El AS DE PICAS lo dice todo (1/2)

Tenía pendiente publicar algunas imágenes en las que el as de picas es el protagonista. Aclaro, la protagonista es la esposa en plena acción y que está diciendo al mundo lo que le gusta pero en este caso y para los muy fetichistas de esta fantasía ver el as de picas es como ver el escudo de la bandera, la insignia de tu equipo de fútbol o el símbolo de pertenecer a una tribu en la que encuentras a gente como tú y que le gusta lo que a ti.

Y es que amigos y amigas, el emblema del as de picas es uno de los símbolos que ha calado en el mundo del sexo y ha dejado claro a que práctica sexual se refiere.

Incluyo a continuación fotos que me han enviado seguidores del blog. Ojo, son fotos que no están verificadas y que han sido robadas de blogs, webs de temática cuckold o de rebotes entre amigos.

En todas ellas aparece el as de picas y me tenéis que reconocer que con su sola presentación en la piel de una mujer remarca su belleza, su libertad sexual y su claro mensaje: "mi marido es un cornudo".

Solo una reflexión. En estas imágenes podeis observar que la mayoría de las mujeres son anglosajonas y es que este tipo de prácticas son más habituales en estas zonas y claro también se denota una clara preferencia por los corneadores negros. Ya decía la canción, "mami qué será lo que tiene el negro". Afortunadamente este tipo de juegos ya se dan en todo el mundo, os sorprenderíais si publicara los países donde más éxito tiene este blog.

Ahí van, y vuelvo a recordar, no son imágenes verificadas. Gracias.





























Mi esposa y yo ahora estamos más unidos que nunca y no me oculta nada (que yo sepa)

Una de las posibles consecuencias que suele propiciar este tipo de prácticas es una mayor complicidad en la pareja. Cuando la esposa acepta dar el paso y el marido empieza a recibir un torrente de sensaciones al comprobar como el matrimonio se abre esta nueva situación suele dar una unión en la sexual entre ellos. Subrayo el "suele" porque no siempre se produce.

Sobre lo anterior aquí va un correo, la confesión de un seguidor del blog que junto a su esposa ya se encuentran en un nivel avanzado en este tipo de fantasías. Aún me acuerdo de aquellos primeros correos de este marido cornudo que deseaba ver a su esposa en brazos de otro y su impotencia al no conseguirlo, pero lo logró. Lean lo que me acaba de escribir.



Buenas tardes Alberto.

El domingo mi esposa me pidió ir a almorzar a la casa de su amiga, en donde se suele encontrar con su amante habitual.

Yo me quede en casa con los niños. Ese día se encontró con un nuevo cuerno, un muchacho con el que ya estuvo varias veces pero en el pasado. Como en la casa estaba el marido de la amiga, mi esposa y su nuevo amante se fueron en el auto de él hacia unas calles solitarias.

Por el camino mi esposa le bajó el pantalón y se puso a mamarle la pija, que la tenía como una piedra de dura y era muy grande me dijo, chorreaba de líquido transparente de lo caliente que estaba. Al estacionar bajo una sombra continuo chupándole la pija hasta que el tipo se corrió en su boca y mi bella esposa tragó todo su semen, no dejó caer ni una gota. 

Luego de eso pasaron al asiento trasero del sedán y la penetro de cuatro, con fuerza y ordenándole como hacer las cosas. Según me dijo mi esposa le gustó mucho... La cogió sin forro, piel con piel y le pregunto donde quería que vuelva a largar y mi esposa le dijo que en la cara y largo tres grandes chorros de semen que le llenó la bella cara de mi esposa y el pelo de leche, también se fue por el asiento del auto, esto lo comprobé después cuando tuve que limpiar los asientos.

Después, su nuevo amante se fue y mi esposa volvió a casa de su amiga y empezó a informarme de toda su aventura con el muchacho, me estuvo dando todos los detalles. Me puso tan caliente y me sentí tan feliz por ella. Luego me dijo a la hora que debía ir a buscarla.

Ya en casa, por la noche, hicimos el amor y le chupé la concha, estaba tan mojada y rica. Presentaba un hinchazón húmedo y la noté tan cremosa.

El día siguiente, lunes, mi esposa me confesó que después del encuentro con el muchacho volvió a casa de su amiga pero no para charla con ella si no porque había quedado allí con su amante habitual (no digo el nombre del amante a petición del cornudo) Su amante la recogió en su vehículo y también estuvieron juntos. Ninguno de los dos tenían condones por lo que su amante se vino dentro de ella. Yo creo, Alberto, que lo que estuve lamiendo y me parecía crema en la vagina de mi hermosa mujer, lo que sentía, era la corrida de su amante.

Mi esposa no deja de sorprenderme y admiro su habilidad para que me haga creer que conozco todos los detalles de sus encuentros para después, al cabo del tiempo, referirme algún detalle más con lo que mantiene la tensión emocional y sexual.

Alberto, desde que estamos en esto estamos más unidos, mi esposa no me oculta nada (que yo sepa) y estamos encantados con nuestra nueva vida sexual.
Gracias.


No, gracias a ti, amigo. Tu experiencia y testimonio hacen grande esta entrada y demuestra la felicidad que disfrutas como consentidor. No olvides darle un beso a tu esposa de mi parte.

C. el marido: "Se pasaron las manos por la cintura y me dejaron atrás, veía como ese desconocido corneador metía su mano bajo la falda de mi esposa"

Estaba preparando una entrada en la que os quería contar las impresiones de algunos maridos consentidores en los previos al encuentro con el tercero, el corneador.

El objetivo era que los maridos o novios me confesaran sus emociones en esos mágicos momentos. Me refiero al instante en que se produce el “match” entre el amigo que acude a la primera cita y la esposa, ese primer momento y en el que se empiezan a cumplir los deseos de los maridos aspirantes a cornudos.

Por lo general, es el marido quien más trato tiene con el corneador antes de la primera cita. Hay excepciones pero casi siempre es el cornudo el que selecciona a los candidatos y para esa elección es imprescindible esas charlas telefónicas, ahora sustituidas por whatsapp o telegram en las que el marido explora los argumentos para la elección. Está claro que la última palabra, casi siempre, la tiene la esposa pero el primer filtro lo pone el marido-cornudo, es indudable.

Bien, pues mi objetivo era saber que sentían esos maridos amigos en el momento en que el corneador le da el primer beso a su mujer o directamente dirige su mano por debajo de la falda suelta al rincón de ella.

Hablé con mi amigo C., esposo de V., para que me diera su impresión y me regaló por escrito su testimonio. No he cambiado una coma, lo publico tal cual me lo envió C. y lo acompaño de las imágenes que él mismo me facilitó del citado encuentro.

Más adelante, publicaré esos testimonios de maridos que como C. me confiesan lo que sienten en esos mágicos momentos previos a…

Disfrutar de la experiencia de C. y V. Solo una cosa más, para los que hemos tenido el privilegio de experimentar desde el otro lado, del corneador, ese primer match en la primera cita delante del marido somos los únicos que sabemos valorar ese maravilloso placer, cuando se genera la complicidad entre la esposa y el amigo corneador.



Hola, Alberto.

Después de la cena, ayudé a V y a su amante a ponerse los abrigos. Les abrí la puerta y salieron como una pareja normal del restaurante. Se pasaron las manos por la cintura y me dejaron atrás.

Les seguía a unos pasos detrás de ellos. Mirando sus movimientos, sus risas, sus besos… era una sensación maravillosa e impensable para mí. Ver a la mujer que más quieres y adoras abrazada sin resquicio a un tío casi desconocido cuya única finalidad es follársela. Piensas tantas cosas.

Piensas si no te habrás equivocado, piensas si realmente es lo que tantas veces has deseado, dudas de si va a ser todo tan perfecto como en vuestras fantasías. Piensas, incluso, que quizá sea el momento de echarse para atrás. Pero en ese momento ves cómo la mano de él se desliza por debajo del abrigo y entra por debajo de su falda. Sientes un fuerte hormigueo por el pecho y notas cómo se acelera tu pulso, notas el corazón latiendo fuerte y parece que la caja torácica vaya a estallar y piensas: “Sí, esto es lo que quiero. Esto es lo que realmente deseo”. Entonces te relajas un poco y sigues el camino detrás de ellos, haces alguna foto para el recuerdo, miras a los ojos a la gente que se cruza con vosotros y te parece que entienden la situación (o quizá piensan que eres un pajillero que se dedica a perseguir parejas), pero te encanta la sensación de ser cornudo y de hacerlo público.

Cuando llegas al hotel, sientes la misma sensación, cuando te mira la recepcionista con cierta comprensión y profesionalidad, pero con una sonrisa de complicidad con la pareja. En el ascensor mientras se morrean no hay espacio para nadie más que para sus magreos, los mismos que acompañan el camino hasta la puerta de la habitación. En ese momento abres la puerta mientras ellos se siguen morreando apasionadamente. Sigues siendo el que facilita la velada. El que ayuda a la pareja. Las manos de él tocan lo que pueden y las de ella se centran en cogerle la cara para morrearse.

Estás tan cerca y eres tan cornudo que lo único que sientes en ese momento es alegría y excitación.

La ropa va desapareciendo de sus cuerpos y ella te dice que tú también te quites la ropa. Que te pongas a masturbarte mientras él la folla bien duro. Oyes sus gemidos y te preguntas si contigo disfruta tanto. Te parece que le está gustando más que cuando folla contigo. ¿La folla más fuerte? ¿tiene más intensidad? ¿tendrá más aguante? ¿disfruta con él más que contigo? Oyes cada embestida y la oyes acompañada de cada grito. Cada vez más fuertes las embestidas y cada vez más fuertes los gritos, mientras tú sigues pelándotela como un mandril a su lado. Disfrutando del espectáculo pero sin molestar a la nueva pareja.

Finalmente él se corre abundantemente, llena de esperma a tu chica y la almohada sobre la que vas a tener que dormir. Es el momento de los besos, las caricias y las despedidas. Parecen, sin lugar a dudas, dos enamorados después de su primer encuentro. Y tú los miras y, realmente los admiras. Admiras a ambos por el espectáculo que han dado, por ser capaces de hacer lo que han hecho. Todavía no te has corrido y deseas follarte el coño usado de tu mujer o, mejor dicho, a la que un día fue tu mujer. Pero ellos siguen abrazados, siguen acariciándose y dándose cariñosos besos. Es su momento y sabes que no puedes interrumpir. Te detienes en mirar la polla que te ha hecho cornudo, un gran cornudo, y solo tienes agradecimiento hacia ese gran corneador. Hacia tu chica, solamente amor.


Obviamente, lo que sintió C. no se puede extrapolar a otros maridos pero en las charlas que he tenido con bastantes cornudos consentidores esa macedonia de sensaciones, a veces contradictorias, es muy parecida a la que sienten los maridos esa primera vez. Una cosa es la charla con la esposa, imaginarse cómo será el momento y otra muy distinta es cuando el marido siente en directo la realidad de su tan ansiada fantasía. Que mejor canción para ese comento que Magic Moment del genial Burt Bacharach para ponerle banda sonora a ese momento.


Quiero agradecer a C. y V. su confianza por hacerme notario de sus experiencias.

A continuación podéis acceder a los enlaces de anteriores entradas en las que ellos, y su corneador de turno, son los protagonistas.

C. y V. (I) contactan con el blog: “fue una de las mejores experiencias de mi vida ver como otro hombre se follaba a mi mujer y tenía la necesidad de contárselo a alguien”

C. y V. (II) la entrevista. Carlos: "pasaron unos segundos interminables hasta que agarré el rabo engomado del corneador para dirigirlo al coño de mi esposa, lo tenía tan abierto y mojado que entró con absoluta suavidad"

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