Iniciamos septiembre con la experiencia de Erik y su esposa. Una pareja abierta y feliz que nos cuenta como su evolución cornuda les llevó a una paternidad abierta. No se pierdan detalle, amigos.
Somos un matrimonio que ha obtenido una inefable felicidad luego que mi esposa se decidió a ponerme un buen par de cuernos. Los hechos que desembocaron a esta situación por demás morbosa y satisfactoria para ambos fueron los siguientes: Nos casamos hace 10 años, ella, Marta, ahora 30, yo Erik, actualmente 55. Tuvimos dos hijos, antes de ser cornudo, ahora de 9 y casi 8, merced a nuestro deseo exacerbado de follar a diario y obviamente, sin cuidado para evitarlos, y luego un tercer hijo que fue fruto de su relación con su amante, con mi consentimiento y con plena conciencia de que el deseo de que quedara preñada de él era mutuo.
Todo empezó una noche en que, no sé si era por agotamiento o por notar que mi esposa no tenia orgasmos conmigo, le sugerí abiertamente que era hora que probara conocer alguien que la satisficiera como merecía, ya que Marta es una hembra fogosa, simpática, entradora, atractiva hasta el delirio, objeto de miradas elocuentes. Yo ya sabía que frente a mi casa un señor, dueño de un taller mecánico la miraba con ojos lujuriosos, pero de entrada no le dije a mi mujer que tenía cerca quien me diera ese dulce placer de comenzar a sentir como me crecían los cuernos. Por consiguiente comenzamos a salir a restaurantes, confiterías y lugares donde podía ella lucir sus encantos, que realmente son abundantes. Comenzó a picarme el goce de verla centro de miradas, y ella, consciente de ello, aprovechaba para devolver esas miradas con sonrisas prometedoras, pero sin pasar de ahí. El hecho es que esa situación me producía una excitación que no se conjugaba con nuestras noches de sexo, en las cuales casi no tenia erecciones y debía conformarme con tener de ella sexo oral muy insatisfactorio cuando la flojedad es la causa. Eso hacía que yo insistiera con el tema, y ella se mostraba escandalizada, pensando que quería probar su fidelidad. Pero obviamente en su mente comenzó a surgir la inquietud y/o curiosidad de saber cómo era acostarse con otro hombre, y yo notaba como bullía su mente imaginando pretextos de salidas para que yo no sospechara, cuando en realidad yo sabía que eran solo pretextos, y que había comenzado a entablar una relación con ese señor mecánico, que en un principio era muy discreta, con alguna que otra palabra intercambiada entre él y ella fuera del taller, como por casualidad.
Por las noches, ella me relataba las reuniones (falsas) que había tenido con alguna amiga o vendedora de ropa, y como yo ya sabía lo que sucedía en su mente, la estimulaba diciéndole que no perdiera tiempo con sus amigas, que había un amigo que la esperaba. Ella, callada, me daba la razón, pero no soltaba prenda. Una noche vino más tarde que de costumbre, nerviosa, casi sin mirarme. La calmé, y esa noche abiertamente le pedí que me dijera que le estaba pasando, y me contó que a ella ya le costaba mucho salir de casa sin que el susodicho la persiguiera con su auto invitándola a subir. Le pregunté si como hombre le gustan y solo con su cabeza me dijo que sí. Le dije entonces que debía hacer lo que manda la naturaleza y que yo la comprendía y deseaba que gozara el sexo como era debido. No dijo nada, pero me besó con gratitud.
A la tarde siguiente, estando yo ya en casa, noté que ella se estaba vistiendo en forma algo distinta, con transparencias y una blusa seductora que nunca le había visto. ¿Te gusta? me preguntó. Claro amor. Bueno, voy al cumpleaños de mi amiga A. así que tal vez vuelvo tarde. Como yo sabía que A. no cumplía años en esa fecha mis hormonas salieron a flote y la esperé sumamente excitado, aun despierto cuando regresó a las 3 de la mañana, y tan nervioso que no dormía, cuando entró en la cama donde yo la esperaba con mis brazos extendidos a ella. Nos besamos con una pasión que no le conocía y al penetrarla sentí como mi polla entraba dulce y fácilmente en su coño, totalmente empapado. Solo le dije: te gustó, y suspirando asintió con la cabeza. Súbitamente tuve una erección que no creía pudiera tener y en dos minutos eyaculé copiosamente, sin protección pues ella me decía que tomaba anticonceptivos. Fue después de tantos días en que pude penetrarla, follarla y eyacular en un orgasmo fabuloso. Así nos quedamos, abrazados y besándonos, hasta que ella me preguntó: ¿es que realmente te place que haya estado en la cama con otro?.Si, amor, le dije, ¿creías que no?...
Esa noche la penetre dos veces más y ella respondió con pasión, y cuando le pregunté como había sido todo y me contara, lo hizo con lujo de detalles, desde que entraron al hotel abrazados, y el le hizo sexo oral que le provocó el primer orgasmo con su amante, cosa que jamás había permitido que yo le hiciera. Luego la penetró y le hizo tres regalos bien copiosos, cosa que me di cuenta dado que sentía su coño totalmente lubricado y escapándose esperma al compas de mi bombeo. Le pregunté cuantas veces ella había gozado y me dijo que dos, una vez con su lengua en el coño y la otra en uno de los orgasmos de él.
Con el tiempo se hicieron habituales las salidas, y ella sabia como excitarme pues por la tarde, antes de ir yo a mi oficina ella me decía, hoy tengo una invitación, así que coman ustedes tranquilos que volveré tarde. Una de esas tardes, en que veía que se ponía ropa interior que yo nunca le había visto, le dije, pero Marta, quieres matar al pobre hombre, mira que seductora te hace ese sostén. Y ella me respondió: bah, por lo que va a durar.... Eso me trastornó de tal manera que quise follarla ahí mismo pero me lo impidió diciéndome: no, ahora no, a la vuelta. Esa noche me venció el sueño y a las 4 ó 5 de la mañana me despiertan sus pechos en mi cara, y de inmediato la penetré. Me dijo en un susurro, hazme acabar, quede muy excitada. Y con dedos y lengua pude hacer que tuviera un rico orgasmo conmigo. Luego, calmada, me dijo, suerte que me permites, pero te digo que aun que te enojes, voy a seguir saliendo con él, porque me gusta. Me dio la pauta que iba a ser cornudo igual, me opusiera o no, y me excitó eso más aún.
Al año siguiente, una noche en que había vuelto de reunirse con su amante como habitualmente ,lo hacía dos o tres veces a la semana, me dijo que ya no tomaba pastillas. Pero mi amor, le dije, ¿no temes un embarazo?. Es que no puedo evitar que el acabe dentro de mí, me dijo, a pesar que le digo que es peligroso, pero el se pone frenético. ¿Y si te embaraza? la pregunté. No quisiera porque te enojarías, me dijo. ¿Pero tú lo deseas? le pregunté. No tanto yo, pero el sí. Y enseguida me pregunta: ¿te enojarías?. La abracé, la besé, y le dije: si es tu gusto no me enojo, y más te digo, noto que mi esperma casi no sale, no sé porque, tal vez por mi edad, y deseo tanto como tu tener otro niño. Entonces me dice: estoy aliviada porque hace un mes que lo buscamos el y yo, y estos días debía venirme la regla y no me ha venido. Si, le dije, noté que salías igual, cuando otros meses estabas estos días sin salir. Me acarició la frente y me dice: creo que te han crecido los cuernos enormemente. Entonces me di cuenta: ¿estás embarazada?. Me asintió con la cabeza, creo que sí, me dijo, ¿te molesta esta nueva situación? A lo que respondí: ¡no, yo corro con todas las consecuencias¡ Ay amor, me dijo, temía tanto que te enojaras....
Así fue como nació mi tercer hijo, inseminada por su amante, y que ahora tiene 5 años. A partir de entonces volvió a tomar los anticonceptivos, pero yo le insisto que no los tome mas, que me gusta verle esa panza voluminosa y esos pechos rebosantes de leche, con las aureolas oscuras y los pezones normes. Se que la relación con su amante está tambaleando, sobre todo porque el quería poner el niño a su nombre y ella no aceptó. De modo que pronto deberé ponerme en campaña, si no lo hizo ella ya, para buscarle otro semental, pues es su deseo volver a preñarse, y también el mío.
Afectuosamente, Erik
Epílogo
En una conversación privada, vía chat, con Erik me confesó lo feliz y suelto que se encontraba después de haber hecho público su papel como “gran cornudo consentidor”. Me subrayó lo feliz y el placer que sentía al ser cornudo de hecho, sin derecho pero con obligaciones. En plan coña, le pregunté que me mostrara una foto de su último hijo, le dije que se le parecía mucho, jejejejeje. Erik me comentó que el mecánico y padre natural del niño había desaparecido. No quiso entrar en muchos detalles, yo creo que a Marta le aburría el mecánico y necesitaba probar nuevos oficios. Pronto encontraron un nuevo amante corneador para Marta, el cual cogió rápidamente el gusto y está visitando casi a diario el domicilio conyugal, viene en plan sobrado, me dice Erik, me ignora y se centra en Marta para a continuación pasar a nuestro dormitorio… Erik me dice que es feliz porque le dejan ser testigo de sus arrumacos y polvos. Ahora bien, tienen una pega, Erik y Marta quieren otro niño pero su actual corneador no quiere, por eso Eric anda como loco buscando otro corneador que preñe a su Martita.
En un correo reciente Erik me adelantó que todavía no habían encontrado el corneador semental idóneo y que tenga el perfil que le gusta a su esposa. Me dice que hay varios postulantes pero Marta, según me confiesa Erik, se ha vuelto muy selectiva, especialmente con el tamaño. Han llegado a plantearse viajar a Italia donde conocieron a un chavalote por la red que le gustó mucho a Marta pero por motivos laborales no pudieron concretar la escapada. Y ahí andan, buscando a un macho que les preñe. Yo ya les he dado consejos pero seguro que vosotros, queridos lectores y lectoras, tenéis ideas que les pueden ser de mucha a utilidad, tanto a la suelta de Marta como al cabrón de Erik, así que no se demoren y escríbanlo en formato comentario.
Y nada más, sólo decirles que este blog es un proyecto colaborativo y sin sus aportaciones, sus experiencias, sus deseos, sus opiniones, sus anuncios…. No somos nada, así que hagan el favor de animarse y colaboren con sus experiencias, dudas y respuestas.
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