El momento mágico en el que una esposa accede a dar el paso y con el tiempo supera al marido en soltura cornuda cuckold

Una de las muchas reflexiones que me he planteado desde que sigo con este humilde blog, es el momento en el que una esposa ante las inquietudes sexuales cornudas de su marido se plantea dar el paso y accede a llevarlo a cabo.

Es uno de los momentos más cómplices de una pareja, sin duda, pero también una puerta que se abre a un futuro desconocido y que en muchos casos se abre a un carrusel de color. Es normal la duda, el temor al cambio, plantearse otro tipo de infidelidad que tampoco se le puede definir así ya que es una decisión consensuada por la pareja y, desde luego, una prueba de libertad, especialmente para la esposa a la hora de acceder a nuevas experiencias que serán fuente de placer.

Obviamente, cuando la pareja elige al corneador adecuado, un caballero de ley, la garantía de éxito es amplia pero si se tiene mala suerte y se elige a un inútil o a un maleducado o a un niñato sin experiencia puede echarse al traste todo lo trabajado por el cornudo.

De esa primera experiencia depende que el futuro esté lleno de aventuras satisfactorias que enriquezcan la vida sexual del matrimonio, especialmente de la esposa, o que se vuelva a la rutina y en el mejor de los casos a la casilla de salida para seguir intentándolo.

Aprovecho lo anterior para mostraros, a petición de sus protagonistas, unas escenas cornas de una pareja que se encuentra al otro lado del Atlántico.

Antes que nada, os pido por favor que no os corteis (dentro de un orden) y que deis vuestra opinión sobre los tres protagonistas.

Os hago un breve resumen. Es una pareja, llevan mucho tiempo juntos. Ella siempre ha sido una mujer muy activa en lo sexual y no puso demasiadas pegas a la hora de permitir que un tercero entrase en sus juegos.

Que es una esposa abierta lo prueba el inmenso pepino que se introduce en un previo a la llegada del corneador.

A través de mis comentarios podéis revisar el juego corno que se traen esta pareja. Ella los prefiere negros.

El amigo cornudo en concreto me escribió el siguiente correo:

Hola Alberto, disfruto mucho de tu blog de cornudos. Te cuento, soy cornudo de XXXX. Desde que empezamos en estos juegos suelo tomar fotos a mi esposa cuando se encuentra con algún amigo. Ella también me graba y en situaciones no del todo muy dignas para mí.

Mi amada putiesposa es especialista en negros. Le encantan. Si tenemos la suerte de dar con un caballero potente, bien armado y sabiendo manejar… mi esposa lo disfruta al máximo y yo feliz con verlo. Ojo, aunque su predilección son los chicos negros mi esposa no desprecia otros tamaños sean de donde sean y a veces para entonarse y ponerme en evidencia utiliza otros elementos para darse gusto.

Lo cierto es que desde que empezamos hasta ahora ella ha evolucionado a una apertura sexual completa, y eso que al principio no quería. Ahora soy un puto cornudo sumiso, me excita delante de su macho de turno pero no me deja tocarla y lo más humillante: me ha convertido en un cornudo maricón como podrás comprobar en el video. Tampoco me deja participar en sus juegos y si insisto me pone la condición de ponerme sus panties, contonearme como una putita delante de ellos y mamar a su macho. No veas las carcajadas que sueltan ambos cuando me arrodillo y….

Espero que publiques lo que te envío. Fue con un amigo que ya es íntimo de mi esposa. Puedes ver la soltura de ambos y mi actitud de marido-putita.

Por último Alberto me gustaría pedirte un favor y es que me pusieras en contacto con otros cornudos. Pero no aspirantes a cornudos si no que ya lo sean. En este tipo de juegos hay muchos que hablan de esto sin saber…

Tu admirado Max, el cornudo maricón.


Lo que tu digas amigo. Si quereis contactar, publicar comentario para que os contacte. Y ahora vamos a comentar y ver la sesión que nos envía el amigo. Antes de cada imagen, extraigo las anotaciones del cornudo:

"Mi esposa nunca se quita los tacones durante el juego. Supongo que forma parte de sus artes de seducción. Una vez desnuda, el amigo negro espera con su sable inhiesto a que ella se rinda en una mamada. No veais la cara de satisfacción que pone cuando ve el cipote."



"Por delante, por detrás… Esto último es una de sus especialidades, a mí nunca me lo hizo pero al negro le come los huevos por detrás y se entretiene en el culo del muchacho. Luego me dice que es para motivarle más."



"No sé si lo dice para humillarme más pero cuando termina de comerle el culo es cuando a veces me besa en la boca."



"Antes de que empiece el festival, mi esposa exige mi parte que no es otra que le coma el rabo al corneador para ponerle a tono. Si no lo hago ya puedo despedirme y salir de la habitación. He encontrado un placer singular en ese momento, soy un cornudo maricón."



A veces las braguitas de mi esposa son tan ajustadas que aprietan mi pollita. Lejos de torturarme, encuentro un placer especial. Creo que el grado máximo de cornudo sumiso es cuando te fumas el puro del corneador. Yo no decido cuando parar de tragar, son ellos lo que me indican el camino a seguir o el macho me retira la cabeza y mira a mi esposa... Es entonces cuando empieza el festival.



"Os aseguro que cuando empiezan las cachetadas estoy tan caliente que me cuesta reprimirme. Es una sensación mágica. Yo me esmero en pajearme y no molestar más de la cuenta, lo importante es que mi esposa disfrute."


"Por supuesto el mamporreo forma parte del rito. Es una de las partes que más me gustan. Templar la mirada y seguir el ritmo del mete-saca del negro para acompasarme a él. Primero, abrir los carrillos del culo de mi esposa y sentir ese aroma. Luego, comprobar que el rabo del negro entra sin problema, con ritmo y a continuación, agarrarle por el arranque para sentir esa unión mágica entre los tres. Es maravilloso, Alberto."



Mi esposa disfruta tanto que a veces cuando el negro se vacía, ella tiene que seguir con algún accesorio. Ya me gustaría a mí poder atenderla pero después de como la folla el negro, no le vale cualquier cosa. Tiene el listón demasiado alto para mí, así que ya sé el papel que me espera.
Si te voy hacer una confesión Alberto. Mi esposa, al principio, no era tan suelta pero ahora lo disfruta tanto que a veces se me pasa por la cabeza que sus primeras negativas eran puro pose, ella siempre supo que yo era un puticornudo.

















“Ácido con ponche lisérgico” en el que entre otros hechos, una chica se lanza con tres ángeles del infierno ante el silencio participativo del ex marido. En homenaje a Tom Wolfe

Soy un ferviente admirador de Tom Wolfe, del personaje, de su obra, de sus respuestas a las numerosas entrevistas que en los últimos treinta años concedió. Tom Wolfe, uno de los descubridores del nuevo, hoy antiguo, periodismo.

En estos días nos enteramos de su muerte y pronto veremos en las estanterías de las librerías reediciones de su magnífica obra.


Tengo que reconocer que la primera vez que leí, casi por obligación, una novela de Wolfe tenía todos los prejuicios que tenemos a determinadas edades. Bastó leer los primeros párrafos para devorar capítulo tras capítulo la singular historia de Sherman McCoy, un capullo que está en la cumbre y que por su amante y un inesperado golpe de mala suerte, pierde todo y cae al vacío. Me refiero a “La Hoguera de las Vanidades” (1987). Quizás una de las novelas más importantes del siglo XX.
Supe entonces que Wolfe tenía otras novelas, ensayos, reportajes… narrados desde un prisma diferente y que se vino a llamar el “nuevo periodismo”. Nuevo, como decía antes, que se ha convertido en viejo por culpa de esto de las redes sociales, los blogs y demás pollas en vinagre, todos (hasta yo) podemos ser cronistas, opinadores y juntaletras de la realidad. Malos tiempos para el periodismo profesional. 
No me voy a extender más. Desde aquí quiero dejar por escrito mi admiración y respeto por este magnífico periodista-escritor, TOM WOLFE. Descanse en paz, maestro.
Eso sí, os recomiendo (humildemente) que os detengáis en alguna de sus obras.


Sin apartarme de la especialidad del blog, no dejéis escapar “Ácido con ponche lisérgico” (1968) No sé si decir que es una novela que narra hechos reales o un reportaje río en el que su autor pone por escrito la experiencia directa, desde dentro, de un grupo de chalados que con sus excesos de drogas de la época, especialmente LSD, realizan un viaje iniciático a través de los Estados Unidos en los años sesenta. 
Y diréis, mis queridos cabrones, y esto a qué viene. Pues viene porque el maestro Wolfe narra con una maestría máxima un hecho, al que hoy podríamos definir como bukake, la experiencia de una pareja, especialmente de la esposa, con toda esa patrulla y especialmente con algunos ángeles del infierno que se unieron a la fiesta de una noche en la que el LSD era el protagonista.

Capítulo XIII - Los ángeles del infierno

...Déjate llevar por la corriente…, y qué corriente… Aquellos tipos, aquellos bromistas… En concentraciones tumultuarias como aquella los ángeles del infierno solían poner en práctica otro número titulado ¿A quién se van a follar? Y la cosa aún no había llegado a eso cuando una rubia de fuera de La Honda, una invitada llegada de lejos, una jovencita bonita y melosa y tierna, todo un manojo de hormonas, hizo saber a tres ángeles que estaba dispuesta, y los cuatro se encaminaron hacia el cobertizo y se entregaron a un feliz y avenido regodeo. Pronto se enteraron los demás ángeles de la existencia de aquella “nueva mamaíta” (nota del traductor, en la jerga de los ángeles del infierno, mujer que pertenece al grupo y que es promiscua sexualmente con ellos) y al poco un buen número de ellos se había amontonado ante la puerta… 
La chica, con el vestido rojo y blanco hecho un ovillo a la altura del pecho, tenía dos o tres ángeles encima de ella, entre las piernas, sentados sobre su cara… en la morbosa luz ocre del cobertizo, en medio de un trajín de lengüetadas y ojos lascivos y gorgoteos y sobertones y frondas de vello público, y el sudor y el semen le brillaban sobre las zonas cruciales del vientre y muslos, y se retorcía y gemía, no en señal de protesta sino en una suerte de ebrio acceso de sólo Dios sabía qué, mientras hombres sin pantalones estaban de pie a su alrededor, jaleando, reprobando, esperando su turno, o su segundo turno, o su tercer turno…, hasta ser penetrada por lugares diversos unas cincuenta veces como mínimo…


Bueno, no sigo porque a ver si me van a reclamar derechos de autor. El caso es que este episodio termina cuando unos cuantos ángeles van a buscar al ex marido de la protagonista. Le encuentran por ahí pérdido, puesto de LSD y lo llevan al cobertizo y le invitan a que también goce del momento. Wolfe subraya el silencio que se produce entre todos aquellos cabrones, la chica y el marido, incluso alguien llega a decir que la cosa ha ido demasiado lejos, pero la chica se arranca a comer la boca al marido con todas las señales que habían dejado los demás y el marido termina lo que otros habían dejado a medias mientras con un placer especial los ángeles le jalean… 
Me quedo con el grado de canchodez de la amiga y como surge esa complicidad entre ella y los tres ángeles del infierno para luego seguir en una orgía…. Ufff los años sesenta eran tiempos peligrosos. Y qué me decís de la reacción del ex marido. 
Y os dejo una última reflexión. En estos momentos que vivimos, ¿Tom Wolfe se hubiera atrevido a narrar aquel hecho o hubiera sido políticamente correcto y no lo hubiera incluido en su reportaje?
Os recomiendo la lectura completa de “Ácido con ponche lisérgico” y el resto de la obra de Tom Wolfe.

Y dejo también una pregunta. Una vez que el corneador de turno y la esposa terminan su happening, ¿es conveniente que el marido participe en la fiesta? Y en caso de que participe, ¿el corneador debe jalearle por su participación?




El 22 de abril es el cumpleaños de mi esposa y ese día quiere iniciarme como su cornudo consentidor

A primeros de año, un lector del blog me envió el siguiente mensaje:

Señor Alberto Toro, le felicito por su excelente blog. Soy seguidor de usted y de los consejos de su blog. Me incluyo en ese grupo de hombres a los que nos excita que nuestras esposas tengan un amante con consentimiento. Desde hace tres años le pido a mi esposa, casi rogándole, que me haga cornudo. Hace unos días, por fin, me dio el sí pero con condiciones.

Estas son: yo sería el encargado de encontrar al amante, debería de hacer un grupo con los seleccionados seleccionados y que sería ella la que eligiera al candidato. Yo tendría que ser el encargado de hablar con el seleccionado y explicarle la situación, ya sabes, nuestros deseos, lo que nos gustaría hacer, etc.

Oír de ella estas palabras me llenó de felicidad, pero… me puso otra condición: ella quiere estar sola en los primeros encuentros con el amante y quizás, si es que hay confianza entre ellos, en un futuro puede que me deje estar delante de ellos.

Sr. Toro, aquí le pido su consejo, ¿usted cree que es buena idea que le deje sola con el macho elegido? Me surgen dudas, la principal es mi temor a que mi esposa se pueda encariñar.

El 22 de abril es su cumpleaños y ese día me quiere iniciar como su cornudo consentidor. Le pido que me dé su consejo, se lo agradecería mucho, sr. Toro. Le escribo desde TX, espero su contestación.

Qué te parece el modelo elegido para su primer encuentro

Cuando tuve disponibilidad de agenda y después de leer detenidamente el caso de este amigo, aspirante a cornudo, le contesté.

Antonio, cuanto me alegra saber que tu objetivo -ser un pedazo de cornudo consentidor- lo puedes conseguir. Ahora debes valorar que estás a punto de lograrlo, como dices, han sido tres años de súplicas y cuando vas a saborear las mieles de la fantasía llevada a la práctica debes ser generoso y debes seguir, punto por punto, las indicaciones de tu esposa.

Y cuando digo generosidad, me refiero a esa generosidad cornuda, en la que el marido antepone sus deseos sexuales a los de su mujer, aunque sean caprichos dolorosos.

Sigue las indicaciones de tu esposa y si te dice que al principio debes quedarte fuera, pues te quedas fuera y así con todas sus peticiones y deseos. Ya verás como disfrutas también cuando llegue ese día aunque no estés delante de ellos, la verás como se arregla para su amante y ese brillo maravilloso en sus ojos que adelanta las humedades del encuentro.

Deja que ella pruebe, no toques su libertad. Seguro que si encuentra placer en este juego, su lógica evolución es que tú puedas estar presente en algunas ocasiones y que incluso te pidan el favor de que actúes como marido mamporrero o como marido pilonero.

Ya me contarás.


No tardó en llegar la respuesta de Antonio.

Alberto, muchas gracias por contestarme y por tus consejos. Seguiré al pie de la letra tus indicaciones. Lo que más deseo es que ella me haga cornudo consentidor. Intentaré complacerla en todo lo que me pida para que mis cuernos crezcan.

Sería un orgullo para mí que publicaras mi historia cuando tú consideres. Te enviaré las fotos de mi esposa de como irá arreglada para su primer encuentro con el macho y de mi primera y tan esperada puesta de cuernos. Estoy deseando que llegue el día.



Este fue el último correo que recibí de Antonio. No se me olvidaba que en abril era el cumpleaños de su querida esposa y hace unos días volví a tener noticias.

Buenos días Alberto. No sé si recordarás… Soy Antonio, hace unas semanas te escribí para contarte que mi esposa me iba a hacer cornudo, algo que deseaba desde hace bastante tiempo. Será a finales de abril, fecha de su cumpleaños. Pronto se entregará a su amante.

Como prometí te mando una foto que hicimos el otro día con el modelito que va a llevar a su cita. Yo estoy más ilusionado que ella, aunque noto que está disfrutando del morbo de la situación y no veas Alberto, como pasa el tiempo mirando que ropa o que tanguita se va a poner para impresionar al muchacho que ha elegido.

Espero que pueda enviarte fotos de su primer encuentro y contarte lo que he sentido. Ya sabes que en el primer encuentro con su amante, mi esposa quiere estar a solas y que si todo marcha bien, cuando ya tenga más confianza con el chico y se sienta más segura, me ha prometido que me dejara estar con ellos y que podré disfrutar viendo como la hace gozar su corneador.

Yo quiero que tenga un corneador de planta. Alguien de confianza que pueda confiar en él y que mi esposa tenga fácil acceso y cojan cuando quieran. Por cierto, tú crees que es mejor un corneador de planta o ir probando hasta dar con el idóneo.

Alberto, estoy muy agradecido a tus consejos. Te envío también otras dos fotos íntimas para que veas la belleza interior de mi esposa. Estamos en contacto.


Siempre me alegra recibir las respuestas de agradecimiento cuando mis consejos les funcionan. Insistí a Antonio en que su esposa, antes, durante y después, era la que debía marcar el camino y que él, como marido cornudo consentidor, debía apoyarla y disfrutar de toda la experiencia. También le aconsejé, por su tipología de cornudo, que lo ideal era que encontrarán un buen corneador y que no le dejaran escapar, que fuera de planta y casi como de la familia porque si no su esposa no tendría nunca esa confianza y seguridad necesaria para que Antonio pudiera participar de una manera más activa durante los encuentros esposa-corneador.

Espero que pronto recibamos noticias de esta pareja y nos cuenten como les fue.

Por último, les subrayo cuatro consejos que le he dado a Antonio y que pueden ser utilidad para otros aspirantes a cornudos en su misma situación.

1.- Dejar libertad máxima a la esposa, ella es la que debe decidir si da o no el paso.

2.- Si la esposa quiera estar a solas con su corneador, solo te toca comprenderlo y apoyarla en su decisión. Ten en cuenta que ella puede preferir estar a solas con su amante para ser ella misma y no tener la presión del cornudo presente.

3.- Eso sí, el cornudo debe hacer una discreta vigilancia para saber que el corneador es de fiar.

4.- Sobre el temor a que la esposa se encariñe con el corneador. Pues no pasa nada si así ocurre y vuelvo a lo de antes, el cornudo debe apoyarla en sus decisiones y entender que en esa situación, ese tipo de celos pueden ser placenteros.



("UA-21720468-1")