Cuando el marido le dice a otro hombre: ¿Quiere acostarse con mi esposa? o cuando el tercero es un saltimbanqui

Mis queridas amigas y amigos, llevaba más tiempo de la cuenta sin dar señales de vida pero por motivos placenteros y no ajenos a mi voluntad he incumplido mi sagrado deber de entregar los correspondientes contenidos en estas últimas semanas. Ruego me disculpéis.


He podido comprobar que el número de comentarios para el blog va en aumento lo que me llena de orgullo y satisfacción. Muchos de esos comentarios no verán la luz por razones que ya sabéis: no ser correcto ni respetuoso, dar números de celulares que no podemos asegurar que sean de la persona que dice ser o simplemente porque no añaden nada interesante al blog. Os recomiendo, eso sí, que os registréis para que podáis interactuar con mayor facilidad.

Este tiempo, mis queridos cabrones, no penséis que he estado perdiendo el tiempo. Hoy os puedo adelantar que en breve publicaré una interesante entrevista con una pareja que juega a esto y podréis comprobar la belleza de la esposa, Ventura, una maravilla. También tengo casi terminado unas recomendaciones básicas para aquellos que queréis cornear y una actualización de mis diez consejos básicos que es una de las entradas con más visitas del blog, por algo será.

¿Quiere acostarse con mi esposa?
Uno de mis periódicos favoritos es La Vanguardia, un ejemplo de periodismo de máxima calidad. Desde la información hasta los artículos firmados, pasando por sus reportajes, información gráfica, es difícil encontrar en España un diario de esta calidad. Una pena que desaparezca el papel y que se pierda esa sana costumbre de abrir sus páginas y encontrarse con la columna esporádica de Don Joaquín Luna, maestro del periodismo.

El pasado 9 de diciembre, en las páginas de opinión de La Vanguardia, concretamente en la 32, la columna de Luna me impactaba por su titular: ¿Quiere acostarse con mi esposa? Yo soy de los que se paran en la columna de Luna independientemente del titular pero comprenderéis que con ese mensaje leí su artículo con especial atención.



En la tercera línea el genial columnista, periodista y escritor nos hacía partícipes de la invitación que un matrimonio de Guadalajara le hacía para visitar Madrid por Navidad “a fin de tener relaciones sexuales con la esposa”. Lamentablemente para este matrimonio la respuesta de Joaquín Luna fue negativa pero respetuosa como corresponde a un caballero cuando está por medio la esposa y el marido.

Luna, siguiendo el tema de esta columna, apuntaba: “De mis tiempos en París… certifico que existen hombres cuyo placer es ver lo que es capaz de hacer, decir y soltar su pareja cuando está con otro hombre, espectáculo en el que encuentran eso que llamamos morbo, un refinamiento más intelectual que físico”. No creo que yo lo hubiera dicho mejor y con esa elegancia en la palabra escrita de Joaquín Luna.

Muchos de vosotros, mis queridos lectores, sabéis de ese morbo, de estar al otro lado del espejo y ver cómo la esposa (por voluntad propia) entra en el juego y se suelta en el sexo con otro tipo. ¿Morbo? Yo entiendo el concepto pero en este blog encajaría más placer que morbo, tanto para el marido cornudo consentidor como para la esposa animada y, por supuesto, para el tercero en concordia.

No son muchas pero si he conocido alguna pareja en la que ella tenía gran admiración por un determinado personaje de relevancia pública y el marido, por darle el gusto, intentaba contactar con el susodicho para lo que os podéis imaginar. En la mayoría de los casos no suele materializarse ni el encuentro ni el remate pero sé de un par de casos en los que se ha consumado el contacto y el remate, jamás revelaré el nombre del protagonista por respeto a esta pareja amiga y está mi palabra como garantía.



Para aquellos que queréis ser corneadores y me preguntáis cuáles son las virtudes que se deben tener para triunfar en esto. Yo siempre digo que la primera cualidad es que tengáis la suerte de que la esposa quiera, ella es la que casi siempre tiene la última palabra, además de tener la complicidad del marido consentidor y por supuesto algunas que otras cualidades, tampoco son tantas, D. Joaquín Luna en el siguiente párrafo que cito literalmente de su artículo, os puede guiar.

“Yo, modestia aparte, reunía algunas de las virtudes del perfil de saltimbanqui sexual requerido para este tipo de situaciones. Ni alto ni bajo, ni guapo ni feo y, sobre todo, un centrocampista muy disciplinado –algo así como Sergio Busquets–, incapaz de romper la regla de oro: no tomar la iniciativa y aún menos tratar de convertir en bilateral –y secreta– una relación abierta y libertina.”

Si Don Joaquín nos contara. Estoy en casi todo de acuerdo en las virtudes de ese tercero pero deberían ampliarse para la especialidad de este blog ya que no se trata de un simple trio HMH en donde el marido está de miranda o solo tiene una leve participación. Es decir, el tercero debe tener, sin perder en ningún momento la caballerosidad, una actitud un tanto dominante o activa con respecto al cornudo. Ya hablaremos sobre esto en otra futura entrada.

El periodista de La Vanguardia apunta la segura posibilidad de que algún lector de su columna se pueda escandalizar, normal, aún hay gente que todo lo relacionado a las nuevas fronteras del sexo le sorprende y no lo ve bien. En fin. Pero Luna apunta a este tipo de prácticas como un juego para salir de la rutina sexual del matrimonio: “Aunque el lector pueda escandalizarse, mi papel afianzaba esas parejas porque, llegados a ciertos desgaste, las parejas necesitan estímulos y más vale ampliar los límites de la convivencia que dinamitarlos”. Cierto, sin paliativos, y genial en su exposición.



En su columna, Luna hace referencia a la complicidad del marido. Qué bien vienen esos apuntes del cornudo para que la esposa lo pase fenomenal: “La tarea no es tan complicada y cuenta, además, con una ventaja impagable: la información privilegiada” que suele suministrar al marido en los contactos previos, antes y durante del momento mágico.

La columna termina con una inteligente reflexión que yo he comprobado en algunas ocasiones. Dice Luna: “Lo que nunca me ha quedado claro es si los hombres que disfrutan viendo a sus parejas con otro –un desconocido, un arrabalero, un forajido- lo hacen por generosidad –en gran parte sí- hacia ella o por un machismo paradójico: la poseo de tal manera que aviso a un saltimbanqui (léase corneador) llega, cumple o no, se viste y se va y ella sigue mi juego”.

Demoledor. Yo confío en que la esposa es la que tiene la última palabra, con esa autoridad discreta, a veces silenciosa, respecto a lo que pueda o no ocurrir.

Sin duda, hay muchos maridos que se presenta como cornudos consentidores pero en el fondo son unos putos manipuladores capaces de llevar a un extremo la relación con su esposa. No siempre se les descubre pero de ser así, recomiendo al corenador que pase directamente del tema si no lo ve claro. Disfrutará más cuando el cornudo lo haga por generosidad hacia su esposa. Ojo, cuando he leído lo de “machismo paradójico” me han entrado ganas de borrar el blog, no lo he hecho pero no lo descarto.

Espero que D. Joaquín Luna no se moleste por citar su columna en este blog. Os incluyo a continuación un enlace a la web de La Vanguardia en donde podéis encontrar sus artículos, incluido el que protagoniza esta entrada: ¿Quiere acostarse con mi esposa? Y otros más de este gran periodista y escritor.


https://www.lavanguardia.com/autores/joaquin-luna.html

https://www.lavanguardia.com/cultura/20180617/45179256001/joaquin-luna-menuda-tropa-trayectoria-periodismo.html

Pero ya que hablamos de La Vanguardia no me puedo resistir, ya que visitáis su web no os perdáis lo siguiente, me refiero a la crónica “Cinco prácticas sexuales en pleno auge” de Silvia Colomé, sobre el Salón Erótico de Barcelona de 2015. Menos mal que no se ha retirado, y hacerme caso, ver el video de youtube.





“Alberto, me alegra que me digas que te gusta mi mujer” o ¿sueñan los cornudos consentidores con toros mecánicos?

Después de releer esta entrada y recordar las experiencias que he tenido con esta entrañable pareja decidí añadir al titular: ¿Sueñan los cornudos consentidores con toros mecánicos? Si solo hubiera dejado “me alegra que me digas que te gusta mi mujer” hubiera resultado demasiado simple y la relación que mantenemos los tres: la esposa, el cornudo y yo, no es nada simple.

Solo los que estáis muy metidos en este tipo de juegos entenderéis el significado de esta entrada pero confío que muchos de vosotros: corneadores y cornudos que estáis dando los primeros pasos, en unos años, seguro que entendéis el significado oculto que os pretendo trasmitir. Ojo, este no es un blog para todos los públicos, y no me refiero a personas adultas (doy por hecho que solo personas maduras y adultas pueden acceder a estos contenidos) si no para personas que siguen o practican este tipo de juegos sexuales, es decir, que ya están iniciadas en las relaciones complejas que pueden surgir. Tengo claro que somos una minoría y a esa minoría me dirijo. Aquí no hablamos de trios swingers o intercambios de parejas o de toys boys.


Antes de seguir, ¿sueñan los cornudos consentidores con toros mecánicos? Seguro que a alguien le suena la frase y es que me he permitido la licencia de tunear el título de la distópica novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) y que la mayoría habrá disfrutado en la libre adaptación cinematográfica que realizó el genial Ridley Scott, Blade Runner.

Philip K. Dick no pudo disfrutar del éxito de masas ya que murió en 1982, antes del estreno de Blade Runner, la cual pasó desapercibida en su estreno y que con el tiempo se convirtió en una película de culto.


Yo he tenido más suerte que Dick y he podido disfrutar del éxito con esta pareja. El marido, un cornudo consentidor de libro y encantado de serlo, ella una bellísima esposa, con unas curvas de catálogo y con una soltura que le permiten alcanzar altas cotas en la humillación sexual de su marido cuando les acompaña un tercero. Hemos disfrutado del sexo pero también de charlas profundas sobre el placer, el juego sexual, etc. Y claro, también hemos disfrutando haciendo las mil y unas al cornudo consentidor. ¿Recuerdas aquella lluvia, Luis? Abajo veréis los enlaces a anteriores entradas de esta pareja en las que podéis entender algunas de las dudas que os surjan cuando leáis esta entrada.

Incluyo a continuación el último correo que Luisito me envió. No quito ni añado nada. Solo espero que el lector y la lectora atenta saquen sus conclusiones.




¡Hola Alberto: 

Me alegra que me digas que te gusta mi mujer, es una satisfacción. ¡Y es cierto que se suelta a gusto contigo! Eso es que se siente a gusto y segura. Y que se pone cachonda también, claro. El morreo es algo muy íntimo, y me parece una estupenda humillación que entres hasta la cocina, que ya empieces profanando así el vínculo de la pareja
(La esposa de Luis y yo, disfrutamos mucho morreándonos a fondo, lentamente, con humedad, delante de él y en público, Luis dice que es un escándalo pero nos ponen los previos, a ella y a mí).


Creo también que todas las mujeres tienen su “punto”, y me imagino ese placer adicional que te aporta follarte a mujeres casadas, debe ser maravillosa esa sensación de superioridad sobre un marido cornudo como yo. Los cuernos no consentidos también tienen su atractivo, el “hombrecito” ignorante, burlado, que tiene al lado una mujer que ha abierto sus piernas a otro más bravo que él.


Y al hilo de esto aprovecho para contarte los primeros cuernos de los que tuve conciencia, que no fueron consentidos: se trataba de mi primer “coñito”, habíamos estado de cañas un grupo de amigos y al final, uno que andaba de rodríguez y que era algo mayor que nosotros nos invitó a su casa a seguir bebiendo.



Al cabo de un rato mi mujer dijo que tenía sueño y él le ofreció una cama para dormir un rato. Unos minutos después él también se fue a dormir y me dejó unas revistas porno para que me entretuviera, “salen pollas y todo”, me dijo al despedirse. Pasado un ratillo fui a ver a mi mujer, que me recibió con risitas, pero en seguida me dijo que la dejara dormir. Yo seguí con mis revistas, oí algún ruido de puertas y pensé que nuestro amigo se habría levantado a mear. Así quedó la cosa, pero pasado un tiempo acabé cayendo en la cuenta de que la polla de nuestro amigo no había ido al baño, sino que había acabado ensartada en el coño de mi mujer para regocijo de ambos. Se ve que lo habían estado tramando.

Cuando me percaté me molestó, pero andando el tiempo me pone cachondo recordarlo, y creo que tengo esos cuernos merecidos por pardillo y por incapaz de atender a una mujer como se debe. Aplaudo la osadía de ese tío, que tiene los cojones que yo no tengo, y seguro que una polla de verdad. Me alegro por mi mujer, por él y les agradezco mis cuernos. ¿Qué te parece? (En una de las últimas charlas, le pregunté a Luisito sobre como habían sido sus inicios como cornudo y si había sido consentidor desde el primero momento, de ahí su testimonio)

Lo de solo tres coñitos es más por acojono que por fidelidad, pero por supuesto que seré fiel contigo, que ya hay muchas confidencias... como mi reconocimiento de que la Madre Naturaleza me ha asignado esta posición ridícula e inferior ante hombres de verdad como tú. Asumido tu derecho a humillarme y descojonarte de mi, ponme de rodillas, haz que te lama el culo y lo que te dé la real gana. Asumo también tu derecho a hacerlo delante de otros hombres y mujeres si eso te divierte. 

Y a ver si vamos cerrando fechas. Saludos de tu cornudo. 



Hola, Luisito.

Sí, tu mujer me encanta… la veo tan suelta conmigo cuando está delante de ti que me pone aún más cachondo y luego esos tetones que tiene y no veas como come la boca. Es maravillosa. Para mí, toda mujer es bella y susceptible de holgar con ella, en todas encuentro un punto de admiración sexual pero siempre que son casadas y saben sus maridos que follan conmigo, el placer se amplia.

No me cabe la menor duda de que serás un bufón genial para servir a la reina y a su amante. Cabrón. Te aseguro que en nuestro próximo encuentro ya no me voy a cortar y seguro que te pongo de rodillas, vas a relamer muchas cosas mientras me como la boca de tu esposa.

Cerramos fechas?

Alberto.




A continuación el enlace que os pondrá en situación.

Me gusta ver a mi mujer con un tío como tú. El origen: “Se la metiste a mi esposa como te dio la gana…”

César, marido cornudo consentidor (2ª entrega): "Ya no había vuelta atrás, otro hombre se estaba cojiendo a mi esposa y yo, escondido, lo estaba contemplando todo”

A la vista de algunos comentarios que habéis publicado en la anterior entrada - César, marido cornudo consentidor: "Desde que mi esposa tiene amante yo soy el que lava sus tanguitas"-, nuestro amigo César quiere puntualizar algunos hechos de su primera experiencia y dar algún detalle del encuentro de Pompi, su esposa, con su amante, en su casa y en la cama del matrimonio. A continuación tenéis el testimonio.
No lo dejo para después, esta pareja amiga es de Argentina y están abiertos a conocer amigos corneadores. Me consta que algún chavalote de España se lo montó muy bien y de no ser por la distancia seguro que habría sido uno de los nuevos amantes de Pompi. Si queréis contactar con ellos, en los comentarios que publiquéis, especificar vuestro correo electrónico (no público números de teléfono)
Por cierto, disfrutar de la visión de Pompi, una belleza argentina con unas curvas que vuelven loco a cualquiera.



César aclara
Hola a todas las lectoras y lectores del blog de Alberto Toro. Pompi y yo (el cornudo) queremos agradecerles sus comentarios a la entrada que publicó nuestro amigo Alberto. Tengo que decirles que a mi esposa le ha encantado leer todas sus aportaciones y le hubiera gustado responder a todas ellas en persona, pena que la distancia sea un impedimento, somos de Argentina.
A Ignacio, gracias especiales por tus comentarios, te aseguro que voy a poner en práctica los consejos que me envías.
Ante algunas dudas que han tenido ustedes, el amigo Alberto me permite escribir unas aclaraciones del primer encuentro de mi esposa con su amante en nuestra casa y en nuestra cama.


Como ya les comenté en la anterior entrada, el amante de mi esposa tenía mucho miedo de hacerlo en nuestra casa, por si les pillaba… La cita fue a las 23 horas y mi mujer apagó todas las luces de nuestra casa menos las de nuestra habitación. Yo estaba escondido afuera, mirando a través de la ventana en la que pusimos una cortina trasparente y desde fuera se podía presenciar todo lo que ocurría. Mi esposa, Pompi, llevó de la mano a su amante a nuestra habitación. Ella llevaba un vestidito corto y tacos bien altos, una tanguita diminuta que yo le había comprado esa misma tarde, pintadita, aros grandes y bien depiladita. De todos los detalles, incluida la depilación, me ocupé yo, no quería que nada se pasara por alto y quería que mi esposa y yo nos luciéramos en nuestra primera cornada.


Nada más entrar en la habitación mi esposa echó la llave y empezaron a besarse. Les comento que jamás podré olvidar esa manera de comerse la boca, purita pasión. Fue un momento mágico, el primer contacto en la intimidad ya que ambos conocían sus cuerpos por las imágenes que habían intercambiado. Mi esposa le quiso tocar la pija a su amante pero no se lo permitió, la hizo dar una vueltita para mirarla toda, ponerla contra la pared y detenerse mirándole la cola, con la tanguita supermetida. Su amante sacó su pija y se la restregaba por detrás. Estaban muy calientes y se puso de rodillas para besarla toda por detrás. Mi esposa estaba excitada al extremo, la llevó al borde de la cama y le quitó el vestidito corto, la puso a cuatro patitas arriba de la cama para que le chupara la pija mientras se miraban en un espejo grande que tenemos en la habitación. Su amante le quitó el tanguita, los tacos… se desvistieron completamente. (El tanguita y el vestido de las fotos son los que Pompi llevó en este encuentro con su amante)
Pude oír como le decía a mi esposa: “Tu esposo te hace el amor, yo te voy a coger putita”. La sonrisa en la cara de Pompi no desaparecía, se acostó, abrió sus piernas y empezó a recibir lo que queríamos los dos, una pija más grande que la mía. Apenas le penetró pude escuchar un gemido de placer de mi esposa, fue fantástico. Ya no había vuelta atrás, otro hombre se estaba cojiendo a mi esposa y yo, escondido, lo estaba contemplando todo.
Mi esposa se daba la vuelta a las indicaciones de su amante, le acariciaba, le chupaba la pija. El la chupaba la conchita, la guió para que se pusiera a cuatro y se la mandó hasta el fondo para después tirar de su pelo mientras la cojia muy fuerte. El amante estaba callado, solo gemía, pero mi esposa le decía, “más, más, más fuerte papito”. Fueron minutos de intensa pasión para ellos y para mí. Fui testigo de una faceta de mi esposa que desconocía, la de una mujer pasional y amante del sexo sin tapujos. Poses varias, quejidos y gemidos.


La pose que más me gustó fue cuando mi esposa levantó una pierna y pasó la otra entre las piernas de sus amantes, lo que facilitaba que su amante se metiera bien dentro. Mi esposa disfrutaba con esa pija dura, bien caliente y llena de leche para ella. Pompi le dijo, muy excitada, que le hiciera acabar a lo que su amante respondió como un verdadero macho. Mi esposa vibraba como nunca. Jamás había tenido esa visión, solo en mi mente, pero no real como aquello. “Dale papito, papito…. Aaaaaaaaaahhhhhhh”. Su amante sacó la pija de ella, se quitó el preservativo, dio la vuelta a mi mujer y le echó toda la leche en su cola. Me sorprendió lo espesa que era. El amante no se entretuvo, saltó de la cama, se vistió y salió pitando, el miedo a que yo estuviera a punto de llegar, le pudo.


Salió el amante y entré yo. No dije ni una sola palabra, solo me puse a relamer y limpiar de leche la cola de Pompi. Fue una sensación placentera, mi esposa en nuestra cama después de estar con su amante y yo disfrutando de la leche de su amante mientras mi cabeza procesaba todo lo que ocurría. Era nuestra primera vez.  Les mando una fotito del vestidito y la tanguita y vaya para todos ustedes los besitos de pompi!!!

Si tenéis cualquier otra duda, mis queridos lectores, podéis hacer las preguntas a César o Pompi en vuestros comentarios. A continuación el enlace a su primera entrada del blog.


César, marido cornudo consentidor: "Desde que mi esposa tiene amante yo soy el que lava sus tanguitas"



 


("UA-21720468-1")