Voy a ser cornudo en agosto, por fin¡

Hola Alberto,

Descubrí tu blog hace unos años y aunque muchas veces he pensado escribirte creo que ahora es el momento oportuno.




Mi mayor sueño erótico es ver a mi mujer follada por otro hombre. Me ha costado convencerla pero por fin se ha decidido. Lo haremos estas vacaciones en Madrid (tierra de corneadores)

Hemos contactado con un amigo corneador y desde entonces no paro de pensar en ello.

Llevamos casados 19 años. Mi esposa tiene 42 años años y yo dos menos que ella. Todo nos va bien, hemos formado una familia y somos felices y aunque tenemos una vida sexual satisfactoria desde hace algún tiempo le llevo comentando que me gustaría que un hombre con un pene más grande que el mío la penetrase. Alberto, es muy fácil encontrar un pene que sea más grande que el mío ya que sólo dispongo de 15 cm en máxima excitación. La verdad es que cuando vemos alguna peli porno y observamos los rabazos que se gastan los protagonistas nuestro deseo crece, sobre todo el de ella.

Al principio mi esposa no era partidaria pero al final la he convencido. Puede resultar cursi lo que te voy a decir pero lo hago por amor. En mi opinión, ella merece saber lo que se siente al ser follada por una buena polla. Se lo debo.

Pensé en recurrir a ti para que me pusieras en contacto con alguno de tus amigos corneadores pero como me consta tu falta de tiempo, y esto algún día tendríamos que reconocértelo todos los maridos cornudos, puse un anuncio. A través del anuncio contactamos con un chaval majísimo. Un tipo culto, sabiendo estar y que se gasta un cipote del 21. Estoy muy contento.

Te envío una foto de mi esposa y otra de los dos rabos, sobra decirte cual es el mío. Podrías poner en el blog los dos rabos enfrentados con el texto: ¿compara y elige? La pregunta que le hice en ese momento a mi esposa. Alberto, ¿crees que ella tendrá alguna duda?

En septiembre te contaré como ha ido la cosa y espero enviarte fotos si mi esposa y nuestro nuevo amigo me lo autorizan.

Alberto, muchas gracias por la importante labor que haces.



Así lo espero. Ojalá que en septiembre tengas buenas nuevas que contarnos. Sólo te puedo decir que disfrutes del momento como estoy plenamente convencido que lo hará tu bella esposa.

Roberto, marido de Carla: “Yo no era un esposo swinger, lo mío es ser un pedazo cornudo”

Hola Alberto:
Te escribo desde el sur de México. Mi esposa Carla tiene 34 años y yo soy Roberto, de 41 años. Carla es bajita, delgada, con poco busto pero precioso como ves, unas piernas bien torneadas y un culito delicioso. Es madre de dos hijos pero su cuerpo es la envidia de muchas jovencitas. Su cara es divina, si. Seguro que los lectores y lectoras de tu blog pensarán que les hablo con ojos de amor pero te aseguro que no he conocido a nadie que opine lo contrario.



Nos iniciamos en este mundo como muchas otras parejas, buscando diversificar nuestra relación. Queríamos más sal y pimienta en nuestra intimidad. Ojo Alberto, nuestra relación dentro y fuera del dormitorio es maravillosa pero el sexo, sin ser malo, se había vuelto monótono y previsible.

Empecé a introducir juguetes en nuestras relaciones, a ver más porno y hablar de fantasías. En aquellos principios, aprovechaba a sacar el tema cuando había alguien más con nosotros, que por lo general eran hombres y así decidimos empezar en el swinger.

Te confieso que lo del swinger nunca llegó a cuajar. Fuimos a reuniones, fiestas… pero no encontrábamos lo que buscábamos. A veces nos gustaba la esposa de la pareja con la que hablábamos pero a Carla no le gustaba el marido. Yo le di a Carla todo el tiempo del mundo, y su espacio, pues se trataba de que los dos disfrutáramos de la experiencia.



Como te digo Alberto, decepcionados de aquellas reuniones swingers, decidimos experimentar con un trio. Incorporar a un chico o una chica y sería la suerte la que decidiría el genero. La suerte se decantó por el chico.

Había que iniciar la parte que yo considero más difícil, sobre todo cuando eres nuevo y careces de experiencia. Cuanto bien harías Alberto si también ayudaras a las parejas que como nosotros empezamos a buscar y encontrar a esos hombres corneadores que saben tratar a una mujer casada delante de su marido.

Pronto contactamos con algunos singles pero al conocerlos por skype o en persona mi esposa se echaba para atrás. No se animaba, me decía yo quiero “un chico muy guapo”. Alberto esto me desesperaba. 

A los pocos días, buscando en una página de contactos apareció el perfil de un chico cubano que vivía en nuestra ciudad. Mi esposa pronto se interesó por el chico ya que siempre tuvo fantasías con los hombres de esa maravillosa isla. Contactamos y le envió varias a fotos a Carla. Las imágenes le encantaron, físicamente era lo que quería mi esposa: guapo, moreno claro, buen cuerpo y bueno, un rabo descomunal. Ella quería sobre todo eso, un buen rabazo. A todos sus atributos se añadía uno que yo creo indispensable, fue muy agradable y educado.



Llegados a este punto si quiero aclararte Alberto que no estamos en esta fantasía porque yo tenga un micropene. Lo tengo normal o dentro del promedio, es decir, entre 15 y 16 cm. Pero mi esposa no quería alguien dentro del promedio y ella se merecía y merece lo que quiera.

Recogimos a nuestro amigo en su casa y fuimos directos a un motel. Yo había metido en la bolsa una botella de ron y unas cuantas cervezas. En el motel empezamos a platicar y para entrar en calor comencé a besar a mi esposa delante de nuestra amigo. Mientras besaba le preguntaba al oído si estaba segura y lista, mirando al cubano pero con un tono entre cómplice y morboso me aseguro que “estaba listísima y segurísima”. El amigo cubano se tomó una ducha y salió de ella tapándose con la toalla. Carla se sentó al borde de la cama y yo me dirigí a ponerme un trago dejando vía libre al cubano para que empezará a entrar.



Trago en mano, me senté en el sofá. Ya saben todos, ese sofá que está en una de las esquinas de la habitación del motel que te permita una vista privilegiada de la cama. El cubano empezó a besarla y pronto Carla le respondió también con otros besos. Poco después se quitó la toalla y pudimos comprobar lo que tenía entre sus piernas, Alberto, era impresionante. Creo que más de 22 cm de rabo y mucho más gruesa que la mía. En resumen, dos pollas mías por ancho y por largo. Para que os hagáis una idea, llevé los condones estándar y con mucho trabajo le podía entrar de ancho y, por supuesto, el condón no le cubría todo el rabo, había un gran espacio desde el arranque la polla hasta la boca del condón.



Alberto, que conste, no soy homosexual, pero te reconozco que no me quedó otra que admirar ese pedazo de rabo. Miraba al rabo y a continuación miraba a los ojos de mi esposa, comprobando el deseo que ella tenía por empezar.

Como os decía al principio se trataba de un trío, los dos para ella, pero me quedé petrificado en el sillón, no podía levantarme para unirme a ellos. Ahí estaba, sentado como un cornudo, viendo y disfrutando el espectáculo; mirando como mi querida esposa, compañera fiel en los últimos catorce años de mi vida, se había transformado en una mujer entregada totalmente a un desconocido y con más ganas que las empleadas conmigo en los últimos años.



Fue una sensación extraña que disparó en mi un sudor frío nada más ver como mi esposa le tomó el miembro, aún no del todo erecto, y empezó a acariciarlo. Se estaba comportando como una auténtica puta. Las caricias de mi esposa eran respondidas por el cubano y sobra decir a donde se dirigían. Alberto, fue en ese momento cuando me convencí, no había vuelta atrás, mi esposa estaba en un plan de puta total, disfrutando y haciendo disfrutar a nuestro nuevo amigo. Yo seguía impasible, sólo mis ojos estaban en funcionamiento. Ya tenía claro que mi papel sería a partir de ahora de mirar ver como disfrutaba mi esposa y admirar como lo hacía su amante. Yo no era un esposo swinger, lo mío es ser un pedazo cornudo y estaba comprobando que mi nueva posición me producía un placer especial que nunca antes había sentido.

No pude quitarme la ropa y tenía una calentura considerable, no recordaba el tiempo que hacía que no lo notaba así. Tuve miedo de sólo rozarme por fuera pues seguramente me hubiera corrido de inmediato.



La sesión transcurrió follándosela de muchas formas diferentes. Empezó, dirigiendo a mi esposa para que se pusiera arriba, dándome el culo y pensé que el rabo del cubano no le entraría al completo pero le entró, toda, absolutamente toda y pronto mi esposa empezó a cabalgar de arriba hacia abajo, con deseo. Por detrás, pude ver la espectacular penetración y como el movimiento hacía que los labios vaginales de Clara engulleran el rabo del cubano. Después de un rato el cubano se puso arriba y mi mujer abrió las piernas como una atleta de gimnasia rítmica, lo hacía para que le entrara toda la polla del cubano. No me lo creía pero estaba ocurriendo y sin saber el número de orgasmos que en esos momentos mi mujer había gozado.

Un momento cumbre, fue cuando el cubano la levantó y la puso a cuatro, de perrito, en posición para que me mirara de frente, directamente a los ojos. Detrás, el cubano de rodillas, empujaba una y otra vez. Carla jadeaba y en unos de esos momentos me dijo: “gracias, te amo”. A su gesto de vicio yo sólo pude responder con una tímida sonrisa. No sabía que mi esposa podía llegar a esa situación. Yo creo que ni ella misma se imaginaba como la mujer que estaba gozando al máximo con un desconocido, delante de su marido y padre de sus hijos.



Después de un buen rato, Clara me ordenó, “ven”. Sólo entonces me puse de mi pie, me acerqué a ella e instintivamente abrí mi pantalón. Mi esposa me hizo una mamada deliciosa acompañada por la cadencia del vaivén que en su cuerpo producían las embestidas de Diego (el nombre de nuestro amigo cubano) No terminé corriéndome en la mamada, antes de que se produjera me retiré y pude contemplar como terminaban ellos, bueno, como terminaba Diego porque mi mujer llevaba varios orgasmos.



Después que Diego terminó, aclaro: en el condón, se levantó y fue al baño. Entonces Clara se giró mirándome y estirándose sus brazos me dijo, “ven mi amor, ahora te toca a ti”. Alberto ese momento fue de un morbo y excitación máxima, como jamás lo había experimentado. Sobra decir que la penetré y que casi no sentía su vagina alrededor de mi polla, unos minutos antes había tenido dentro el pollón de Diego. No sé si por complacerme o porque realmente lo sentía, Clara jadeó y se corrió de forma espectacular, también es verdad que después de todos los orgasmos que le había dado Diego era lógico que todavía siguiera alcanzando esa cota de placer al seguir follando, aunque fuera con su marido. Estaba claro que mi polla le debió de producir una excitación psicológica y no física. Me corrí pero no supuso un placer mayor que el experimentado mientras veía a Clara y al cubano follando. Salió Diego del baño, en silencio mi esposa y yo entramos a ducharnos. El silencio continuó mientras nos fuimos de regreso a casa.



Alberto, por espacio no agrego las demás experiencias, sólo comentarte que hemos estado con cuatro hombres, en trío cornudo, desde entonces. Pero las experiencias han resultado muy positivas ya que Carla ha querido repetir y lo ha hecho porque siempre ha quedado con buen sabor de boca.

Yo, Alberto, nada le puedo prohibir, ella elige, ella decide, ella… La amo con todo mi corazón y sé que soy totalmente correspondido por ella, lo que ella decide yo lo apoyo siempre, sin condiciones. Podrán decir de ella que es pesada, elitista o selectiva; a mi me da igual mientras la vea así, libre y liberal, dueña del poder y con confianza en sí misma como así se ha reflejado en nuestra vida sexual y en todos los demás aspectos de su vida. Carla proyecta un magnetismo especial y actúa siempre con mucha seguridad.

Por cierto, en diez días se va de viaje, de fin de semana, con uno de sus amigos. Yo esta vez lo único que he hecho es comprar el ticket de avión y cuando se vaya, quedarme en casa cuidando de los niños. Le he pedido que haga fotos o videos de esos momentos pero me ha dicho que no me promete nada. Entonces, cuando le pregunté por lo que iba a traer de sus minivacaciones de fin de semana, me respondió: “un bote de lubricante vacío”.

Estamos en contacto.



Alberto, las fotos que te he enviado son reales, cómo podrás comprobar en las que incluyen la dedicatoria. Ahora bien, te puntualizo que en las fotos en las que no está sola no son del día de la primera cita con el cubano, son imágenes tomadas por ella y por mi en nuestra casa, el amigo que sale sí es el cubano y el fotógrafo era yo. La verdad es que debo aplicarme y tomar muchas fotos y videos de nuestros encuentros pero ella no se anima a dejarme dar rienda suelta a mi gusto de documentarlo todo.

("UA-21720468-1")