@PSetentayocho vuelve a casa por Navidad

Fue en 2013 cuando publicamos la primera entrada protagonizada por esta maravillosa mujer. Seguro que recordaréis aquellas elegantes y explosivas imágenes y la entrada "Una mujer de bandera y con pezones sobresalientes". Desde entonces su colaboración y testimonio ha enriquecido el contenido de este blog.
Aquí tenéis su tarjeta de felicitación para vosotros, mis queridos lectores y lectoras. Un año más su sensualidad y belleza vuelve a hace grande este humilde blog.



Aprovecho para desearos unas felices fiestas y que os pase lo mejor el próximo año, 2023, jo, jo, jooooo












Un marido comprensivo

He recibido un correo de un seguidor del blog. Me refiero a él como D. qué está casado con N. Su amigo-corneador es un compañero de trabajo de D y nos vamos a referir por el acrónimo de su nombre de pila, A.
He titulado un marido comprensivo porque los que leáis el correo que publico comprobaréis su infinita comprensión ante el desarrollo de los hechos. Y es que, amigos y amigas, a veces estas cosas acaban en lo que acaban.

“Pena”
Aunque lo explico con una nota en el correo, mi amigo D utiliza la palabra “pena” pero no hay que entenderla por el significado de tristeza que usamos en España si no por el de vergüenza.
Bueno, hablando español en México, diré que ni D. ni N. ni por supuesto A. sintieron pena antes, durante y después. Espero que os guste el testimonio de este amigo, un marido comprensivo, y que seáis generosos con vuestros comentarios. Estoy convencido que se puede abrir un debate para todas los gustos y es que como decía aquel, cada persona tiene su culo y una opinión propia.



Hola Alberto Toro, espero te encuentres bien. Me encanta tu blog.

Quiero compartir mi experiencia de encuentros con un amigo y mi esposa. Si lo puedes hacer público en tu blog, gracias.

Soy D. de 35 años y mi esposa N. de 33 años. Somos de XXXX, México. Tenemos 2 hijos, el mayor es mío y el segundo es de un amigo y compañero de trabajo.

Mis fantasías comenzaron a partir de videos en internet acerca de cornudos y esposas compartidas. cuando tenía relaciones con mi esposa le llegue a preguntar si no le gustaría hacer un trío, primero se sacó de onda pero ya con el tiempo y que yo insistía cada vez más se llegó el momento en que ella me dijo que sí pero quería saber con quién sería.

A partir de su respuesta me puse a buscar en las redes sociales algún single pero pasaron varios meses sin conseguir nada. Una vez dejé el celular abierto y un compañero del trabajo que conduce un camión me dijo que si me gustaba el ambiente swinger, a lo que yo le contesté que no por los nervios y la pena, el enseguida me dijo que no tenía nada de malo y que a él le gusta también pero que su esposa era muy espantada en ese aspecto. Estaba claro que había visto mi celular. A partir de ese momento comenzamos a platicar cuando nos veíamos y me preguntaba si ya había encontrado con quién, algún día me dijo si no encuentras me dices si gustas tú y tu esposa yo puedo ayudar a cumplir vuestras fantasías.


Me dio pena (nota de Alberto Toro. En otros países como México, Colombia, Venezuela, pena es el sentimiento de vergüenza que tiene una persona, por ejemplo: "me da pena que me vean contigo") pero solo de comenzar a imaginar la pena se me fue.

Por varias semanas le estuve diciendo a mi esposa respecto a mi compañero A. de 42 años, hasta que por fin se decidió y dijo que sí.

Solo tuvimos que esperar a que A. regresará de trabajar en carretera.
Por fin llegó el día, mi esposa iba con un vestido azul pegado, con un juego de lencería. Yo simplemente de shorts. Pasamos por mi compañero al punto acordado, los presenté formalmente y tomamos camino al motel. Cuando llegamos teníamos los tres mucha tensión por los nervios y la pena (vergüenza) Mi compañero tomó la iniciativa y empezó a desvestirse quedando en puro bóxer rojo de lycra que lo tenía ajustado y hacía que resaltará un enorme miembro ante el que mi esposa y yo quedamos asombrados.

Mientras yo le quitaba el vestido a mi esposa N., mi compañero comenzó acariciando sus piernas y le quitó la tanga.

Poco a poco se fue quitando la pena (vergüenza) en el cuarto y decidí sentarme únicamente a observar.
Mi esposa comenzó a sobar su pene sobre el bóxer y después se lo sacó para empezar a chupar. En el momento en el que veía que le chupaba desde los testículos hasta la cabeza del pene sentí celos pero me controlé y me concentré más en mi excitación.


Previo al encuentro acordamos que A. usará condón, primeramente para evitar alguna ETS y un embarazo, ya que mi esposa en ese momento no tomaba nada.

Llegó el momento esperado y mientras él se ponía el condón mi esposa estaba boca arriba en la cama y me dijo al odio ¿Te imaginas que por accidente me deje embarazada? No supe qué pensar pero tanta era la excitación que para nada me molestó su comentario.

Mi compañero empezó a penetrar a mi esposa y ella lo disfrutaba, él tiene un pene mucho más grande y grueso que el mío. Estuvieron un buen rato haciéndolo de misionero y de repente él le pidió que de perrito, cuando hicieron el cambio les pregunté a ambos si les gustaría seguir sin condón para que se sintieran más cómodos, ninguno de los dos me respondió pero enseguida A. se quitó el condón y sin que mi esposa pusiera objeción comenzó a penetrarla de perrito y ahora sin el forro.

Estuvieron disfrutando varios minutos en esa posición cuando de repente A. comenzó a bombear más rápido y le dijo a mi esposa que si podía venirse adentro, escuche a mi esposa responder con un caliente “SIIII adentro”.

Y así pasó, mi compañero empezó a venirse a chorros dentro de mi esposa y ambos gemían de placer, A. por estar acabando y ella por sentir su leche caliente.

Se quedaron en esa posición un buen rato hasta que él se separó y ella se recostó boca arriba, en ese momento me gano la curiosidad por lamer la vagina de mi esposa llena de semen de otro hombre, de mi amigo y compañero. Ahora mi corneador.



Nos recostamos los tres en la cama, ella en medio de los dos, y después de un rato mi compañero la volteó hacia él y la comenzó a besarla sin que ella pusiera resistencia. Ahí comprendí que me tenía que quitar de la cama para que cogieran con gusto. Y así fue se lo empezó a meter de frente y después de algunos minutos siguieron de misionero y una vez más A. se corrió dentro de ella y mientras lo hacía ella lo abrazaba con fuerza y se besaban.

Después de platicar nos despedimos y le dejamos fuera de su casa. Mi esposa y yo nos fuimos a la nuestra. Ella llegó tan cansada que ya no nos dimos el tiempo para ahora hacerlo nosotros.

Al día siguiente me dijo que estaba dolorida de la pelvis pero que disfrutó mucho y me pidió perdón por dejar que acabará dentro de ella. Me pidió que la llevara a una farmacia por la pastilla para evitar el embarazo, yo la comencé a besar y le dije que si no le gustaría otro bebé, se me quedó viendo fijamente y solo me preguntó, pero no sería tuyo, estarías de acuerdo y dispuesto a querernos igual. Por supuesto, respondí. Durante cinco semanas no tuvimos sexo de penetración ella y yo. Hasta que llegó el día de la prueba y salió POSITIVO DE EMBARAZO.



Hablé con mi compañero y desde el primer momento me dijo que él se haría cargo pero no era esa nuestra intención. Nos fuimos a celebrar al mismo motel los tres a celebrar la noticia.

Atentamente D. Cornudo.


Sólo se la chupo a mi marido

En los inicios de siglo visitaba un famoso local de intercambio de parejas de Madrid. ¿No recuerdo el nombre o no quiero acordarme? que diría el maestro Don Miguel. Sí hay alguna psicóloga casada entre la audiencia puede analizar por qué no puedo o no quiero acordarme, estoy abierto y espero que la psicóloga también lo esté. Solo diré que cerca del local está uno de los parques más bonitos de Madrid, donde puedes retirarte por unas horas, meditar, disfrutar del paisaje y su estanque, tener un paseo romántico con alguna señora casada donde poder hablar de lo humano y lo divino.


Bueno, voy a centrarme porque me pierdo por los cerros de El Retiro. Como digo, se trataba de un local de intercambio. El sitio había sido con anterioridad un pub tipo inglés donde parejitas y amigos se tomaban una copa o aquellos cafés irlandeses que tan famosos eran en esos tiempos. El dueño del local, probablemente a la vista de los resultados económicos, debió de pensar que le haría más dinero si lo transformaba en un sitio de intercambios. Es curioso, pero había mucha pareja swinger que disfrutaba de estas prácticas y que con espíritu emprendedor se lanzaba a poner un local o transformar otro y dar este servicio a los "intercambiadores", la mayoría de aquellos locales estaban montados por parejas del “ambiente” o se utilizaban güisquerías en situación ruinosa, también conocidas como puticlubs, que se reciclaban en locales para parejas, los tiempos cambian y el que no se adapta “kaput”.

El local tenía a la entrada la típica barra-pub. Forrada de madera y al fondo de la misma una estantería barnizada con un sinfín de botellas de güisqui, ginebras y accesorios de coctelería que los anteriores bármanes usarían para realizar los clásicos combinados. La verdad es que para la clientela que atrajo la nueva finalidad: el intercambio o trío, el cóctel era lo de menos más bien el match o contacto con final feliz especialmente para la esposa o novia.

Una cortina de simulado terciopelo negro al final de la barra conducía a una sala, la clásica sala de pub que en los 70, 80 y 90 en Madrid había por doquier. Todavía queda alguno en zonas céntricas de Madrid y es una pena que desaparezcan porque eran un buen lugar para el encuentro y disfrutar una copa o una conversación interesante y si surgía un magreo del bueno en la zona poco iluminada. En esta sala del local se producía el primer contacto entre parejas pero lo habitual era el de la pareja solitaria que tenía una primera charla con algún tipo que iba solo al local o que quedaba con ellos tras algún enlace previo en alguna de las revistas que tenían ese fin: ¿recordáis Climax, Lib, Charo Medina o la sección de contactos liberales de Segunda Mano? Qué tiempos, cómo nos ha cambiado internet y las redes sociales.

No puedo pontificar sobre las prácticas de los locales de intercambio, no dudo que se produjeran alguno y no solo entre dos parejas, pude ser testigo y participar en encuentros de tres y hasta cuatro parejas pero lo habitual, lo clásico, de lo que se trataba, era la de matrimonio solitario que buscaba algún hombre bien plantado para que le diera conversación, “de la buena”, a la esposa. El marido por lo general tenía una discreta participación y casi siempre estaba de “miranda” del encuentro de su señora con el tipo de turno. Digo "de turno" aunque muchas veces se producían tríos más sólidos que muchos matrimonios en aquellas paredes y el encuentro entre la pareja y el amigo se repetía en muchas ocasiones. Qué compleja es la sexualidad en el matrimonio, ¿verdad?



Recuerdo un viernes de febrero madrileño, de esos de mucho frío. Salía de trabajar, serían sobre las 18 horas con la cabeza como un bombo después de revisar y ajustar unos textos para un reportaje en grupo. Estaba cerca del local y fui andando y disfrutando del frío que me aclaraba las ideas, solo pretendía tomar una copa ya que daba por hecho que no habría mucho público. Llegué sobre las siete, lo acababan de abrir. Solo estaba detrás de la barra una chica que solía llevar las relaciones públicas y actuaba para facilitar los contactos y cuando no estaba el encargado que hacía de jefe de barra era la que te servía las copas.

A los hielos de la copa le siguió un chorro de Johnnie Walker, era la única botella que me daba cierta confianza en aquel local. Por cierto, me vais a permitir que haga una loa a favor de esta marca, es verdad que en aquella época me parecía un güisqui del montón pero en la actualidad han conseguido la excelencia, lo recomiendo solo o sin hielo si se disfruta en soledad y con hielo limpio si acompaña a una conversación.

La chica, recuerdo que tenía un punto de belleza arrabalera, trasteaba en la barra y debía estar poniendo orden a la sala, seguramente la noche anterior hubiera habido lío. Cuando terminó estuvimos charlando y me estuvo vendiendo el nivel de las parejas que acudían al local a diferencia de otros sitios de Madrid que ya llevaban varios años abiertos. El caso es que estábamos los dos solos, mi cabeza se iba despejando. Por unos minutos la muchacha se perdió por el interior del local.

En la sala que estaba a continuación de la barra, tras una cortina, la formaban asientos pegados a la pared, con mesas de café, no había mucha luz pero si la suficiente para distinguir a las personas que solían charlar con discreción y mirar, sobre todo mirar. El primer contacto visual era el código ideal que entonces se utilizaba como paso previo. En el lado derecho de la sala, creo recordar, una escalera subía a otra que siempre tenía la puerta cerrada. Esta sala, en la que también tuve el placer de torear, se dedicaba para grupos más reducidos, digamos que un apartado VIP donde se podía estar más tranquilo si se trataba de una pareja con otra o de una pareja con un chico o dos. Abajo también había otra puerta a nivel de planta que daba lugar a una sala de encuentros más amplia, alfombrada de colchones divididos por estrechos pasillos y en donde se follaba a la vista de todos los que estábamos allí, al final había unos aseos que cuando se abrían su luz iluminaba escenas de matrimonio con amigo, os podéis imaginar.

Yo seguía disfrutando de la copa y meditaba sobre el siguiente dilema: tomar otra e irme a casa o terminar y acercarme a la cervecería donde me veía con otros amigos y amigas que estaban fuera de este “ambiente”. En eso que llegó la muchacha y fuera de la barra se puso a mi lado y soltó: “tengo una pareja dentro, les gustaría conocer a un chico, les he dicho que te iba a preguntar…”

Cogí mi copa y seguí a la chica que hizo una presentación muy breve y a la que sólo respondió el marido. No sabría decir su edad, eran de esas parejas que podrían estar en la frontera de los 45, bien arriba o bien abajo. El tipo fue muy educado y simpático desde el primer momento, estaba vestido a diferencia de su mujer una señora bien plantada con el pelo rizado, con curvas y que solo llevaba un amplio sujetador que cumplía su función con unos tetones de gran calibre y unas bragas a juego. La simpatía del marido contrastaba con la seriedad de la esposa que como ya sabía no era tal si no un escudo para esconder la timidez ante la situación.



No esperé a que el marido me indicara donde sentarme si no que me puse al lado de la señora dejándola en el medio, entre su marido y yo. Los únicos que hablábamos éramos el marido y yo, la esposa seguía seria y atenta a lo que decía, asintiendo a las aseveraciones de su pareja cuando me confesaba que no eran habituales del local ni de este tipo de prácticas. Tengo que deciros que el marido no se movió en ningún momento siempre permaneció sentado y yo empecé a meter mano a la esposa a la vista de que la conversación se empezaba a atascar. La esposa continúo sería, pero se mostró muy receptiva al magreo. Me creí lo de su falta de experiencia, aunque yo en aquella época tampoco era un máster, y opté por el magreo romántico y que no era otra cosa que besar los labios de la esposa antes de empezar a acariciarla por encima de la braga y notar el grado de humedad de la zona. No sé si era una pose ante el marido el caso es que parecía estar besando a una colegiala a la que su timidez le impedía mostrar sus deseos. Ante la impasible actitud del marido opté por quitarme la ropa y estar desnudo para la faena y a continuación quitarle la braga a la esposa, resultó difícil porque tenía un culazo maravilloso y costó, una vez tuve las bragas en la mano se las di al marido indicándole que se hiciera cargo de ellas porque teníamos la sala solo para nosotros y podíamos acabar en cualquiera de los colchones.




No os lo puedo asegurar, pero creo que la esposa agradeció que pasará a una actitud activa. Aunque había poca luz pude distinguir un buen chochote, sin forma definida y provisto de una buena mata de pelo. Sí mis queridos lectores en aquella época era muy normal encontrarte con esos chochos peludos que tenían su encanto y belleza. Intenté quitarle el sujetador pero era de estos antiguos y el marido tuvo que echarme una mano, también se encargó de su custodia. Bebí un trago del Johnnie y después de situarlo en el pollete me incliné para besarle y olerle el sexo a la nueva amiga. Me entretuve, la verdad, y pude comprobar como el marido sin mover un dedo se limitaba a mirar y mirar. Empecé con los dedos a la vez que ya me comía la boca de la esposa de manera más guarra, no le hizo ascos y me siguió el rollo. Estuvimos así un buen rato, yo empujaba su cabeza con mi boca para que el contacto físico que tenía con su marido y que en ningún momento se interrumpió fuera más intenso.

¿Quieres a cuatro? Le dije, pero no lo entendió y fue el marido el que le explicó e indicó la postura. Como os digo no dejaron los dos de estar en contacto y cuando ella se puso a cuatro agarró con su mano la de su marido y la otra le sirvió para apoyarse en él. Pude disfrutar de la visión una mujer con curvas, con unos muslazos de diez y con un culazo maravilloso en pompa. Ni que decir tiene que lo estuve acariciando, besándolo y diciendo en voz alta -para el marido- las bondades de esa postura y de ese culazo casado. El cachondo del marido mostró esa cara que ponen los consentidores y que denotan el placer que siente por el rol que desempeñan en la situación. Comprobé que mi rabo estaba para el momento óptimo del enrabe, y así lo hice, no sin antes abrir con mis manos las dos cachas del culazo y ver la situación de la raja y por donde debía dirigir la trayectoria. Fue sencillo, ya os digo que se trataba de un pepote grandote y con el chorreo que denotaba de un solo empeño entró casi hasta el inicio de mi polla. Cuando la esposa esta apoyada en el marido mientras follo en esta postura, siempre me ha gustado embestir con fuerza para que el esposo note el empuje, lo sigo haciendo con el paso de los años. Estuvimos un buen rato así, no había palabras, solo la actitud impasible del marido aguantando los envites y la esposa con su actitud seria pero recibiendo el placentero mete saca de mi cipote.



El lector atento podrá pensar en este momento que una de las artes de la esposa con el corneador de turno se había saltado. Efectivamente, me refiero a que la esposa disfrute de una mamada libre, delante del marido, a un extraño que acaba de conocer. Después de darle bien, opté por sacarla, dirigir su cuerpo para que se diera la vuelta y poner mi rabo a la altura de su cara. No había hablado mucho la esposa, salvo dos o tres comentarios y asentir a todo lo que decía su marido pero en ese momento, cuando tenía la cabeza de mi polla a escasos centímetros de su cara, con firmeza, me soltó: “Solo se la chupo a mi marido”.

Me quedé un poco sorprendido y pensé entonces que podría ser verdad que se trataba de novatos. Fueron unos segundos que pasaron como horas, yo seguí con mi rabo tieso y con mi capullo apuntando al centro de su cara, miré al marido y me pareció entender un gesto como de confirmar la terrible aseveración de la esposa. Por eso, no dije ni palabra, si no que le volví indicar que se pusiera a cuatro, ayudándola, y volviendo al enrabe. El marido apretaba fuerte la mano de su esposa y acercándose a su cara, en murmullo, observe que le decía algo al respecto de la mamada. Yo en este caso, y ante el deseo de la esposa, solo hago lo que ella prefiere, sin insistir, siempre hay que ser un caballero. Ahora bien, el marido se incorporó un poco, la primera vez que lo hacía desde que empezamos. Yo sabía que no iba a cambiar esa actitud pasiva. Ya sabéis que muchos maridos en estos juegos se limitan a mirar y poco más, este ni siquiera se sacó el rabo para pajearse, supongo que lo haría luego en solitario y en casa.

Ligeramente incorporado me hizo una señal con su mirada inclinando la cara a la derecha en dirección a su mujer. No entendí muy bien y di por hecho que tocaba sacar el rabo, mantenerla tiesa y volverla a poner a la altura de la cara de la esposa. Me di dos pajazos con la mano para acelerar la lefada. La excitación del marido se notaba y más cuando dijo la esposa: "en el pecho", yo aún no estaba aún preparado para disparar por lo que seguí pajeándome a escasos centímetros de ella, dejé mi rabo suelto y os podéis imaginar como se quedó mi cara cuando sin decir nada, ella me agarró el rabo y se lo metió en la boca. Eché en falta una mamada más profunda pero tampoco tuve opción según se metió medio capullo de manera atropellada le solté dos lefazos de los que solo se escaparon fuera de su boca unas gotas por la barbilla. Y ya sabéis, se produce ese momento tenso en que termina la excitación y mi falta de experiencia hizo que según sacaba el rabo se soltaran otros dos disparos blancos, más leves que los anteriores pero suficientes para que impactaran en la rolliza cara de la esposa. El marido dejó de mirarme para centrarse en su esposa y empezar a besarla. Qué cabrón, no dejo escapar ni una gota, consciente o inconscientemente.

A partir de entonces, silencio y ligeros cuchicheos entre ellos. Entendí que era el momento del matrimonio y que el amigo, yo, sobraba en ese momento. Aproveché al ver que la chica del local entraba acompañando a otra pareja para ir al aseo. Me vestí y dándole la mano al marido para después besar, en la mejilla a la esposa, decirles que había sido un placer y que esperaba que volviéramos a coincidir en otra ocasión. Note cierta sensación de culpabilidad en la esposa que se levantó para ir al aseo cuando yo abandonaba la sala.

Iba a tomarme otro Johnnie pero eran las nueve y me daba tiempo a ir a la cervecería donde quedaba los viernes con mis amigos y me encontraría con otro tipo de ambiente aunque en las horas siguientes al encuentro con esa pareja, como ocurría siempre, se te pasaba toda la película y especialmente los detalles más subidos que te producían otro latigazo de placer en la mente.

Llevaba el abrigo en la mano, la barra ya estaba llena de gente, alcé la mano para despedirme de la relaciones públicas pero me pidió que esperara un momento, salió de la barra y se acercó a mí, ¿qué tal ha ido? Le dije que bien, que un poco novatos pero me respondió con una sonrisa y… “pues vienen mucho desde hace tiempo” para terminar, “seguro que ahora me dicen que les presente a otro amigo”. Puse en mi cara una sonrisa cómplice y le aseguré que yo había hecho todo lo que podía pero que estaba seguro de que ella necesitaba más y no quise entrar en precisiones porque veía que me iba a pedir más detalles pero no iba a soltar ninguno ya que estos detalles se quedarían, como siempre, en la sala hasta hoy que lo comparto con todos vosotros, mis queridos lectores y lectoras.

Al salir noteé un golpe de frío que me sentó fenomenal. Caí en que no habíamos intercambiado los teléfonos como había hecho con otras parejas, no hubo intención por la mía ni por la de ellos. Normal, en parejas muy convencionales de entonces se trataba de un desahogo y estoy seguro que cuando salieron del local se dirían que no lo volverían hacer pero seguro que acabarían volviendo aunque le costara al marido convencer a su rolliza esposa. Iba andando y al recordar volví a sentir el inmenso placer de su enorme culazo mientras la follaba a cuatro, del gesto del marido al verme follando a su esposa, de la cara de ella con su gesto tímido pero que se transformó en placentero cuando medio capullo mío entró en su boca, sin contar su gesto de fingir sorpresa al notar la lefada en cara…. Y eso que solo se la chupaba a su marido, supongo que eso se lo diría a todos siempre que el marido estuviera delante para encanchondarle más.

Meditando sobre aquel encuentro, revisar los detalles y la charla que tuve después con la chica del local me convencí de que no se trataba de una pareja novata, todo lo contrario, y que esa actitud de primerizos formaba parte de su fantasía y seguramente el gesto, la actitud y la frase "solo se la chupo a mi marido" aunque después de tragara medio rabo con ganas formaba parte del rito de su juego. Qué complejo es a veces el sexo en el matrimonio.

Y una última conclusión, es una pena que hayan desparecido la mayoría de estos locales, tenían su encanto y cuando se producía algún match con algún matrimonio o con alguna de las chicas solitarias que también iban, pocas pero también iban, era un placer especial. Ese ambiente, esa cachondez y esos calentones no los igualan los match de las redes sociales y eso que han facilitado mucho más los encuentros pero en detrimento de aquellos viejos y románticos locales de intercambio.



El marido: "Mi esposa ya iba muy suelta y al ver la erección del amante se sentó en la pija, por supuesto, sin forro"

Os dejo el testimonio de un buen amigo que se ha iniciado con éxito en estas artes amatorias, eso sí, desde la posición de cornudo consentidor “proactivo”. Seguro que muchos de vosotros os sentiréis identificados y otros muchos le tendréis una sana envidia por lograrlo. También incluyo unas imágenes y prefiero seguir a parte.
Me refiero a la belleza de la esposa de este buen amigo. Qué cuerpo, qué elegancia y como leeréis que gran amante. Seguro, cabrones, que disfrutáis más de la visión de la esposa que de la confesión del cornudo
Por cierto, agradezco a la esposa las fotos y en especial una muy singular, permitirme que no dé más detalles y que, por supuesto, no he publicado. Obviamente también dejo por escrito mis gracias a este amigo y espero que pronto nos vuelva a hacer cómplices de sus aventuras, bueno, las de su esposa.



Hola, Alberto.
Te confieso que aunque soy seguidor de tu blog desde hace años nunca, hasta la cuarentena de la pandemia, le había comentado a mi esposa su existencia y contenido.
En aquellos terribles días de cuarentena fantaseamos a menudo sobre nuestros gustos sexuales y le enseñé tu blog, el de Alberto Toro, el auténtico.
En aquellos días leyó alguna de las experiencias y testimonios de maridos cornudos, esposas y tus fantásticas entrevistas.
Una vez que conoció tu blog avanzamos en nuevos gustos sexuales que son tu especialidad. Después de ver algunas fotos de amigas tuyas con la dedicatoria y comprobar el respeto que muestras hacia ellas no me puso ningún problema para hacer las fotos con tu dedicatoria favorita “Para el gran amigo Alberto Toro”.
Espero que te hayan gustado las fotos con esas hermosas nalgas y la dedicatoria.

Nota de Alberto Toro. Tuve ocasión de hablar con este amigo y por supuesto que le di las gracias y le rogué que le dijera a su esposa lo maravillosamente bella que es además de transmitirle mi agradecimiento. Obviamente, como es de ley, lo pongo aquí por escrito.

Las fotos las hice en la habitación de un hotel que se encuentra a 350 km de nuestra ciudad. Es un lugar veraniego, hermoso, con muchos hoteles, casinos y una playa maravillosa. Es en estos lugares donde a mi esposa al estar más relajada le gusta jugar aunque te puedo decir que ya le da lo mismo el lugar, depende solo de las ganas que tenga.


Estuvimos tres noches hospedados en el hotel y además de aprovechar y pasear con nuestros niños, concertamos una cita con el amante de turno de mi esposa. Quedamos con nuestro amante para la segunda noche para que tuvieran el encuentro.
Este amigo quería ir a buscarla y llevarla a otro sitio pero mi esposa fue tajante, no quería alejarse del hotel y su familia, la cita debía ser en allí.
La verdad es que esa condición fue mía para poder disfrutarla nada más finalizar el encuentro con su amante.
Como sabes mi esposa tiene 37 años (nota de Alberto, “no hay duda de que está en un momento mami con una belleza exuberante, maravillosa…) y yo 36. Su amante, en esta ocasión, es un amigo de ella al que conoció por internet, ya sabes.
Antes de la cita en el hotel ellos ya se habían conocido de manera personal en un pub. Mi esposa me comentó después de aquel encuentro que le había caído muy bien y destacó del muchacho su educación y caballerosidad. Digo lo de muchacho ya que el amigo tiene 24 años. Tras aquel primer encuentro en el que mi esposa me aseguró que solo hubo charla, chatearon habitualmente por WhatsApp. He tenido ocasión de ver algunos de los mensajes que se intercambian y no veas como me pongo además mi esposa me ha enseñado alguna de las fotos en la que su amigo le muestra su enorme pija. Ni que decir tiene que mi esposa también le envía fotos, algunas realizadas por mí, le gusta mostrarse muy atrevida.


Este muchacho vive a unos 90 km de esta ciudad veraniega por lo que se dio todo para el encuentro: distancia de nuestra ciudad habitual que lo hacía más discreto y un ambiente relajado y veraniego para hacerlo todo más fácil, ya me entiendes.
Disfrutamos muchísimo de los previos, la verdad es que el día anterior a la cita ya estábamos los dos súper calientes. En las tiendas cercanas del hotel vimos la ropa más adecuada para su cita, también eligió lencería, maquillaje… Según íbamos comprando todo ya me imaginaba, como así hice, ayudándola a maquillar, preparar su vestido, desplegar su lencería. Como dicen en España, no dejé de “piropearla”, recuerdo como me sonreía cuando le decía lo que le iba a gustar al muchacho. Estarás de acuerdo por las fotos que has visto que estaba bellísima.

Nota de Albero Toro: Doy fe, la esposa de este amigo tiene una belleza natural y cuando se prepara para seducir os puedo asegurar que a más de uno se nos hincha el cipote.


Yo me iba a quedar con los niños y mi esposa me dio las instrucciones oportunas. Una vez acostados le propuse las fotos con tu dedicatoria. Entre las poses y mis comentarios sobre su encuentro y el referirme a ti, Alberto, me confesó que iba a ir a su cita muy mojada. Lo pude comprobar. Se excitó muchísimo cuando le dije que esas fotos las iban a ver los muchos seguidores que tienes.
Aunque el amante quería una cita convencional, es decir, quedar en uno de los bares del hotel, cenar algo y luego subir, preferimos que el encuentro fuera directamente en la habitación del muchacho. Como te he dicho antes, tampoco queríamos que se hiciera muy tarde para disfrutar los dos, especialmente yo, de la post cita.
Se puso un hermoso y corto vestido. No creo que ese vestido se lo ponga en la ciudad donde vivimos. Debajo iba una tanga negra, yo confiaba en que el muchacho me la firmara con su semen blanco y espeso.
Verla pasear por la habitación del hotel e imaginando lo que venía después me dio un morbo especial, estaba muy excitado pero ella no deja de ser mi esposa, la madre de mis hijos y el hecho de que unos instantes después estaría con otro tipo, más joven que yo y seguramente más potente me provocaron ciertos celos. Fue una mezcla de placer y temor, también de alguna duda que se despejaron al comprobar que mi esposa podía hacer lo que quisiera. Como a otros maridos consentidores estaba viviendo uno de los momentos más satisfactorios de nuestra vida sexual en pareja y sentía una emoción difícil de explicar aunque seguro que tus lectores lo entienden. Mi corazón latía a mil por hora.
Le pregunté si iba a realizar alguna foto o video de su encuentro. Fue tajante, me dijo que no, sonriendo me lanzó “aún no estoy preparada”. Eso sí, me prometió que me daría todo los detalles del encuentro y me lo contaría para mí y para nuestro querido blog, el de Alberto Toro. La sonrisa se transformó en carcajada cuando me soltó: “espero que además de lo que te cuente puedas comprobar la prueba en mi tanga”.
Efectivamente, mi esposa me dio todos los detalles del encuentro, empezó aquella misma noche y los días siguientes ya que hablamos durante las semanas siguientes de aquella noche. Fueron unas semanas especiales y puedo decirte Alberto que veía a mi esposa más libre y me excitaba solo con trasladarme mentalmente a aquella habitación de hotel donde ella se lo pasó genial con su amigo.
Sí me dijo que aunque daba la impresión de estar muy segura tenía cierto nerviosismo. De hecho, al principio de su cita se mostró un poco dubitativa pero el saber hacer del muchacho que a pesar de sus 24 años actuó como un caballero experto todo lo hizo mucho más fácil. Según me dijo, al principio de la cita yo era el tema de la conversación, ya sabes, el muchacho se interesó por si yo sabía de la cita, etc. Alberto, aunque esta vez no pude estar presente, al saberlo por mi esposa si me entró cierto placer por tener el protagonismo del cornudo. Como leí en una de tus entradas de ser el señor de "la segunda vuelta".
Después de aquella primera y atropellada charla mi esposa cogió de la mano al muchacho y lo llevó al sofá de la habitación. Me contó que fue en ese momento cuando ella tomó el mando y sin dejar de mirar a los ojos a su amante, se puso de rodillas delante y le dijo que se bajara sus pantalones. Empezó, de rodillas, a hacerle un sexo oral muy largo. Mi esposa me narró la mamada con tal detalle que en mi mente la veía con la boca llena y disfrutando. Al parecer, el muchacho fue en todo un momento un caballero y nada más empezar la mamada cogió un cojín para situarlo debajo de las rodillas. En ese momento, según me dijo mi esposa, ya tenía el rabo al máximo y pudo comprobar que las fotos que le había enviado no mentían en cuanto al poderío y tamaño.


Según se iba animando con la mamada el pibe gritaba de placer y mi esposa se excitaba al máximo. A mi pregunta sobre si veía similitud en ese momento a cuando ella me lo hace me dijo simplemente que no, que era “distinto”.
Cuando se cansó de mamar, mi esposa se puso de pie. Subió la corta falda suelta de su vestido y el amigo empezó a manosearle las nalgas. Mi esposa decía que el amigo estaba babeando de placer. Después del manoseo con mucha delicadeza le fue bajando la tanguita y cuando tocó suelo le metió la boca entre sus piernas.
Mi esposa, al parecer, ya iba muy suelta y al comprobar que la erección del amante era la óptima, con tacto empezó a sentarse encima de la pija, por supuesto, sin forro. Mi mujer tiene sus manías y no le gusta con preservativo ya que según ella no siente el calor de la pija. Por eso, Alberto, al no utilizar látex debo de preparar muy bien los encuentros, deben estar muy planeados con tiempo para conocer con seguridad la salud y categoría confiable del amante de turno.

Nota de Alberto Toro. Siempre digo que aunque es un placer enrabar sin condón siempre es conveniente la seguridad y el uso del preservativo debe ser lo habitual.

Yo andaba de un lado para otro de la habitación del hotel. Imaginaba el encuentro y sentía un placer especial pero mi mayor deseo era que ella, la madre de mis hijos, tuviera una inolvidable velada y que disfrutara del sexo fuera de nuestro matrimonio. Te puedo asegurar que solo con pensar que mi esposa estaba en la planta de arriba, abierta a un extraño, me calentaba al máximo. En ese momento comprendí lo que sentían esos maridos que han sido protagonistas en tu blog.
Según me narró mi esposa de la mamada del sofá pasaron a la cama. Por lo que me dijo buscó el pie de la cama para ponerse a cuatro, le encanta esa postura, y facilitar al pibe la penetración. Tuvo que agarrarse fuerte, me explicó, porque el muchacho de pie le agarró por encima de las caderas y empezó a follarla bien duro. Me confesó que se dejó llevar, se olvidó de todo y se concentró cien por cien en lo que estaba haciendo. Me dijo que estaba muy húmeda y que en algún momento y debido a los empujones del muchacho notó como se le escapaba algún chorro de pis y no sabía si lo que le corría por sus muslos era su humedad, su pis o la corrida del corneador.
Agotada por los meneos optó por recostarse y ponerse boca arriba. Te aseguro Alberto que en ese momento me excité al máximo porque empezó a describirme la pija del chico, le llamaba la atención lo tiesa que estaba y como apuntaba hacía el techo. Yo gasto un buen rabo, te lo puedo asegurar Alberto, pero la forma en la que ella me describió con detalle el del amigo me hizo sentir cierto complejo de inferioridad pero me lo tomé con disfrute como había leído de alguno de los cornudos de tu blog.
Después del enrabe a cuatro vino el cara a cara, los besos y de nuevo el muchacho apuntó su pija a la boca de mi esposa. Mi mujer, desde siempre, ha sido muy aficionada a las chupadas de pija y lo hace bien. No me dio muchos detalles sobre la mamada se limitó a explicar cómo el muchacho sacó el rabo de su boca y en milésimas de segundo le disparó infinitas gotas de semen que chocaron contra su boca, su lengua e incluso le llovió en su cabello perfectamente alisado en la peluquería del hotel que yo había pagado. Aquí tengo que hacer un breve paréntesis porque recuerdo con especial agrado una situación similar en la que fui uno de los protagonistas pero más que gotas fueron dos disparos en la mejilla de una buena amiga, solo su sonrisa y la complicidad de su marido superó el placer, aquella calle en el Madrid de El Rastro, pero como diría Kipling eso ya es otra historia.
Después de la corrida me comentó que hubo un silencio extraño. Me dijo que vivió un momento contradictorio por un lado el placer especial y diferente de tener sexo con un tipo que casi no conocía y por otro cierta vergüenza por su compartimiento y preocupación porque su marido estaba en la planta de abajo. Pero el muchacho, a pesar de su juventud, se portó como un caballero, empezó a hablarle, a subrayar sus cualidades como amante y le preguntó si quería beber algo. El caso es que estuvieron hablando un buen rato y el pibe insistió en otro encuentro para más adelante.
¿Te apetece ducharte? Le dijo el pibe pero mi esposa le respondió que prefería hacerlo en nuestra habitación, en ese momento me puso un WhatsApp, “todo bien papi, ya voy”. Es curioso pero me dijo que se despidieron con un beso en la mejilla.
Desde que me mandó el mensaje hasta que llamó a la puerta de la habitación me pareció que había transcurrido un siglo. Abrí la puerta y disfruté al ver en su cara una amplia y cómplice sonrisa. Seguí con un tierno abrazo y un beso largo en la boca interrumpido porque restregó por mi cara y labios la tanga de la velada. Después de que mi esposa viera desde la puerta que estaban bien se fue directa a nuestra cama y se levantó el vestido a lo que yo me incliné para oler y saborear el sexo de mi mujer. A continuación le ayudé a quitar el vestido y como un loco me tiré al coño y estuve un buen rato saboreando e imaginando que me estaba comiendo también la corrida de su joven amante. Hacía tiempo que no tenía una erección así y consciente de ello me subí encima y la cogí con una pasión especial a la vez que la besaba y no eran imaginaciones mías Alberto, sentía el sabor a puta de mi hermosa esposa. Entre unas cosas y otras no pude controlar y me corrí al minuto.
Mi esposa se fue a la ducha, yo seguía oliendo su tanga. Después se puso el pijama y me dijo que yo hiciera lo mismo por si los pequeños se levantaban sin avisar y al rato se durmió. A mí me costó conciliar el sueño, no dormí mucho, había sido un día muy especial.
Al día siguiente finalizamos nuestra estancia en el hotel, me hubiera gustado cruzarme con el muchacho pero no pudo ser. Disfrutamos en familia de aquella mañana y emprendimos felices el viaje de retorno a casa. Íbamos relajados y conscientes de lo que había ocurrido pero también tranquilos, nos esperaba nuestra rutina y nuestra vida normal. Éramos felices.
Una última cosa, Alberto, de vez en cuando vuelvo a oler el tanga de aquella noche. No creo que lo lave.

@PSetentayocho nos felicita estas fiestas y nos desea lo mejor para 2022

Este año tenemos la suerte de disfrutar, una vez más, de la felicitación navideña de una pareja amiga del blog. Muchos de vosotros los conoceréis por su nick de Twitter @PSetentayocho Pareja Setentayocho. Qué bien que podamos contar con la presencia en imagen de este monumento y de que os felicite en mi nombre a todos vosotros, mis queridos lectores y lectoras. Espero que sepáis valorarlo.
Hace algunos años tuve el honor de hacer una entrevista a esta pareja amiga, por cierto es una de las entradas más leídas. En ella nos confesaban alguno de sus gustos y alguna de sus experiencias a los que aún no la habéis disfrutar abajo tenéis el enlace.
También he publicado sus tarjetas de felicitación navideña dedicadas al blog y algunas imágenes de esta maravillosa esposa en playas de la Costa del Sol española.



En esta ocasión nos envían las tradicionales fotos al lado del abeto navideño y se observa una fusión entre el árbol y las curvas de infarto de esta gran mujer. Monumento. Sensual. Reputa, Bella... Hay muchos calificativos para ensalzar a esta gran mujer.
Ya sé que muchos de vosotros estaréis sintiendo una sana envidia por el maridito. Pocos mortales pueden tener el inmenso placer de tener un regalo tan exquisito en el árbol. Este esposo ha debido de ser muy bueno.
Yo quiero subrayar la generosidad de este matrimonio que su soltura y complicidad hacen más grande a este blog. Gracias.
Disfrutar de su imágenes de felicitación, jo, jo, jo, jo… qué diría Papa Noel.


Certifico que esta mujer está cada vez más buena. Seguro que no le faltan novios desde la complicidad de su marido.


Uffffffff¡¡¡¡¡ QUÉ MARAVILLA.


Si esta señora fuera mi esposa yo no quitaba el árbol de Navidad en todo el año.


Voy a ponerme cursi pero la luz de esta gran mujer luce más que la del árbol. Suertudos los que la disfruten. Podéis contactar con ello en su twitter, arriba está su nick.
Abajo están los enlaces de las anteriores entradas de esta gran pareja. Ojo, recomiendo precaución a los que tenéis la tensión un poco alta pero qué coño, de algo que hay que....
FELIZ NAVIDAD¡



Respira fuerte y siente el aroma de la sal que desprende esta belleza de mujer y no te olvides de darle las gracias al marido (es el autor de las fotos)

Un marido consentidor: “lo que más nos gusta a los dos son los gang bangs, a mi mujer no se le escapa una polla en ese momento y eso me pone a mil”

Hace tiempo que tenía una entrevista pendiente con esta pareja. Las imágenes que he publicado de la esposa han sido siempre un éxito y no es para menos, su belleza y su sensualidad llaman la atención a cualquiera. En esta ocasión he conseguido entrevistar al marido. Seguro que sus respuestas servirán para que muchos de vosotros, mis queridos cabrones, sepáis lo que le gusta a un marido cornudo consentidor, lo que le pone, lo que le excita...






Javi muestra con orgullo el as de picas de su esposa y el anillo de casada

Javi, un buen amigo y seguidor del blog me ha enviado unas interesantes fotos de su bellísima esposa que quiere compartir con todos vosotros, mis queridos lectores y lectoras.

Atención quiere que vosotros, los seguidores del blog, las comentéis. Ya sabéis que los comentarios fuera de tono, simples o que rocen la grosería van directamente a la papelera.

Hace algún tiempo os pedí fotos de vuestras reinas-esposas para publicarlas. En concreto, os dije que tuvieran en su piel el símbolo cuckold por excelencia, el as de picas, ya sea en pegatina o tatuaje.

Aquí van las de la esposa de Javi. Yo de momento le felicito por tener a una esposa tan bella y abierta, y queda claro que sería una delicia para cualquier corneador que se precie tener un velada íntima con ella.

Agradezco sinceramente a Javi que en sus imágenes haya recreado el as de picas en su esposa y que haya remarcado ese anillo de boda en su dedo anular.

Gracias Javi en mi nombre y en el de todos los seguidores y seguidoras del blog.

Y AHORA, VER Y LUEGO COMENTAR. Javi me ha prometido que intentará responder a todos.


Como os podéis imaginar he visto en vivo y en imagen el as de picas tatuado, pintado... en el cuerpo de alguna que otra esposa. Cuando vi la imagen que me mandó Javi de su mujer y vi esa línea imaginaria que va del anillo de boda al as de picas quedé impresionado. Esa piel blanca, ese chochito húmedo, sabroso coronado por un as de picas e iluminado por el oro del anillo... Felicidades Javi¡


El pepote de la esposa de Javi realza su belleza auténtica al lado del as de picas.


Al símbolo del as de picas en muchas ocasiones se añaden otros signos del universo cuckold como ocurre con la imagen de arriba.


Dentro de la baraja española la reina de espadas tiene el mismo significado que el as de picas.





Como corneador os puedo asegurar que solo contemplar el anillo en el dedo de la esposa puede superar en morbo a contemplar el as de picas en la piel de la esposa.


Javi no quiere restarle protagonismo a su esposa pero también porta con orgullo el símbolo del rol que interpreta en este juego. Recuerdo hace tiempo que contacté en Madrid con un tipo ya maduro, su esposa era una preciosa muchacha de la República Dominicana, el alias de este amigo era "7 puntas" y es que era el objetivo que tenía de alcanzar con su esposa los 7 encuentros con 7 corneadores diferentes, las 7 puntas.



Espero que sepáis agradecer a esta pareja amiga y especialmente a Javi el que nos haya dado la oportunidad de disfrutar de su esposa y que volquéis vuestros comentarios en esta entrada.

Hace algún tiempo publique dos entradas sobre el significado del As de Picas. A continuación tenéis el enlace:

El AS DE PICAS lo dice todo (1/2)





Labor de manso y esposa contenta o “tú detrás mientras le toco el pandero a tu mujer”

Antes que nada quiero pediros disculpas, mis queridas lectoras y lectores, por el retraso en la publicación de esta entrada. Os tengo acostumbrados a una entrada mínima al mes pero es que entre vacaciones, temas laborales, colaboraciones y encuentros con nuevas parejas amigas a las que ya considero como de la familia no he tenido tiempo. Espero que me disculpéis.
Aprovecho para anunciaros que en los próximos meses, si antes no se remedia, tendré que realizar algunos cambios en el blog. El mantenerlo al día supone a parte de una inversión de tiempo y creatividad un coste que deberíamos asumir entre todos. Sí, creo que al final, aunque me duela en el alma, y si no encuentro algún patrocinador tendré que buscar alguna solución, como suscripciones o similares. Bueno, no os perdáis la última entrada os prometo que no os dejará indiferentes y ojo, todo lo que se relata ocurrió no es fruto de una fantasía cocida.

Luisito se confiesa
Os tengo que reconocer que el blog me ha permitido conocer muchos matrimonios. Con muchos de ellos he generado una relación de amistad que ha fraguado en una confianza mutua y también un notable grado de complicidad tanto en el caso de ellas, esas maravillosas esposas sueltas y abiertas, como con sus maridos esos cornudos consentidores, protagonistas vitales en estos juegos.
Bien, esa confianza y complicidad me ha convertido en algunos casos en ese amigo del matrimonio que charla con ambos, escucha y siempre que le toca aporta ese consejo para que todo fluya entre ellos.
Obviamente esa confianza me ha hecho también ser el receptor de experiencias y confesiones íntimas. Aporto a continuación el testimonio de mi buen amigo Luisito, un marido cornudo consentidor de libro que junto a su bellísima mujer se encontraron en Madrid con un joven mandingo. Podéis leer a continuación el testimonio contado en primera persona por Luisito. Por cierto, desde aquí felicito al muchacho porque no siempre se tiene la oportunidad de “interactuar” con una esposa casada de la belleza, sensualidad y categoría como la de Luisito.



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Hola, Alberto.
Sigo repasando mi archivo mental de los encuentros que he tenido con mi mujer y de los que guardo mejor recuerdo. El otro día charlando contigo, te confesé una de las citas que mi mujer y yo tuvimos con un chico de color. Ya sabes la admiración que tengo por ti y desde luego aquel encuentro no llegó a lo espectacular que fueron las citas que tuvimos contigo.

Un hotel en el centro de Madrid y un bar caribeño
Contactamos con él en un blog y en seguida nos dimos cuenta de que era un tío que valía la pena, decidido, dominante, con las ideas claras y saber estar, como tú, ¡qué más te voy a contar! Venía a trabajar a Madrid y, como buen macho, necesitaba satisfacer sus necesidades sexuales. Y qué mejor opción que desahogarse con la mujer de un cornudo, con el morbo de saber que también va a dar una alegría a una mujer insatisfecha. Me imagino el deleite que le provoca la sensación de poderío al cumplir con una mujer delante de un marido poco dotado, manso e incompetente. Se merece toda mi admiración, desde luego.
Fuimos a buscarlo a un hotel del centro de Madrid. Nos reunimos en esa misma recepción donde algo más tarde comprobaría la sonrisa de la recepcionista. Hicimos las presentaciones, a mí me prestó poca atención. Era alto y fuerte, bien plantado. Por la cara de mi mujer supe que le había gustado, seguro que había empezado a ponerse húmeda. Salimos a la calle y tardó poco en agarrarla por la cintura. Hablaban y reían los dos. “Tú detrás”, me ordenó, y eso hice, claro. Era muy excitante contemplar a mi mujer cortejada por aquél Hombre. Pronto se detuvieron y se dieron un buen morreo que yo observé con mi cara de pasmado que tú bien conoces.
Así fue el paseo, morreos continuos y un buen sobe a las nalgas de mi mujer. De vez en cuando le subía la faldita para tocarle el pandero directamente. Sabía bien a dónde llevarnos: un bar caribeño. Una buena humillación, sin duda: mi mujer y yo éramos los únicos “blanquitos”. Él metiéndole mano continuamente y yo allí como un bobo de comparsa, sentado observando sus besos y caricias. Todo el mundo tenía muy claro que yo era un cornudo. ¡Qué poderío debía sentir demostrando su virilidad superior y la potencia de su entrepierna! Pagué ante la cara burlona de la camarera y fuimos hacia el hotel en el mismo plan en el que habíamos venido.



“Pobre cornudo, ¿a dónde vas con esa ridiculez?
Le pidió la llave a la recepcionista, “van a subir un momento”. Estaba claro. Ellos continuaban agarrados y yo los seguía. “¡Abre la cama, cornudo!”. Obedecí al instante y preparé el lecho para que hiciera lo que un Hombre de verdad sabe y puede hacer. Se desnudaron mutuamente besándose y magreándose. Un Macho muy superior a mí disfrutaba de mi mujer y la hacía gozar. Por fin apareció su miembro, orgulloso y triunfante. Mi mujer lo acariciaba con deseo. Me ordenó que me quitara la ropa, intuía mi inferioridad. Y allí apareció mi pollita ridícula, mucho más al lado de su imponente verga. Comparamos de cerca: risas, cachondeo, “pobre cornudo, ¿a dónde vas con esa ridiculez? De rodillas y pónmela a tono”.
Ya tenía el pollón bastante despierto, lo empecé a chupar mientras seguían besándose y sobándose. Casi no me cabía en la boca pero conseguí ponérselo muy duro. A continuación me tocó preparar el coño de mi mujer, aunque poca falta hacía de lo mojado y abierto que estaba ya. De todas formas le di unos buenos lametones para facilitar la entrada del ariete de aquel Macho.
Le indicó a mi mujer que se pusiera a cuatro patas y a mi que le colocara el condón. Sentí un gran respeto al hacerlo, como si vistiera a un torero que va a realizar una gran faena. Separé los labios del coño de mi mujer y colaboré en la entrada de aquel atributo triunfal dentro de ella.


El “mete-saca” empezó lentamente, pero al cabo de poco el ritmo era ya acelerado. Empezaron los jadeos y gemidos de los dos, esos que yo no consigo provocar en mi mujer. Se iban poniendo muy calientes. Él decidió cambiar de postura, quería estar encima de mi mujer, así cubre un macho a una hembra con el mayor contacto posible, los cuerpos pegados, las lenguas mezclando fluidos, mi mujer sintiendo el peso y la potencia de aquel Macho. Realicé de nuevo mi trabajo de mamporrero. Ya iban a buen ritmo, su pollaza entrando y saliendo y sus cojones chocando contra el culo de mi mujer. Me ordenó que le lamiera los huevos e hice lo que pude en esa posición: me afané con la lengua, iban y venían, su culo se restregaba por mi frente, pero conseguí dar unos buenos lametones. Era como si ablandara mi frente para facilitar el nacimiento de mis cuernos.

“A una señal suya le retiré el condón”
Mi mujer se corrió. Es bastante escandalosa así que no había duda. A los pocos instantes lo hizo él, dejando patente el placer que le producía. Sentí que era una lástima el uso del condón, un Hombre así debería dejar su firma dentro de mi mujer, inyectarle su semen de Macho Alfa. Sacó lentamente su pollaza de dentro de mi mujer, orgullosa del trabajo bien hecho. Ella descansaba satisfecha boca arriba, aún gimiendo. Él me dirigió una mirada entre altiva por su superioridad y condescendiente por mis limitaciones. A una señal suya le retiré el condón; allí estaba toda su esencia de Macho Poderoso.
Era ya tarde y no hubo mucho más. Nos despedimos con la idea de vernos más adelante, como así fue. Pasamos por la recepción, mi mujer alegre y parlanchina y yo, algo avergonzado, no me atreví a mirar. Llegó muy contenta a casa y durmió muy bien. Yo también estaba contento: mi mujer estaba satisfecha y yo había colaborado con uno de mis colegas del género masculino facilitando el desahogo de sus necesidades sexuales, buena labor de manso.



¿Has probado a besar a tu esposa cuando está siendo enrabada a cuatro por el corneador?

Muchos maridos y novios aficionados al cuckold me aseguran que entre los momentos más placenteros que experimentan en el juego es cuando están cara a cara con su esposa, ante un primerísimo primer plano que dirían los cinéfilos, mientras es enrabada en cuatro por el corneador. Al placer de presenciar y ver en detalle la cara de placer de su esposa se une el beso tierno y cómplice entre ambos, un beso que yo calificaría como el que se dan unos novios recién enamorados.

Carla y Paolo en pleno beso de novios.

Coinciden muchos de estos maridos que a través de ese beso sienten un vendaval de sensaciones placenteras y singulares. Desde ver muy de cerca la excitación de su esposa mientras folla a lo perrito con el amigo corneador a sentir esta excitación como si fuera en primera persona por el roce de sus labios.

Esta imagen ilustra a la perfección ese momento. La he obtenido de la web xhamster.

Casi todos los maridos coinciden en lo excitante de otro detalle que se da durante el beso y que no siempre se valora en las primeras veces. El impacto que recibe la esposa a cuatro con las embestidas del corneador le produce un traqueteo en su cuerpo que se traduce en otro impacto que recibe el corneador a través del beso.
Mi amigo Leopoldo, un cornudo de libro y con muchas cornadas a sus espaldas, me asegura: “No es solo sentir el morbo y el calor del besito de mi señora si no también recibir por trasmisión el golpe en mis labios, es como si nuestro amigo estuviera follándome la boca”.

Traqueteo
Sobre el traqueteo tengo que añadir, es una valoración personal basada en experiencias, que muchas esposas tienen entre sus favoritas la postura de el perrito o a cuatro. He tenido el placer de jugar con algún matrimonio en el que ella disfruta al máximo con dicha postura pero sabiendo aguantar la embestida, incluso frenándola, para así minimizar el impacto en el marido cuando se están besando. Ni que decir tiene que esa “paradiña” de la esposa es un placer añadido para mí en el momento del enrabe es como sentir un tope. Ahora bien, por lo general esos besos no son eternos y esa parada de la esposa no dura mucho tiempo, solo lo que los besos. Con parada o no siempre recomiendo que el marido sienta el impacto del empuje trasero. No hay cornudo consentidor fanático del juego cuckold que no lo pruebe.

Foto obtenida de un video de la web Xhamster.

Lo que dicen ellas
Algunas esposas que he consultado para documentarme en esta entrada me han aportado reflexiones dispares.
Carmen me asegura que es un momento especial y que necesita ese beso con el marido, “me da seguridad en lo que estoy haciendo y también hace que me sienta la reina entre dos hombres, también me gusta mucho que mi marido apriete mi mano mientras… me hace sentir más unida a él”.


Sin embargo, Cristina es partidaria que durante el polvo con el corneador el marido no vaya más allá de grabar, fotografiar o mirar, “prefiero que Luismi esté al margen mientras estoy con Javi, en el sexo solo me gusta estar con un hombre”.
En la misma línea Silvia me confirma: “yo solo dejo que mi marido me bese cuando hemos terminado, lo doy todo y quedo rendida después de varios orgasmos, al finalizar no me importa que mi esposo se acerque me haga cariñitos y me bese”.

Foto obtenido como recurso para la entrada de Xhamster.

El beso del matrimonio dentro del rito cuckold

Desde luego que estos besos forman parte del rito y es tan importante para el marido como cuando actúa de mamporrero o abriendo los carrillos del culo de su esposa para facilitar que la polla del corneador tenga vía libre. Me dicen algunos maridos que incluso supera al placer de actuar como fotógrafo del encuentro.
Está claro que la esposa siente el placer de follar con un extraño o con un amigo y que se trata, por lo general, de un polvo novedad, guarro, intenso, extramatrimonial y que rompe la rutina. Ahora bien, los maridos consentidores experimentan un carrusel de emociones y sensaciones sexuales placenteras, desde todo los previos hasta que llegan a convencer a sus esposas pasando por la elección del primer corneador, la ropa para el primer encuentro, el imaginar cómo será el actuar de mamporrero y, desde luego, sentir en el beso de su esposa la excitación que ella siente por follar con otro y en sentido figurado notar la punta de la cabeza de la polla del corneador a través de los labios y la lengua de su esposa.
Así me lo aseguró Carlos: “Ver a mi esposa en esa situación me supone una erección instantánea pero me he llegado a correr como un chiquillo cuando me he dado un piquito con mi esposa mientras nuestro amigo la empujaba por detrás”.
En la misma línea Luis me confiesa: “Me gusta acariciar a Carmen cuando hace el amor con nuestro corneador, sentir su mano y espero con ansia que ella bese mis labios mientras tiene dentro a nuestro amigo”.
Juan un buen amigo ya jubilado y casado en segundas nupcias con una belleza dominicana de 30 años me aseguró: “Por lo general, Alberto, me limito a sentarme en el sillón que hay frente a la cama, procuro no molestar pero no me pierdo detalle, antes hacía alguna foto con el móvil pero últimamente Carla tiene un amigo fijo y ya parecen un matrimonio y solo participo cuando ella me indica que me acerque y me da besos cortos en mis labios, eso sí siempre lo hace cuando ella ya lleva bastante tiempo siendo enculada”. Y añade, “ mi esposa y su novio lo ven como un acto de humillación pero a mí ese momento supone un placer maravilloso, me hace sentir vivo y que mi esposa me tiene en cuenta”.
Agradezco a Paolo, marido de Carla, pareja que han protagonizado alguna de las mejores entradas de este blog, las imágenes de ellos con los amigos de turno en las que están dándose besos “cuckold” y que me autoriza a publicar (son las imágenes que llevan la leyenda con el nombre del blog). Estas fotografías no dejan lugar a duda de la conexión entre el corneador con la esposa y a la vez de la esposa con el cornudo. Paolo me subraya. “Suelo tener todo preparado antes de que Carla empiece con nuestro amigo, me refiero a la cámara de video con la que grabó el encuentro, mis dos cámaras con las que tomo panorámicas y primeros planos, después de que lleven un rato a lo suyo, suelo acercarme y acariciarla y procuro ver en que momento está más excitada para besar sus labios”.


Le pregunté a Paolo que sentía en esos momentos y me dijo: “es una conexión especial, me encanta ese momento, son besos diferentes y solo los que estamos en esto entendemos lo que significan”.

Laura y Paco
Paco, un viejo amigo y seguidor del blog, matiza: “el beso que Laura me da en ese momento no es el mismo beso que le da al corneador. Me refiero a que ese beso entre nosotros es un gesto romántico, de complicidad y el beso que se da con el corneador es el típico morreo lascivo, baboso, de lenguas”. Y añade: “yo siempre suelo besar y acariciar al principio, para darle seguridad, cuando empezamos con esto ella iba un poco insegura y me pedía estos cariños, ahora ya no va insegura si no todo lo contrario pero nos gusta escenificar su temor, nos pone cachondos a los dos”.
Paco lleva casado con Laura más de veinte años y unos diez jugando a cuckold, le considero un experto en cuanto al papel que deben jugar los maridos. Me dice: “yo procuro pasar desapercibido aunque nunca he dejado a Laura ni un minuto a solas con los diferentes amigos con los que se ha encamado y ya solo participo acariciándola, susurrando a su oído alguna frase cariñosa y besándola”.
El momento cumbre para Paco es cuando Laura llega al orgasmo o nota que el corneador de turno se corre en la follada, “soy un experto Alberto y solo con mirar a los ojos de mi esposa sé cuando está a punto, cuando está follando a lo perro suele coincidir cuando le está dando duro y ella jadea más de la fuerza, entonces espero a que disfrute y en el ocaso del orgasmo me acerco sin molestar y beso su cara para terminar dándole un beso de marido consentidor en su boca”.


Y bien amigos, si habéis llegado hasta aquí espero que a la pregunta con la que titulaba esta entrada del blog, tengáis una respuesta afirmativa y que lo llevéis a cabo cuanto antes. De ser así, espero que pronto lo comentéis en el blog y os invito a participar con vuestros comentarios, seguro que tenéis mucho que decir al respecto. Por cierto, solo he recogido testimonios de algunos amigos cornudos consentidores y de sus esposas, si eres CORNEADOR y tienes alguna experiencia o anécdota sobre este contenido, escribe tu comentario.
Tenía otro titular antes de optar por el que he publicado, era: “el marido consentidor conecta a través del beso de su esposa con el corneador”, sacar vuestras propias conclusiones e insisto espero vuestros comentarios.





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