasó a pertenecer a Francia. La Martinica es una de las islas que forman el pequeño archipiélago de las Antillas menores. Seguramente os estaréis preguntando: ¿y este tío por qué nos suelta este rollo? Muy sencillo, el ser corneador, cornudo o esposa abierta no tiene que ser sinónimo de tarugo. Hablando de tarugos, luego veréis el del protagonista del video. 

Playas tranquilas, sol caribeño, paisajes tropicales, etc. En fin, el marco ideal para pasar una semana de vacaciones y desconectar de todo. Este era el objetivo de Carla y Paolo, pero casi al final de su estancia en Martinica, un chavalote negro muy simpático se les cruzó por el camino ofreciendo sus servicios de guía turístico. Paolo reconoce que la labia y simpatía del negrazo les sedujo al instante y aceptaron su invitación para guiarles a los lugares ocultos de la isla. Carla nos confiesa que mientras hablaban de las rutas a seguir, los tres sonrieron comprobando la sintonía que había entre ellos, a continuación, una mirada cómplice con su marido sirvió para darse cuenta de que ambos pensaban lo mismo: “al hotel”. 

Conocieron al chavalote casi al final de su estancia por lo que sólo tuvieron dos encuentros, suficientes para quedarse con ganas de volver. 

Atención, no perder detalle de cómo el negrazo bombea a la esposa de Paolo, -con potencia pero suavemente-, y como el condón se humedece de Carla. Otro detalle, deteneros y aprender, sobre todo los cornudos, como Paolo mostrando su anillo de esposo ejemplar- acaricia el pezón y levanta la camiseta para que todos veamos la escena, pero eso sí con tacto y cariño hacia el amigo corneador. 

Espero que os guste el video, tanto como le gusta al coño de Carla ser enrabado por el negrazo. Sobra el sonido. 




La Martinica, un placer de isla y un lugar ideal para pasar una semanita de vacaciones.

Hay que valorar siempre el trabajo de los guías turísticos.

Carla y Paolo, muchas gracias por vuestra colaboración y felicidades por unas vacaciones que sin duda serán inolvidables. 


Otras imágenes de Carla y Paolo
A continuación van algunas imágenes de Carla y Paolo en acción que nos censuraron y que volvemos a incluir para que las disfrutéis, esperando que no nos las vuelvan a retirar.






Como siempre, esperamos vuestra colaboración con comentarios que siempre enriquecen el contenido de este humilde blog.

A continuación el enlace de la anterior entrada de Carla y Paolo, que demuestra su predilección por los chavalotes negros:




Marce, me dijo mi esposa, ya has visto lo que querías ¿puedes esperar ahora fuera? me pone violenta que estés aquí

Siempre os hemos dicho que no hay que glorificar en demasía la fantasía de "cornudo consentidor y testigo de la cornada". Así como os recomendamos que jamás presionéis a vuestras esposas a que hagan algo que no quieren, también os decimos a los aspirantes a cornudos que debéis estar seguros del paso, hay que llevarlo con calma. "Ante todo, mucha calma".
En esta entrada nuestro amigo Marce nos narra en primera persona una relación que el buscó pero que luego no cumplió sus expectativas. Ahora bien, yo creo que sí leemos entre líneas no os quedará duda de que el amigo Marce volverá a repetir y seguramente hará de mamporrero. A veces las cosas no son como te las imaginas, si no mejor.
Y, por favor, no seáis tacaños con los comentarios... seguro que le ayudan mucho a Marce y a su esposa Anabel.

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Os envío mi historia sobre unos deseados cuernos consentidos, que se convirtieron en unos no deseados.
Espero vuestra opinión. Un saludo.
Marce.


Hacía más de dos años que lo estaba intentando y al fin, mi mujer accedió. Contactamos con un chico a través de este blog. 

Esa noche mi esposa iba a ponerme los cuernos. El chico llegó puntual. No me pareció bien quedar en ningún hotel y lo hicimos por la tarde en nuestra casa. 

Mi esposa ya estaba preparada, recién bañada. El chico llegó y saludó. Era muy educado. 

Sobre todo, nada de humillación ni nada de eso, ¿eh? le dije, eso sí que no me gusta.  No te preocupes me contestó tampoco me gusta mucho a mí, a no ser que me lo pidan. 

Mi esposa estaba muy nerviosa. Llevaba la braguita y el sujetador y comencé a masturbarla despacio. Poco a poco se iba calentando y el chico fue desnudándose y tocándose un poco.


Mi mujer se quitó el sujetador y cuando el chico vio como ese sostén de la talla 110 caía y las preciosas tetas de mi esposa se descubrían, tuvo una erección de caballo fue entonces cuando empezó a ponerse el preservativo. Yo, me sentí un poco raro… 

Se acercó a mi esposa y preguntó. ¿Estáis seguros, verdad? Como es la primera vez. Mi esposa no dijo nada, yo le dije que sí, que adelante. 

Le acercó la punta del capullo a su raja y se la metió muy despacio. Mi mujer suspiró. 

El chico le había metido unos 10 centímetros, más o menos, y bombeaba muy despacio mientras acariciaba a mi esposa. Ella estaba nerviosa, pero se dejaba hacer. 

El le hablaba susurrándole. ¿Estás bien? Le dijo. Sí, muy bien, le contestó Anabel. Todo entre susurros. 

Era como si yo no estuviese allí y me sentí un imbécil, pero bueno, era a lo que venía el chico, para eso le había llamado ¿no? 

El chico seguía bombeando muy suavemente y mi mujer comenzó a jadear un poco. Voy a metértela entera, le dijo el chaval a mi mujer. Ella no dijo nada y el, sin dejar de bombear, fue metiéndola un poco más hasta que le metió el rabo por completo. 

Ahora sólo la sacaba un poco, unos tres centímetros, y la volvía a meter hasta los huevos. Le estaba practicando una penetración muy profunda. Anabel comenzó a gemir. 

Al cabo de un rato, al fin se percataron de que yo seguía allí y el chico preguntó: ¿Quieres que me corra dentro, o me quito el preservativo y acabo en sus tetas? 

¡Hombre, no jodas¡ le dije yo, “córrete en el condón pero fuera de ella, a ver si se va a reventar la goma, jodemos el invento y me la dejas preñada”. Vale, vale, me dijo él. Mientras, las tetas de mi esposa se movían como flanes, arriba y abajo. Bombeó unos segundos más, sacó la polla de dentro de mi mujer, se pegó un par de sacudidas y llenó el condón. 

Mi esposa se quedó algo insatisfecha, lo noté. 

¿Qué hago con esto? me dijo. Trae, que lo tiro, y me llevé el condón a la basura. El hijo puta este saca casi el doble de leche que yo, pensé.

"Me sentía como un gilipollas"
Me quedé un rato en la cocina, sin saber qué pensar. Si os digo la verdad, la experiencia no me estaba gustando. Me sentía como un auténtico gilipollas. Me lavé las manos y torné al cuarto para despedirme del chico y decirle que ya valía por hoy. Pero joder, cuando entré, contemplé como el muy cabrón ya se estaba poniendo otro condón. 

Cariño, me dijo mi esposa, ya has visto lo que querías, ¿puedes esperar ahora fuera? Es que me siento muy violenta. Joder, y me salí del cuarto cerrando tras de mí. 



Qué mal rato, me cago en la puta. Además, no oía nada, no sé qué cojones estarían haciendo. Al cabo de unos minutos Anabel comenzó a gemir de nuevo y las embestidas del chaval se escuchaban perfectamente “plas, plas, plas, plas” ahora el muy cabrón la estaba follando a saco, como un animal. El somier chirriaba como si fuese a partirse y mi esposa rebuznaba como una burra. 

¡Me cago en la puta! me dije a mi mismo, no me he acordado de recordarle al cabrón este que se corra fuera del coño. Estuve apunto de entrar un par de veces, pero me quedé fuera, no quería quedar por más gilipollas de lo que era. 

El cabronazo pegó un par de gritos y se corrió. Mi esposa gritaba con él. Joder, seguro que se ha corrido dentro, será hijoputa. Salió y se fue al baño. Entré al cuarto y mi esposa estaba completamente despatarrada. El hijoputa había vuelto a llenar el condón. 

Salí al recibidor a despedirlo todo lo dignamente que pude. Llamadme cuando queráis, me dijo, y añadió “tu mujer es estupenda, espero haberla dejado satisfecha". Sí hombre, no te preocupes. 

Cuando volví al cuarto no sabía que decir a mí esposa y opté por: ¿Te ha follado bien? Sí, bien, me respondió Anabel. ¿Te has quedado a gusto? Tras un breve silenció, me dijo, “sí, sí… muy bien”. 

Estuvimos un minuto sin hablar y al fin le pregunté: ¿Se notaba mucho que la tenía más larga que yo? No, no me he fijado (joder, me estaba mintiendo) 

Y, ¿te ha dado mucho gusto cuando te la metía tan hondo? Bueno, normal, me contestó (Dios, no me lo dice para no herirme, se le nota) 



Nos echamos a dormir. Yo tuve que levantarme dos veces a masturbarme, pero me encontraba fatal. Pasaron unas semanas y no volvimos a hablar del tema, hasta que un día le pregunté: “Oye, ¿cuando yo estaba fuera del cuarto, el cabrón no se correría dentro de ti? A lo que me respondió, “chico, no pasa nada, llevaba preservativo”. Pensé, “me cago en la puta, le digo que no lo haga y en cuanto salí fuera el hijoputa hizo lo que le salió de los cojones”. No paro de pensar en que sí se llega a joder el condón y mi mujer se queda preñada, sería su responsabilidad por consentirlo. 

No creo que repitamos la experiencia pues sinceramente no me ha gustado nada. Os comento esta historia para que me digáis si a alguno de vosotros le ha pasado algo parecido. 

La conclusión que saqué es que vino un tío a mi casa, se metió en mi cama, le echo un par de polvazos a mi mujer, que a sus cuarenta años está buenísima, y se marchó. Y lo peor de todo es que yo le había llamado para ello. 

A veces las cosas no son como te las imaginas.
("UA-21720468-1")