Fer y Ceci (I) Aquel desconocido me dijo: “Mirá cómo le doy de comer a tu mujer” yo, inmóvil, no salía de mi asombro y lo disfrutaba más que ella

Una pareja argentina me ha enviado su primera experiencia en un local swinger y su bautizo blanco como cornudo consentidor. Lo cuenta Fernando, el marido. Una vez verificado el contenido y las imágenes aquí va su publicación.
Una llamada de atención para esos maridos que se rompen el coco dando vueltas a cuándo y cómo se lo plantean a sus esposas: diálogo, ver videos del tema y, claro, siempre ayuda visitar en pareja este humilde blog.
Disfrutar de la experiencia de estos amigos.



Somos Fernando y Cecilia, matrimonio argentino en los 40s. Ceci es morocha, de altura media tirando a alta; tiene unas piernas largas, cierta pancita y unos pechos grandes que en la calle suelen atraer miradas de los extraños. Dominante en la vida cotidiana le excita mucho ser sumisa en el sexo, la atraen ocasionalmente las mujeres y tiene un marcado fetiche con los hombres mayores iniciando jovencitas. Como desde hace un tiempo tengo la recurrente fantasía de ser cornudo venía “preparando el asunto” mirando juntos videos de DP, cuckold, gangbang y todas esas guarradas. Cuando podía, sacaba indirectamente el tema; ella sólo lo aceptaba como fantasía compartida y sostenía que no quería pasar a los hechos, pero fui notando que el tema la atraía cada vez más.

Finalmente, hace pocos días, alguien de la familia nos sorprendió diciendo que podían cuidar una noche a los niños. Por fin podíamos disfrutar de una noche libre. Le anuncié que quería salir a un club swinger (solo a mirar, por supuesto) y pasar la noche en un hotel. Pensé que iba a tirarme algo por la cabeza, pero aceptó. Tuvimos dos veces sexo en el hotel y llegó la hora de prepararnos para salir. Se encerró en el baño y luego de un buen rato salió. Jamás la había visto tan sexy: una blusa suelta, minifalda negra de cuero, el pelo recogido en una colita, las uñas de manos y pies pintadas de negro y sandalias de taco muy alto que realzaba su cola. Debajo, me mostró la tanga estilo “hilo dental” que le había regalado para la ocasión…

En el club nos sentamos cerca de la barra y tomamos un par de tragos mientras iba llegando la gente y comentábamos los personajes que aparecían: las parejas, mucho más atractivas de lo que nos habíamos imaginado, y los depredadores, que rondaban solos, unos algo sórdidos y otros más atractivos. Al principio Ceci estaba pudorosa: no se animaba ni siquiera a levantar la vista y me miraba sólo a mí. Poco a poco, con la atmósfera, los tragos y el show erótico de los strippers se fue “aclimatando”. Todavía evitaba la mirada de los hombres y las parejas que pasaban y me decía que si alguien venía a hablarnos se moriría de vergüenza. Me confesó entre risas que cuando yo había ido al baño una mujer se le había acercado a charlar y ella la había espantado. Nos besamos bastante y noté que no le molestaba que la tomara abiertamente del culo en medio de tanta gente.



Luego del show comenzó la música. Compramos unos tragos más y salimos a la pista, todo el mundo se animaba. A mí no me gusta bailar (menos los ritmos latinos) pero a ella sí y sobre todo le fascina el reggaeton. Yo me movía como podía, sintiéndome un robot y ella se animaba a bailar cada vez más. No conocíamos los “códigos” del lugar pero era evidente que algo pasaba con las miradas, con la gente que pasaba rozándonos o se ponía a bailar al lado. De a ratos Ceci me decía que alguien la rozaba y pasaba de largo. Le daba mucha vergüenza pero seguía bailando. Yo me fui cansando de bailar y me quedaba parado en mi lugar, moviendo apenas los brazos, ella bailaba entusiasmada.

Al rato me di cuenta que bailaba al lado de mi esposa un tipo maduro, medio canoso, agradable y de buen físico. Pronto intuí que era el tipo de hombre que podía atraerle a Ceci. Sentí un poco de envidia y me di cuenta al viéndole bailar lo torpe que yo era y la desgana que siempre he mostrado en las pistas de baile y más en esa ocasión en la que era un pasmarote en el centro de la pista. Ceci seguía bailando y el tipo nos rondaba de a ratos como una especie de tercero en la pareja y de a ratos casi interponiéndose entre nosotros. En un momento me miró y no supe qué hacer, salvo sonreír estúpidamente. La cosa es que siguió acercándose y como Ceci no lo rechazó ni yo hice nada para impedirlo, comenzaron poco a poco a bailar entre ellos más que ella conmigo.

Primero se rozaban y luego se acercaban más y más. Ceci, de espaldas, comenzó a hacer el “perreo” rozándose cada vez más, ambos subiendo y bajando sincronizados, como si se conocieran de siempre y ella apoyándose de espaldas en su cuerpo.


Yo ya era el tercero. El tipo no dejaba de mirarme no sé si con la intención de pedir mi consentimiento o simplemente de situarme en mi sitio de manera humillante. No sé paró y el tipo comenzó a acariciar a mi esposa mientras bailaban, primero en los hombros, luego en la cintura… Todo de forma sutil como si formara parte del baile pero estaba claro que no era así. Ceci se contoneaba y se movía cada vez más. Estaba hermosa, desinhibida, y parecía haber perdido cualquier pudor. Me dio un poco de celos comprobar esa sintonía entre ellos, pero a la vez no podía dejar de mirarlos.

De repente, todavía bailando de espaldas al tipo, Ceci tiró la cabeza hacia atrás y se apoyó más, mientras él la acariciaba cada vez más explícitamente y le hundía su cara en el pelo. La visión era magnética: Ceci lucía fantástica, suelta, libre, moviéndose súper sexy al ritmo de la música sobre esos tacos altísimos y se completaba a la perfección con ese fulano al que jamás habíamos visto.

De repente él la tomó de la mano y me dijo “Vamos a dar una vuelta”. No me salió ni un solo gesto. Ceci me tomó a su vez de la mano y nos dejamos llevar. Ella volteó para atrás para mirarme apenas un instante. Estaba radiante. El tipo nos llevó por un pasillo y, sorteando un guardia, entramos a una sala con luz todavía más oscura. El corazón me latía a mil por hora. Era lo que había venido a ver: en la penumbra de las luces de color, tratando de no pisar a nadie, atisbaba al pasar auténticas escenas explícitas de porno mientras el tipo nos llevaba a los sillones de una de las esquinas más alejada.

Me sentó en un sillón como si fuera un niño y la paró a Ceci, que todavía me agarraba la mano, y la puso mirando contra la pared. Creo que ella no esperaba algo tan abrupto: mientras él comenzaba a apoyarse sobre ella, frotándose, acariciándola, manoseando su cuerpo, haciéndole sentir su erección, ella me apretaba nerviosa la mano. Yo no lo podía creer lo que veía. Con la mano izquierda él le giró la cabeza hacia atrás y la besó, y luego le metió la mano izquierda por debajo de la blusa, acariciándole los pechos, mientras que con la derecha le acariciaba el costado de las piernas y se restregaba contra ella. Ceci dijo “no… no”, pero apenas estaba susurrando y el tipo siguió.



Yo estaba como loco. Mientras ella seguía resistiéndose un poco el tipo le mordió la parte de atrás del cuello y ahí Ceci no pudo resistir. Ya era suya. Haría con ella lo que quisiera. Me soltó la mano y se entregó por completo mientras el tipo le metía la mano alevosamente debajo de la falta y la tocaba. El tipo sacó el corpiño y me lo tiró en mi cara, mientras ella se dejaba manosear como si yo no estuviera ahí: de espaldas, entregada, retorciéndose de placer, dominada por ese tipo con el que no había intercambiado ni dos palabras. De repente él la dio vuelta, contra la pared, y la puso en cuclillas. Ceci ni me miraba. El tipo sacó una pija imponente, bastante más gruesa que larga, totalmente erecta, y se la pasó por la cara a mi esposa, por todos lados menos por la boca, para volverla loca. Ceci miraba suplicante hacia arriba. El tipo me miró y dijo: “Mirá cómo le doy de comer a tu mujer”. Y se la metió en la boca. Ceci le acariciaba los huevos con una mano y con la otra empujaba a su macho cada vez más adentro. Estaba desatada. Lo devoraba y se esmeraba por complacerlo desplegando todas las armas: pausando el ritmo, acelerando, tomándose el tiempo necesario para lamer bien la ingle, los huevos, el tronco del pene, para finalmente comerse la cabeza y darle a su macho el máximo placer. El tipo gemía y yo, al borde del infarto, gozaba mirándolos. Jamás estuve tan excitado.

El tipo la levantó de la colita del pelo y la tiró bruscamente en cuatro patas sobre el mismo sillón donde yo estaba sentado, casi encima mío. Apenas intercambiamos una mirada fugaz mientras Ceci se agarró con una mano del respaldo y con la otra de mi pecho, sabiendo lo que venía, mientras él le subía la minifalda, le corría la tanga, con una mano la tomaba del pelo tirándole la cabeza hacia atrás y con la otra la tomaba del culo.

Ceci me dijo “Fernand…” mientras el tipo la penetró de golpe y luego comenzaba a bombear lentamente. Ella decía “no, no… n…” pero era evidente que estaba gozando como una loca. El tipo sabía bien lo que hacía: comenzó a bombear con calma, despacio, acelerando progresivamente, mientras Ceci se soltaba por completo y pese a la gente que había alrededor no podía contener los gemidos y me agarraba cada vez más fuerte la mano. Desbocada, jadeante, ahora la veía a mi esposa gritando “¡sí, sí, más!” mientras su macho la montaba como una puta y aceleraba los embates tirándole el pelo hacia atrás para que yo pudiera apreciar bien la cara de éxtasis de mi mujer. El tipo era realmente una máquina. Ceci gemía y de a ratos murmuraba “ay, Dios, la tenés dura… tan dura”. Yo jamás hubiera podido montarla así, con esa maestría, esa resistencia, esa intensidad. Ceci se retorcía y gritaba, arqueándose de placer, mientras el tipo le daba cada vez más duro y le pegaba en la cola. “¿Te gusta?”, me decía. Yo asentía, hipnotizado. Disfrutaba la forma en que un verdadero macho alfa satisfacía a mi esposa mil veces mejor de lo que yo podría hacer jamás, y afloraba la puta que ella tenía adentro. El tipo aceleraba cada vez más, y Ceci se retorcía de placer y me decía “¡lo siento adentro, tan adentro!”. El tipo bombeaba como un salvaje y se oían sus huevos pegando en la cola de mi mujer, hasta que le tiró la cabeza del pelo bien atrás, como si frenara un caballo, e hizo que ella me mirase mientras gemía “¡Acábame adentro! ¡lléname de leche!” y recibía la carga gritando “¡sí, sí, sí!” y su macho daba los últimos asaltos a ese culo maltratado, mientras ella acababa temblando con los ojos cerrados.


El tipo se levantó, con la pija todavía dura, toda mojada, enorme, reluciente, agarró a mi mujer de la cabeza y se la metió en la boca: “Limpiá”. Y Ceci lo devoró, tragándose hasta la última gota de leche. Confieso que quizá me hubiera gustado ayudarla. Y luego el tipo me lanzó una mirada un poco despectiva y se fue. Mientras Ceci me miraba arrodillada, preciosa, jadeante, llena de leche de su macho, pensé que jamás me había enamorado tanto de ella.

Solo dos cosas. El corneador, la verdad, iba un poco sobrado. Tampoco hay que ir tan sobrado, hay otras formas de marcar autoridad. Y una recomendación para Fernando, seguro que a la próxima bajas al pilón, elige el momento y no decepciones ni a tu esposa ni al corneador de turno, preparate.
AT.

C. y V. (II) la entrevista. Carlos: "pasaron unos segundos interminables hasta que agarré el rabo engomado del corneador para dirigirlo al coño de mi esposa, lo tenía tan abierto y mojado que entró con absoluta suavidad"

Hace unas semanas publiqué la primera entrada de Carlos y V. Ilustrada con unas fotos de ella en plena actitud cuckold, la entrada nos narraba el primer encuentro que tuvieron. Tenía pendiente la entrevista para saber más detalles de ese momento y para que nos comentaran, en primera persona, sus inicios y sus pareceres sobre los juegos cornudos.
Las fotos que ilustran la entrevistan las protagonizan esta pareja en unos de sus momentos íntimos en los que rememoran sus aventuras fuera del dormitorio marital. Agradezco su dedicatoria por lo que se refiere a mí y por todos vosotros, mis queridas lectoras y lectores, ya que certifican la veracidad de sus testimonios. Por cierto, V. muchas gracias por seguir mis indicaciones y hacer la señal de cuernos a Carlos, en tu mano esa señal queda aún más bella. Sin más preámbulos.


Alberto Toro.- Carlos y V. se presentan como una pareja normal, con sus trabajos diarios, obligaciones familiares que viven el día a día como cualquier otra pareja “normal”. Rondan los cuarenta tacos y mantienen una vida sexual activa (yo digo que más que activa) desde el primer día que se conocieron.

Tienen afición a descubrir prácticas sexuales nuevas que amplíen su vida sexual. Me comentan que en los últimos años han tocado muchos palos en sus polvos, desde la sumisión-dominación, tríos, juegos swingers, exhibicionismo (muestra de ello es aquel paseo veraniego por Mojácar, doy fe), castidad forzada, BDSM, entre otras muchas. Y claro, también una relación cuckold en la que se encontraron sin buscarla pero que hoy forma parte de su vida sexual, de manera real y según me confiesan de manera muy placentera. Que tomen nota esas parejas que agotan sus juegos y condenan su relación sexual al aburrimiento y la inevitable desgana.

Carlos y V. llevan ya unas cuantas aventuras pero como ellos dicen, la mejor está aún por llegar y seguro que la contarán aquí pero de momento nos vamos a centrar en su primera vez. Atención a lo que nos dice V., la esposa, “Nos gusta mucho el sexo y lo disfrutamos al máximo, estos juegos cuckold nos han unido mucho pero hemos podido llevarlos a la práctica por nuestra complicidad y unión”. 


Alberto Toro.- Me habéis dicho que desde vuestros inicios como pareja tenéis una activa vida sexual. Todas las parejas en sus inicios suelen tener esa gran actividad sexual, bien, pero en qué momento de vuestra relación pasáis a otra pantalla en la que el sexo no es tan convencional y no se limita a la pareja.
Carlos.- Nuestra vida sexual nunca ha sido convencional. Cuando nos conocimos los dos sabíamos que no queríamos una relación vainilla clásica y buscamos, seguimos buscando, todas las opciones que nos puedan dar placer. Al poco tiempo de conocernos habíamos hecho nuestro primer trio MHM y unos meses después acudimos a nuestro primer lugar swinger donde hicimos el primer trío HMH.

AT.- Pero quién tomó la iniciativa y qué papel jugó tu esposa (V.) en el proceso.
C.- Como la mayoría de las parejas con las que hemos estado hablando, la iniciativa surgió del hombre. Aunque es verdad que V. siempre ha sido muy abierta y no puso muchas objeciones… (Carlos sonríe y V también lo hace mientras nos lanza una mirada cómplice).

AT.- ¿V. siempre fuiste una esposa suelta y abierta? Cómo era tu vida sexual antes de conocer a Carlos.
V.- (esposa de Carlos).- Antes de conocer a Carlos era una esposa “normal”, de polvo semanal. Sin más. Aunque sabía realmente que había algo dentro de mí que estaba por descubrir. Y vaya si lo descubrí.


AT.- Cómo fue vuestra primera experiencia cuckold.
La primera vez fue en un local swinger. Antes habíamos tenido algunos encuentros con chicos pero nunca habían sido puramente cuckold. Fueron, más bien, contactos entres tres, el típico trío HMH.
Como te digo el primer día cuckold fue en un local swinger. V. eligió a su amante y te puedo decir Alberto que se lo folló como le vino en gana.
En el local había varios chavales con ganas de ella, no había más que pararse en sus miradas y en la forma de acercarse a nosotros. Ya sabes como funciona esto en los clubs de intercambios. V. eligió al que más le gustó y me mandó a por los condones a la taquilla. Sentí un escalofrío como mi esposa, de manera cariñosa pero asertiva me indicó lo de los condones delante del chaval.
Luego, durante la faena, me hizo comerle la polla y después ponerle el condón. No lo hice mal, antes V. me había instruido en la manera que tenía que agarrar el cipote del muchacho por su arranque y coronarle el cabezón con el plástico. Debo confesarte, Alberto, que en los tríos anteriores que habíamos hecho ya había practicado en engomar al tercero del trío.

AT.- Carlos, nos queda clara tu maestría a la hora de engomar el rabo del corneador y creo entender que sientes un placer especial en ese rito pero qué vino después.C.- Después se lo folló en todas las posturas posibles, mientras el resto del local (y yo mismo) miraba. Los gritos y gemidos que pegaba debían de oírse incluso fuera del local. Cada vez que le pegaba una embestida gritaba “Joder, cornudo, cómo me está follando!” O decía “esto sí que es follar, cornudo!” 

AT.- Carlos me has confesado que ese momento en el local swinger, ver como otro tipo se follaba a tu mujer, fue una de las mejores experiencias sexuales de tu vida. Cuéntanos por qué, qué sentiste, qué papel jugaste.
C.- La verdad es que es una situación que recomendaría a cualquiera que realmente quiera a su mujer. Verla disfrutar y disfrutar con ella mientras otro se la folla es algo que no se tiene todos los días. Es una sensación de haber llegado donde tantas veces has fantaseado. Que te diga lo bien que se la está follando, que alabe en tus narices las virtudes de la polla de un desconocido, ver cómo le besa o cómo le acaricia la espalda… Todo ello acompañado de la pertinente incertidumbre de no saber cómo va a salir todo. No saber cómo te vas a sentir o cómo se va a sentir ella. Si puede haber consecuencias, incluso, en la propia relación. Finalmente, como ya hemos comentado, fue todo muy bien y el placer superó con creces las dudas.

Durante la faena me hizo comerle la polla y después ponerle el condón. No lo hice mal, antes V. me había instruido en la manera que tenía que agarrar el cipote del muchacho por su arranque y coronarle el cabezón con el plástico. Debo confesarte, Alberto, que en tríos anteriores ya había practicado en el engome del tercero.

AT.- Además, lo hicistéis delante de toda la gente que estaba en el local, ¿esto os supuso un placer especial y añadido?C.- Si, la verdad es que el exhibicionismo siempre nos ha gustado. Nos encanta que nos miren mientras follamos. Esta situación no fue una excepción y todo el mundo pudo comprobar mi estado cornudo mientras follaba mi esposa.

AT.- Me comentas Carlos. que tu papel fundamental fue el de marido mirón y facilitador del encuentro. ¿Tuviste en algún momento del polvorón un papel más activo?V. antes de nuestra primera experiencia cuckold me instruyó en el procedimiento y me dejó claro que siempre debía limpiar la polla que se iba a follar, así que esto fue lo que hice. Te puedes imaginar, V. me cogió la cabeza por la coronilla y con autoridad dirigió mi boca al capullo del corneador. Sobreactué un poco mientras me negaba aunque en el fondo estaba deseando mamar, V. lo sabía y me siguió el rollo. El chaval debió de alucinar pero no tardó mucho en trempar, instante que aproveché para ponerle el condón. Ya en situación, pasaron unos segundo interminables y agarré el rabo engomado para dirigirlo al coño de V. Lo tenía tan abierto y mojado que entró con absoluta suavidad. Fue uno de los momentos que sentimos más placer, ver tan de cerca, en primer plano, el coño que más deseas, el de tu ama, penetrado por otro pollón es fantástico.


AT.- V. qué tipo de cornudo te gustaría que fuera Carlos.
V.- Me gusta que Carlos adopte el rol de cornudo que tiene como primer objetivo proporcionarme el mayor placer sexual y satisfacción. Que sea facilitador.

AT.- Qué detalle o detalles te llamó la atención V para que eligieras a aquel primer corneador. Supongo que habría otros tipos con ganas, suele ocurrir en los días abiertos a chicos en los locales swingers.
V.- Siempre es un tema de feeling, de conexión personal. En un principio había elegido a otro chico pero en cuanto se cruzó X cambié sin dudar, tenía claro que sería mi amante para esa noche. Y la verdad es que tuvimos suerte, siempre hay que tener en cuenta este factor. X no sabía que iba a desempeñar un papel de corneador, supongo que se veía ya en el típico trío HMH y la actitud de Carlos le debió sorprender pero la verdad es que actuó como un corneador experimentado.
Pero ya te digo, Alberto, como en cualquier relación en personas, la conexión es primordial.

AT.- Carlos, te has referido a tu esposa, en algún momento de la conversación, como tu ama. Explicate. ¿Es V. una esposa dominante?
C.- La relación cuckold que hemos establecido es de Ama-cornudo. Ella decide, ella manda y yo obedezco. Me trata bien, es verdad. No es una dominación humillante ni una relación de despotismo absoluto, sino que cuida la dominación para que todos nos sintamos a gusto. Los límites los pone cada uno, obviamente. 
Desde aquella relación, V. no me deja tocarle las tetas. Al principio me puso la excusa de que las tenía doloridas por cómo se las apretó el chico del local y no paró en ello pero pronto observó que ese impedimento me producía un placer especial, me lo notó. Y desde entonces emplea frases como: “estas no son para ti” o “dónde vas”. Ayer, me despiste intencionadamente y después de sobarlas un poco, V. me castigó con unos azotes. El caso es que a mí esto me calienta y me excita muchísimo. A ella también.
Con el culo (ojete) ya hace tiempo que me va advirtiendo que no es para mí, lo reserva para alguien especial (yo solo se lo he follado una vez en nuestra relación) Ahora solo puedo penetrar el coño pero sin tocar las tetas. Creo que si llega el día en que V. me prohibe su coño, también lo disfrutaré.

Alberto, como en cualquier relación en personas, la conexión es primordial.

AT.- ¿Esperas que la cosa se quede ahí?
Carlos.- Hace ya varias semanas que V. no deja que me corra. Llevo tres eyaculaciones frustradas y amenaza con que voy a estar así hasta final de año. Y ahora mientras follamos me dice que necesita un buen corneador porque yo no doy la talla, esto me excita especialmente (V. mira a Carlos y después sonríe ante mí)

V. interrumpe a Carlos y sonriendo me dice:
V.- Cuando quiero que pare de follar le digo “Carlos, cada día me follas peor” y noto como está para reventar.

AT.- Mis queridos lectores, tengo claro que Carlos se va a convertir en un cornudo consentidor de libro. Y no solo porque cumple con muchos de los procedimientos del rito cuckold pero es que también lo disfruta de una manera intensa y especial. Durante la conversación previa a la entrevista, Carlos me comenta que al residir en una ciudad pequeña en la que todos se conocen no puede desarrollar su rol de cornudo con total libertad pero que le encantaría lograr que su entorno supiese de su condición. También me dice que solo de pensar en situaciones delante de personas en las que su esposa es magreada por otro tío o como un extraño se enrolla con ella, sería un placer especial. Ahora le voy a preguntar por eso.

AT.- Carlos, cómo vives que otras personas ajenas a estas prácticas pudieran descubrir tu rol de cornudo consentidor o marido facilitador.
C.- La mirada de la gente cuando sabe que eres cornudo es algo muy difícil de describir. Los hay que te miran con incomprensión, sin entender muy bien por qué está pasando eso, otros te miran hasta con lástima, otros con aire de superioridad. Percibir esos sentimientos hacia un cornudo es altamente gratificante. Solo los maridos que estamos en el tema y disfrutamos de estos juegos al tener la complicidad de nuestras esposas podemos entender ese placer que las personas ajenas desconocen.


AT.- V. ¿tú te consideras ama de C.?
V.- Yo amo a Carlos. A partir de ahí, me considero lo que haga falta. Depende de lo que pida la situación. 

AT.- Está claro que Carlos tiene tu complicidad y lo más importante, tu amor. Desde tu posición, V., qué consejos les darías a las esposas que se niegan a estos juegos para que se animaran.V.- A mí estas prácticas me hacen sentir muy cerca de mi pareja. Además, creo que es todo un reto para un hombre “hecho y derecho” ver como su más preciado tesoro es disfrutada por otro. El único consejo, no solamente para las esposas, sino también para ellos, es que no se cierren a nada, que hablen mucho con su pareja, que expresen sus pensamientos, dudas, miedos, etc. Finalmente, deben ser decisiones de pareja, de los dos, eso debe quedar claro.
AT.- Y tus recomendaciones, Carlos.
C.- No creo que sea nadie para dar consejos sobre esto, pero lo más importante es que la pareja se sienta cómoda con lo que está haciendo. En nuestra relación pensamos que tenemos que ir siempre juntos, y eso es lo que nos permite llegar donde sea. Yo jamás forzaría ninguna situación y disfrutaría de cada “regalo” que vaya apareciendo en el camino. Cada situación que vaya apareciendo puede convertirse en la punta de lanza de una verdadera aventura sexual si se trata de la forma adecuada. 

V.- A mí estas prácticas me hacen sentir muy cerca de mi pareja. Además, creo que es todo un reto para un hombre “hecho y derecho” ver como su más preciado tesoro es disfrutada por otro.

AT.- En vuestra anterior entrada tuve el honor de publicar algunas fotos de V. en Mojácar y con la camisa cuckold. Muchos lectores me han preguntado detalles de ese día. Por favor.
C.- V. mi esposa, va siempre sin bragas, eso no fue ninguna novedad. Decidimos salir a dar una vuelta con la moto y ya podéis imaginar cómo le quedaba el culito con esa falda que llevaba. Después de visitar Mojácar estuvimos en Vera, donde mi esposa pudo exhibirse todavía más en un hotel naturista. Mucha gente no sabe lo que significa la camiseta y pasan descuidados por el lado de V., mirando más las piernas o el culo que la propia camiseta. Sin embargo, en una ocasión, un chico se nos acercó a preguntar por la camiseta. Podéis imaginar la vergüenza (y el placer) que se pasa cuando un desconocido sabe (y te dice con una media sonrisa en sus labios) que eres un cornudo.

Carlos: mucha gente no sabe lo que significa la camiseta y pasan descuidados por el lado de V., mirando más las piernas o el culo que la propia camiseta. 
AT.- V. desde tu perspectiva femenina qué valoras más en un corneador.V.- Aparte de las cosas obvias como el físico, la limpieza y el olor, para nosotros ha sido decisivo que sea respetuoso. Nos hemos encontrado con supuestos corneadores que eran maleducados o groseros. Eso nos hace descartarlos de entrada. Aunque Carlos es un cornudo, no deja de ser mi pareja y lo quiero con locura.
AT.- Y para ti, C. Qué perfil de corneador es el ideal para ti.Carlos.- El corneador ideal para mí es el corneador ideal para Ventura. No hay más.


 


C. y V. (I) contactan con el blog: “fue una de las mejores experiencias de mi vida ver como otro hombre se follaba a mi mujer y tenía la necesidad de contárselo a alguien”

Al finalizar el pasado verano se puso en contacto conmigo un nuevo seguidor del blog, C. es su inicial. Junto con su esposa (V.) había parado en el blog de Alberto Toro y me mandaron su impresión sobre las experiencias que publico, mis consejos, etc.

Como otras muchas parejas se iniciaron en este mundo fantaseando con los juegos y después de afianzar esa complicidad necesaria, dieron sus primeros pasos.

C. valoró tener a mano las experiencias de otros cornudos que recojo en el blog y sobre todo esa labor que a veces hago de asesoramiento a parejas para que logren sus objetivos en estas fantasías.
Incluyo a continuación el primer correo que recibí de C. y V. En breve, publicaré una extensa entrevista sobre sus primeros pasos y contaré alguna de sus primeras experiencias.

Os aseguro que el testimonio de esta pareja, C. y V. os impresionará, alguno de vosotros se verá reforzado en la idea y dará los pasos para que su esposa explore otros caminos sexuales.

Leer con atención el correo, a continuación doy mi opinión sobre las reflexiones que plantea C. y, sobre todo, disfrutar de las imágenes de V. da gusto verla tan suelta, tan bella, inundada por el sol de Mojácar. Cabrones, a más de uno le encantaría pasear junto a su esposa con la actitud de V. y disfrutar de las miradas que provoca entre los caminantes playeros.



Buenos días, Sr. Alberto.
Lo primero de todo, presentarnos y decirle que acabamos de conocer su página. Nos estamos iniciando en el tema cuckold y la hemos estado visitando últimamente porque nos encanta el modo en el que tratan este apasionante campo de la sexualidad que son los cuernos. Somos C. (esposo) y V. (esposa). Tenemos algo más de 40 años y una relación bastante afianzada. Hace unos meses, casi por casualidad, empezamos a fantasear con el tema de los cuernos consentidos hasta que, por fin, la fantasía se volvió realidad. 
Este pasado sábado Ventura tuvo su primer encuentro con un corneador, estando en mi presencia en un local swinger, y fue una de las mejores experiencias de mi vida. Ver cómo otro hombre se la follaba bien fuerte mientras ella chillaba por el placer y todo el mundo mirándolos, mientras yo me dedicaba a chuparle el ojete a Ventura... Ufff... sólo de recordarlo…
Tenía la necesidad de contárselo a alguien, ya que esta felicidad del cornudo poca gente la entiende y he pensado que usted sería un buen conocedor de estas situaciones.
Le envío unas fotos de mi Ama para que vea la camiseta que llevaba este verano...
Respetuosos saludos.


De la presentación que hacen C. y V. subrayo el apunte que nos hace sobre su matrimonio, “tenemos una relación bastante afianzada”. Sin duda es la situación ideal en una pareja para empezar a dar los pasos en estos juegos. Está claro que si se da esta complicidad entre ambos será mucho más fácil hablar de esto sin que haya ningún problema ni drama Es más, muchas esposas agradecerán la confianza del marido y muchos maridos se sorprenderán de la respuesta afirmativa una vez se lo planteen a sus esposas. Seamos sinceros, la mujer se plantea muchas veces ese espacio de libertad que supone la infidelidad y si esta es consentida por el marido todo es mucho más fácil.

No siempre recomiendo que el primer encuentro en cornudo se produzca en un local swinger, a no ser que la esposa sea lo suficientemente abierta. Como sabéis en los locales swinger mucha gente va a mirar y a no ser que produzca un placer especial exhibirte puede resultar un reparo para el matrimonio. En el caso de V. y C. está claro que fue una de sus mejores experiencias sexuales.



Por último, y cito textualmente a C. “la felicidad del cornudo poca gente la entiende”. Cierto, no todo el mundo es sincero y finge indignación por el hecho de que su mujer interactúe con otro hombre pero muchos de vosotros, maridos cornudos, entendéis ese placer. Pero claro, hay que contarlo y que mejor para hacerlo que en el blog de Alberto Toro. No es broma, os aseguro que más de un marido se otorga un label de experiencia en estos juegos cuando presume ante sus amigos, mi experiencia ha sido publicada en el blog de Don Alberto Toro.

Os emplazo a que visitéis las próximas semanas en el blog para que leáis de primera mano una entrevista que promete ser muy interesante y didactica para estos juegos.

Gracias V. y gracias C. por confiar en este blog para hacer pública vuestras fantasías y experiencias.

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